Archidiócesis de Sevilla

«Haz memoria de Jesucristo resucitado de entre los muertos», escribe San Pablo en su carta a Timoteo y así se revive cada año en la Semana Santa de nuestro pueblos y ciudades. La devoción hacia las imágenes sagradas y los misterios de la Pasión del Señor ha dado lugar a la fundación de cofradías de penitencia por toda nuestra geografía, que han sustentado durante siglos estas manifestaciones de la piedad popular que religa la devoción cristiana, la expresión artística y la tradición cofrade para recordar, de una forma bella y sentida, los últimos días en la tierra de Jesucristo, los de su Pasión, Muerte y Resurrección. Entre los fines de las hermandades de penitencia, junto al culto público y las estaciones de penitencia que estos días embellecen todas las localidades sevillanas, siempre ha estado la práctica de la caridad, como un mandato principal de nuestra fe, desarrollada según la mentalidad y la religiosidad de cada momento.

La Caridad siempre presente

Volviendo la vista atrás, tenemos que referirnos al carácter gremial o actividad hospitalaria que está en el origen de muchas cofradías durante los siglos XV, XVI y XVII: los Negros, la Hiniesta, la O…, en las que el mantenimiento de hospitales, instituciones de atención social previas a los estados modernos, ofrecía asistencia a enfermos y necesitados de distinta índole.

También destacaba en la época antigua la asistencia a los encarcelados. Recordemos los capítulos de las reglas de presos de la Primitiva Hermandad de los Nazareno, redactadas por Mateo Alemán en 1578 y referidas a obras de caridad y rescate de los presos de la Cárcel Real, situada en la mismísima calle Sierpes de nuestra ciudad. Y lo mismo en la hermandad del Amor y Socorro, la última del Domingo de Ramos, con una especial atención asimismo hacia los encarcelados.

Buceando en la historia de las cofradías en los siglos XVII y XVIII es frecuente que en sus reglas encontremos la atención al entierro de los cofrades y necesitados, la dote a doncellas para su matrimonio, el reparto de pan a los necesitados, etc., testimonios del ejercicio de la caridad en tiempos pasados.

El siglo XX, el siglo de la Caridad

Ya en el siglo XX la práctica de la caridad en las hermandades y cofradías ha experimentado una evolución al alza sin precedentes en épocas anteriores, actualizándose al compás de la reflexión de la Iglesia en este terreno. A día de hoy todas las corporaciones desarrollan una más o menos amplia labor de caridad, establecen presupuestos fijos para este fin, cuentan con hermanos voluntarios, recaban aportaciones económicas por los más diversos medios y ocupa un importante espacio en sus medios informativos.

Como algunos hitos, señalemos la aparición de la figura del Diputado de Caridad, hoy presente en todas las corporaciones, que recogían las primeras reglas de la Hermandad de Santa Marta en 1949. Poco después, en 1953, la hermandad de Gran Poder crea la Bolsa de Caridad, como órgano específico de las cofradías para la actividad asistencial, que ha servido de estímulo y modelo para otras muchas actuaciones similares en este campo.

En la actualidad, y ciñéndonos a la ciudad de Sevilla, la actuación caritativa y de asistencia social de todas las hermandades es intensa y admirable, habiéndose creado acciones consistentes y permanentes en los distintos campos de la atención a los necesitados, tras las que existen importantes aportaciones económicas y de voluntariado de numerosos cofrades.

Espigando en esta realidad y sin carácter exhaustivo, citemos el proyecto ‘Esperanza y Vida’ de auxilio a mujeres embarazadas con dificultades que lleva a cabo la Hermandad de la O desde 2007. En la atención a niños con discapacidades tempranas, el Centro de Estimulación Infantil ‘Cristo del Buen Fin’, obra pionera iniciada en 1982, o el Centro de Apoyo Infantil ‘Esperanza de Triana’, obra social nacida en 2009 durante el XXV aniversario de la coronación de la Virgen de la Esperanza.

Niños, enfermos, familias, tercer mundo…

Es de destacar la atención a la escolarización infantil que desde hace muchos años desarrolla la Hermandad de los Gitanos en El Vacie y el Polígono Sur en colaboración con otras instituciones. Y recientemente la Hermandad de la Macarena ha puesto en marcha en el hospital que lleva su nombre el denominado Balcón de la Esperanza, un espacio medicalizado anejo a la UCI, el primero en Andalucía, que aporta un plus de humanización en la estancia hospitalaria de los enfermos aquejados de dolencias graves.

En el ámbito de la atención de primeras necesidades a familias con escasos recursos, hay que hacer mención al Economato de la Fundación Casco Antiguo, creado en el año 2000 y que agrupa a más de treinta hermandades del centro de Sevilla, así como al comedor benéfico de la Hermandad del Dulce Nombre del barrio de Bellavista, nacido en 2012 y que da de comer diariamente a cientos de personas de aquella zona de nuestra ciudad.

Fuera de nuestras fronteras, las hermandades también asumen proyectos de promoción social en el Tercer Mundo. Tenemos los ejemplos de la Hermandad de los Estudiantes, con su ayuda al colegio de la misión de San Francisco Javier en Zarolí, estado de Gujarat, en la India, o el proyecto anunciado por la Hermandad del Museo, ‘Aguas de Vida’, que promoverá la construcción de 10 pozos de agua potable en Zambia que abastecerán a 6.500 personas, con motivo del 250 aniversario de su titular, la Santísima Virgen de las Aguas.

Misión Ucrania

Por último, no podemos olvidar a la Hermandad de Santa Marta, que tiene como titular al Santísimo Cristo de la Caridad, que ya atiende desde hace unos años un proyecto de emancipación e inserción social de jóvenes acogidos en el hogar de San José de la Montaña, y que ha llevado a cabo esta Cuaresma la iniciativa de organizar una expedición con varios hermanos y voluntarios hasta la frontera de Ucrania para recoger a unos cincuenta refugiados por la guerra, y traerlos a nuestra ciudad, alejándolos del panorama de horror y destrucción que azota a ese país, manteniéndolos durante todos estos meses con la ayuda de otras instituciones y hermandades.

Fuera de estas notas queda la importante y extensa labor de caridad que desarrollan las numerosas hermandades de la provincia de Sevilla, con fundaciones, proyectos, ayudas, voluntarios y colaboraciones de todo tipo a cargo de sus hermanos y devotos, que siembran por toda nuestra geografía el mandato del amor fraterno, como reflejo del amor y devoción, heredado en muchos casos de los mayores, hacia Nuestro Señor Jesucristo y a la Santísima Virgen María, que se muestra visiblemente en la Semana Santa por nuestras calles, pero que permanece vivo y latente todo el año en los corazones de los cofrades sevillanos.

Isidro González

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