Homenaje a «un humanista integral» que marcó una época en la Iglesia y la sociedad sevillanas
“Había necesidad de llenar un vacío histórico”. De esta manera resumió el historiador Julio Jiménez su satisfacción tras los años de investigación que han derivado en la biografìa del que fuera cardenal arzobispo de Sevilla, el aragonés José María Bueno Monreal (1904-1987), que se presentó ayer en un Paraninfo de la Universidad de Sevilla abarrotado.
Amplia representación episcopal
En la obra -‘Cardenal José María Bueno Monreal, un humanista integral’-, editada por el Servicio de Publicaciones de la Hispalense y la Biblioteca de Autores Cristianos (BAC), se pasa revista a una vida de amor, servicio y entrega a la Iglesia, en unos momentos cruciales tanto para la sociedad como para la propia Iglesia. El acto de ayer estuvo cargado de recuerdos y cierta nostalgia. No en vano se rendía homenaje a una persona que dejó una profunda huella en el clero y la sociedad sevillanas de su época. Cuatro obispos –monseñor Juan José Asenjo, monseñor Juan del Río, monseñor Antonio Montero y monseñor Ignacio Noguer– avalaron con su presencia una obra que el Arzobispo castrense calificó como “un gran acierto”. Monseñor Del Río aprovechó su intervención para felicitar al autor y rendir homenaje a los colaboradores cercanos a Bueno Monreal, “expresión de la escuela del gran humanista”, afirmó.
“Bueno Monreal hablaba en 1966 de una Iglesia en salida»
A lo largo del acto se destacaron algunas de las facetas que refuerzan la consideración del Cardenal Bueno Monreal como una de las figuras relevantes en la Iglesia española de la segunda mitad del siglo XX. Para Julio Jiménez, el Cardenal fue “un obispo modélico que cumplió el mandato encomendado, un humanista cristiano de nuestro tiempo”. Por su parte, mons. Del Río subrayó la talla de pastor de Bueno Monreal, “alegre y con un acentuado sentido común”, y afirmó que en él se daban las cuatrio claves de un buen obispo según Benedicto XVI y se cumplía el modelo de obispo pastor del papa Francisco. El Arzobispo de Sevilla resumió el legado del cardenal afirmando que “era bueno de apellido y corazón”. Tras pasar revista a lo más destacado de un episcopado fructífero, monseñor Asenjo hizo especial hincapié en la preocupación social del Cardenal, que se concretó en iniciativas a favor de los más necesitados que hoy peduran, y recordó que, ya en 1966, “Bueno Monreal hablaba de una Iglesia en salida, como hoy nos pide el papa Francisco”.
La creación de Cáritas, su política de viviendas sociales, la relación que mantuvo con las hermandades, su gran formación teológica, el respeto que se ganó entre el clero, la participación en el Conciclio Vaticano II y la forma en que supo entender el cambio que este acontecimiento suponía para la Iglesia en el mundo y la sociedad española. Fueron numerosas las facetas del cardenal abordadas a lo largo de una sesión con la que se hacía justicia a la memoria del zaragozano que gobernó la Iglesia en Sevilla entre 1957 y 1982.
«Ejemplo de humanismo y compromiso con su tiempo»
El Arzobispo concluyó su intervención con un reconocimiento a la labor que se desarrolla en el Servicio de Asistencia Religiosa de la Universidad de Sevilla (SARUS) y con una especial mención al rector de la Hispalense, Miguel Ángel Castro, por “su grandeza de miras al defender y tutelar la libertad religiosa” en el seno de la Hispalense. Castro cerró el acto recomendando la lectura de la obra de Jiménez Blasco y destacando “el ejemplo de humanismo, compromiso con su tiempo y la sociedad de Bueno Monreal”.
Tres décadas después, el Paraninfo de la Universidad de Sevilla se volvió a llenar para rendir homenaje a un hombre «bueno y magnánimo». Si entonces fue con motivo del volumen que se editó en su memoria, el acto de ayer sirvió para dejar constancia de una vida de servicio a la Iglesia y de entrega a su pueblo, haciendo honor al lema de su episcopado: ‘La paz obra de la justicia’.