¿HABLAR O CALLAR?
La pasada edición de “El Espejo de Sevilla” coincidía con la celebración de la fiesta de la Conversión de San Pablo, el que de perseguidor pasó a ser el apóstol más intrépido. En camino hacia Damasco, escuchó claramente la voz del Señor: “Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?” (Hch 9, 4). Y gracias a la conversión de San Pablo, él difundió el evangelio por todo el imperio, llegando hasta España. Dice una hermosa tradición que llegó hasta Écija. No sería nada raro, dado el dinamismo evangélico de quien es columna de la Iglesia, junto con San Pedro.
Pero esa labor de San Pablo no fue un camino de rosas. Hay un momento muy significativo: cuando Pablo es llevado al Areópago, el centro de la cultura ateniense, para que hable sobre Jesucristo, le escuchan hasta que comienza a hablar de la resurrección del Señor y, por tanto, de la nuestra. Aquella doctrina era demasiado incómoda y se salía del cómodo canon de divinidades que estaban dispuestos a aceptar. San Pablo no se desanimó, sino que, impulsado por el amor al Señor e inspirado por el Espíritu, siguió proponiendo el mensaje de Cristo para que, libremente, lo aceptara y acogiera el que quisiera. Sin obligar ni imponer, pero diciendo que vale más la pena aceptar a Cristo que rechazarle. Aquel día, a pesar del aparente fracaso, algunos comenzaron su camino de fe tras escuchar a San Pablo.
También existen hoy areópagos, es decir, espacios donde confluye lo humano. Sin duda, el más grande es el de los medios de comunicación. ¿Es posible allí hablar de Jesucristo? En el enlace al audio del programa puedes escuchar las estupendas reflexiones al respecto de de nuestros contertulios del último viernes de mes: Manuel Alcalde, Isabel Cuenca, Ernesto Holgado y Mª Eugenia Sánchez Valdayo. La Iglesia está aprendiendo a pasos agigantados a anunciar el Evangelio, la mejor de las noticias, a través de los medios de comunicación, que a veces no son muy cordiales. Porque, como en Atenas, cuando el mensaje de la Iglesia resulta incómodo, se tiende a ridiculizarla.
No obstante, cuando hables abiertamente de tu fe, de que eres creyente y vas a la iglesia, y parezca que nadie te escucha o comienza la típica retahíla de reproches a la Iglesia… nunca pienses que lo que hables caerá en saco roto. Siempre hay alguien que te escucha y que, gracias a ti, puede reavivar su fe.
También hablamos en la tertulia sobre la utilización de la imagen de la Esperanza Macarena en la portada de una revista satírica, que suscitó tanta polémica la pasada semana, incluida la protesta del propio alcalde de Sevilla, Juan Ignacio Zoido o del hermano mayor de la hermandad, Manuel García. Cuando se utilizan las imágenes religiosas con torcidas intenciones, ¿debemos protestar o callarnos? ¿No damos más publicidad si protestamos? La conclusión de nuestra tertulia fue que debemos alzar la voz, con respeto pero con firmeza, para que no se haga mofa de lo que consideramos sagrado. ¿Se ha extralimitado el alcalde de Sevilla al protestar? No, por dos motivos. El primero: porque es y se manifiesta como cristiano y devoto macareno (¿por qué no iba a hacerlo si tiene derecho, y otros hacen ostentación de su ateísmo desde sus cargos políticos?). El segundo: porque como servidor público tiene el cometido de defender el derecho constitucional de los creyentes a que no se burlen de su fe.
¿Hablar o callar? San Pablo lo tenía muy claro: creí, y por eso hablé, le dice a los corintios en la segunda carta dirigida a ellos, según recoge el Nuevo Testamento. Pues eso: creemos en Jesucristo, por eso hablaremos, sin gritar, pero intentando que se nos entienda. Y el que tenga oídos, si quiere oír, que oiga.
Marcelino Manzano.
(Twitter: @Marce_Manzano)