Francisco recuerda el abrazo entre Pablo VI y Atenágoras e invita a «trabajar por la unidad de los cristianos»
Tras rezar el Ángelus del día de la Epifanía, el papa Francisco se refirió a los sesenta años del “gesto histórico de fraternidad realizado en Jerusalén” y extendió su mirada a los conflictos en Palestina, Israel, Ucrania y otros lugares del mundo.
“Siguiendo el ejemplo del abrazo fraterno del 5 de enero de 1964, en Jerusalén, entre Pablo VI y el patriarca ecuménico Atenágoras – que marcó un punto de inflexión en las relaciones entre católicos y ortodoxos tras un milenio de excomuniones mutuas– oremos por la paz en el mundo”, dijo el Papa.
En sus saludos posteriores al rezo del Ángelus, el Santo Padre evocó la imagen de aquel encuentro que abrió un nuevo capítulo de la historia en el camino del ecumenismo para invocar la fraternidad entre los pueblos hoy, donde el odio y las armas destruyen vidas en demasiadas partes del planeta.
Un camino ininterrumpido de unidad
Hace sesenta años, el papa San Pablo VI y el patriarca ecuménico Atenágoras se reunieron en Jerusalén, rompiendo un muro de incomunicación que había mantenido separados a católicos y ortodoxos durante siglos.
Con este recuerdo, el Papa invitó a “aprender de ese abrazo en el camino hacia la unidad de los cristianos, rezando juntos, caminando juntos, trabajando juntos”. Este mensaje coincide con la celebración durante el mes de enero del Octavario de oración por la unidad de los cristianos, que se desarrolla bajo el lema ‘Amarás al Señor, tu Dios… y a tu prójimo como a ti mismo’.
En este sentido, los obispos de la Subcomisión Episcopal para Relaciones Interconfesionales y Diálogo Interreligioso han pedido que “oremos con intensidad, para que nuestra Iglesia sea de verdad casa de acogida”.
Asimismo, han elaborado una serie de materiales apara profundizar en este octavario y celebrarlo en cada comunidad, que puede descargar en la página web de la Conferencia Episcopal Española.
Desde Jerusalén
Además, con motivo del cincuentenario del abrazo entre Pablo VI y Atenágoras, L’Osservatore Romano publicó una reflexión de Pierbattista Pizzaballa, patriarca latino de Jerusalén. Un texto en el que asegura que “el encuentro entre el Santo Padre y el patriarca ecuménico Atenágoras, cambiaron el rostro de la Iglesia e indicaron su camino hasta nuestros días”.
El encuentro tuvo lugar durante la peregrinación del papa Pablo VI a Tierra Santa, una visita que fue recibida “con increíble alegría y entusiasmo, y que mostró a sus pastores, de forma incuestionable, la voluntad de no quedar prisioneros de la difícil historia de esta tierra, sino de ir más allá”.
Este abrazo simbolizó, según el patriarca latino de Jerusalén, “el inicio de un nuevo camino, para todos los cristianos, de acercamiento, de reinterpretación y redención de sus respectivas historias, del deseo y la nostalgia de la unidad perdida”.
Este talante de diálogo ecuménico se ha mantenido desde entonces, viendo también su reflejo en el pontificado de Francisco, cuando en 2014 peregrinó a Tierra Santa y se encontró con el patriarca ecuménico Bartolomé. Un encuentro que tuvo lugar “en el corazón de la Jerusalén cristiana, el Santo Sepulcro, que no solo es el lugar que conmemora la muerte y resurrección de Cristo, sino también el lugar que, con razón o sin ella, se considera el símbolo de nuestras divisiones”, añade Pizzaballa.
Ejemplos de unidad
En su texto, el patriarca latino señala algunas iniciativas conjuntas entre las diferentes Iglesias presentes en Jerusalén que hacen visible los frutos de aquel abrazo hace 60 años: “Lo vemos en la restauración de la Basílica, que se hace conjuntamente, algo que hoy se da por descontado pero impensable hace sólo unos años. Los encuentros, las declaraciones, las iniciativas comunes entre las Iglesias hoy se consideran asuntos ordinarios. Las iniciativas pastorales conjuntas, en las escuelas, en las parroquias, son expresión de un deseo de fraternidad que no es sólo de unos pocos, sino de toda la comunidad cristiana local, en sus diversas confesiones. El Vademécum pastoral de la Iglesia católica, que da indicaciones concretas sobre cómo celebrar los sacramentos para las familias mixtas (que son casi todas), respetando la sensibilidad de todos, es otro ejemplo”.
