GANAS DE FERIA
Parece que había ganas de Feria. Será porque llevamos tiempo en que nos aprieta cada final de mes y se necesitan alegrías que no cuesten mucho (digan lo que digan, la Feria de Abril es gratis). Además el sol ha regresado a Sevilla con toda su fuerza y está propiciando esperanzas entre quienes contamos los días para el próximo Domingo de Ramos, que caerá por estas fechas. El caso es que hay ganas de Feria. Y eso es bueno.
Está inscrito en el ser humano, en lo profundo de su corazón, el sentido del juego, de la diversión, de la fiesta, de la recreación, esto es, de crear las cosas de otra manera, porque se le da otra función y otra utilidad, como la Feria es recreación de la ciudad, el deporte es recreación del trabajo y la anécdota recrea el suceso. La diversión nos sitúa de otra manera ante las mismas cosas. Así, el hombre, creado a imagen y semejanza de Dios, ha recibido del Creador la capacidad de relacionarnos agradablemente con la realidad. En la inigualada forma de expresarse el autor del libro del Génesis, el séptimo día en el que el Señor se complace con su obra es tiempo y espacio para que también el corazón del hombre descanse de los ajetreos y mire al prójimo y también mire a su Señor, y así descubra que en el fondo todo ha sido creado para la contemplación y la mirada de Dios. También en los salmos, cuando se canta a la creación, se alude a la dimensión del recreo y el gozo, como el salmo 103 (“…y el Leviatán, que modelaste para que retoce…”, o sea, el Señor creó a los delfines, que viven solo para saltar y jugar en el agua, y acompañar a los barcos. Viven para reír a su forma).
Ahora que estamos celebrando el tiempo de Pascua, proclamamos que Cristo ha salvado al género humano en su integridad. También la redención de Cristo alcanza a nuestra forma de divertirnos. Como la vid está unida a los sarmientos, nosotros estamos unidos a Jesucristo, y sin Él no podemos hacer nada en plenitud. Ni siquiera divertirnos. Porque Jesús, el Hombre Nuevo, nos enseña también a vivir la alegría y la fiesta en autenticidad humana. Él, que estuvo en aquella boda en Caná de Galilea y atendiendo la intercesión de la Stma. Virgen María dio el vino bueno a los novios y sus invitados para que siguieran la fiesta en familia y fraternidad. Cristo no nos quita la diversión, sino al contrario, nos muestra que la verdadera diversión, la que nace de lo más hondo del corazón humano, se hace en amor y respeto hacia uno mismo y hacia los demás. Y estos valores están presentes en la Feria de Abril, la Feria de siempre.
En la Feria se conversa, se dialoga. Desde luego también se canta y se baila. Y se bebe el vino. Hasta en esas ocasiones podemos dar sencillo testimonio de nuestra fe en Dios. Un cristiano no es triste, sino alegre, pero nunca “pierde los papeles”, un buen síntoma de alguien que se divierte, pero con esa diversión cristiana que no abusa de nada ni nadie, ni se pone en ridículo. En todo momento somos templos del Espíritu Santo, también bajo los farolillos, y por esta razón precisamente son la alegría y la sonrisa nuestro estandarte.
Así pues, benditas sean las ganas de Feria. Pero de nuestra Feria de siempre, vivida en la tradición de la caseta (que es una casa, no un bar, y para entrar en casa te invitan y te esperan, y llamas y entras, y entonces eres uno más, o incluso más que uno más), donde se comparten tantas cosas. Permitidme que opine que la Feria no debiera ser una discoteca, tampoco un botellódromo. Y mucho menos ocasión para discordias y disputas. Lo que aquí digo de la Feria de Abril vale para todas las ferias que se irán sucediendo en nuestra Archidiócesis, que muchas de ellas son patronales, es decir, dedicadas a la Virgen patrona del pueblo o algún santo. Hasta ahí se manifiestan las raíces cristianas de la fiesta.
Sólo me queda desearos una feliz Feria, sin dejar de honrar y alabar a Jesucristo en todo lo que hablemos y hagamos.
Marcelino Manzano.
(Twitter: @Marce_Manzano)