‘Gloria bendita’ para sostener un tesoro espiritual: XXXIV Muestra anual de dulces de conventos de clausura
En los últimos años estamos asistiendo al progresivo adelanto de la Navidad. La ciudad acoge desde hace días un agenda cultural y celebrativa antaño reservada al final del tiempo de Adviento, a las previas de la Natividad. Y todas las evidencias nos llevan a considerar que las leyes del mercado, quizás la rendición a un turismo temático de invierno, marca los ritmos de unos signos que la tradición familiar situaba en su justo término. Sin embargo, y por fortuna, no todo está perdido. Las agendas siguen reservando en las mismas páginas del calendario de diciembre las citas que, un año más, nos ponen en situación para seguir viviendo –como toda la vida– estas vísperas navideñas. Es el caso, por ejemplo, del acto de bendición de imágenes del Niño Jesús, que volverá a llenar de niños las naves de la Catedral la tarde del 22 de diciembre. También de la muestra anual de dulces de conventos de clausura.
La cita de los sevillanos con la repostería conventual cumple este año su trigésimo cuarta edición. Se dan, por tanto, las condiciones temporales para considerar esta muestra como una tradición local en toda regla. Prueba de ello es que los sevillanos no precisan recordatorio alguno para saber que las puertas de los Reales Alcázares estarán abiertas, un año más, durante el puente de la Purísima, al tesoro culinario que Carlos Cano glosara en su Alacena de las monjas. Ya son dieciocho los años que el Alcázar recibe esta muestra con la que se quiere dar a conocer unas labores que en algunos casos suponen el único sustento económico de las comunidades de vida contemplativa de la Archidiócesis. La primera muestra se celebró, allá por el año 1985, en el Instituto Francés, el antiguo salón Santo Tomás del Arzobispado fue su sede durante catorce años y el atrio de la Catedral en diciembre de 2000.
Este año son diecinueve los conventos que expondrán sus dulces en el salón gótico de los Reales Alcázares, siete de la capital y doce del resto de la provincia. Al tratarse de comunidades de clausura, el operativo de la muestra precisa de la colaboración de un centenar de voluntarios, tanto para la atención al público como para la logística de unas jornadas que se caracterizan por las largas colas que se forman en el acceso del Patio de Banderas. Los voluntarios se reparten por conventos, conocen perfectamente tanto los dulces como las vicisitudes de las comunidades de procedencia, y cada noche envían un informe a cada convento dando cuenta del resultado de la jornada.
6.000 kilos de dulces
Los siete conventos de Sevilla que participan en esta muestra son el de San Leandro (Agustinas), Santa Paula (Jerónimas), Santa Inés (Clarisas), San Clemente (Cistercienses), Madre de Dios (Dominicas), Santa Ana (Carmelitas) y Santa María de Jesús (Clarisas). Del resto de la provincia llegarán los dulces de las Jerónimas de Constantina y Morón, Clarisas de Alcalá, Estepa, Marchena, Morón y Carmona, Dominicas de Bormujos,
Mercedarias Descalzas de Marchena y Osuna, Concepcionistas Franciscanas de Osuna y Carmelitas de Utrera. Los 19 conventos que exponen sus dulces en esta muestra aportan 290 variedades, lo que supone más de 6.000 kilos de dulces.
La tradición no está reñida con algunas novedades en el catálogo repostero de la muestra. Esta vez llaman la atención los corazones de Santa Gertrudis, una tarta exquisita de almendra, huevo y mantequilla que elaboran las monjas de San Clemente, las hojaldrinas de las Mercedarias de Osuna o los dulces sin lactosa de las Carmelitas de Utrera, entre otros. Como en ediciones anteriores, tampoco faltarán a esta cita los dulces sin azúcar de Santa Clara de Estepa o las yemas de San Leandro sin gluten.
A la venta todo el año en los tornos de los conventos
Claudia Hernández, coordinadora de esta magnífica iniciativa, subraya “todos los dulces que se presentan en la exposición, y muchos otros que es imposible incluir en ella, se hacen y venden durante todo el año en los tornos de los conventos, donde además se pueden encargar para celebraciones o regalos”. En la Archidiócesis de Sevilla hay 35 conventos de clausura con 523 monjas.
Hernández recuerda que las religiosas viven fundamentalmente de su trabajo y de las aportaciones de los fieles. Su lema –Ora et labora– explica las rutinas de unas jornadas caracterizadas por la paz, el silencio, la oración y el trabajo. Y son conscientes del cariño que generan entre los sevillanos, una consideración que se hace patente con motivo de esta muestra anual, pero que perciben todos los días cada vez que alguien hace sonar la campana del torno.
La muestra será inaugurada por el Arzobispo de Sevilla el 6 de diciembre a las nueve y media de la mañana. A partir de ahí, la muestra permanecerá abierta en horario continuo de diez a siete de la tarde, hasta su clausura el domingo día 9. Aunque, si hacemos caso de la experiencia, que nadie se extrañe si hay que adelantar el cierra por agotarse las existencias. Sería la mejor señal.