Homilía de la coronación canónica de Nuestra Señora de la Soledad, patrona de Cantillana (25-05-2024)

Homilía de la coronación canónica de Nuestra Señora de la Soledad, patrona de Cantillana (25-05-2024)

Homilía de Mons. José Ángel Saiz Meneses en la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Soledad, patrona de Cantillana. 25 de mayo de 2024. Lecturas: Deuteronomio 4,32-34. 39-40; Sal 32; Romanos 8,14-17; Mateo 28,16-20.

Saludos: Queridos hermanos y hermanas presentes en esta celebración: Sr. Párroco, Delegado Episcopal, sacerdotes concelebrantes, diácono; Sr Alcalde y Corporación Municipal de Cantillana; Consejo Pastoral; Muy Antigua, Ilustre y Fervorosa Hermandad Servita y Cofradía de Nazarenos del Santo Entierro de Nuestro Señor Jesucristo y Nuestra Señora de la Soledad, Patrona Canónica apud Deum y Alcaldesa Mayor Perpetua de la villa de Cantillana; Representaciones de Hermandades de Gloria y Penitencia; hermanos y hermanas presentes en este día de la Coronación Canónica de Nuestra Señora de la Soledad, un día tan grande de fiesta para todos nosotros. Demos gracias a Dios y a María Santísima, por nuestra fe, por nuestra historia, por todos los cantillaneros y cantillaneras que nos han precedido en este camino, en la Parroquia, en la Hermandad y en la Villa.

Coronamos hoy a Nuestra Señora de la Soledad porque es verdaderamente Reina. Ella es Reina por ser la Madre de Jesucristo, y porque tiene un papel excepcional en la obra de la salvación. Esta tarde, con la celebración de la Eucaristía y la Coronación Canónica, expresamos nuestro fervor y amor de hijos, y reafirmamos nuestro compromiso de fidelidad hacia ella, que en todas las circunstancias de la vida nos acompaña con su protección y amparo. Nuestra Señora de la Soledad nos sostiene en la fe que hemos recibido de nuestros padres, y nos impulsa para crecer en la vida de fe y para transmitirla a los demás, en especial a nuestros niños y jóvenes. Hoy más que nunca es importante la transmisión de la fe en los hogares, la transmisión del amor y fervor a Nuestra Señora de la Soledad.

Hoy celebramos en la Iglesia universal una fiesta muy importante, la solemnidad de la Santísima Trinidad, que es el misterio supremo, central, fundamental, de nuestra fe; el misterio de un solo Dios en tres personas. Un misterio que sobrepasa, que desborda absolutamente nuestra inteligencia humana, al que podemos acceder desde la fe. Un misterio revelado por Cristo, que debería ocupar la mayor parte de nuestra oración y estudio, que debería ocupar más espacio en nuestra formación, y también debería ser el elemento principal de nuestra vida de fe. Es un misterio de amor de Dios a sus hijos, que debemos contemplar en actitud de adoración.

El Padre es el origen, el Hijo es la revelación y el Espíritu Santo es la comunicación. Contemplamos al Padre como Creador y Padre misericordioso, que conoce, que actúa, que ama. Es la Vida misma, el Santo, es la misericordia, el Amor. Su paternidad respecto al ser humano es real, es eterna y total, consciente y continua. Es decir, que nada poseemos que no proceda de Él. En esto consiste la Buena Nueva del Evangelio, en que somos hijos de Dios, llamados a formar una familia en comunión y fraternidad.

Cristo es el Hijo unigénito, eterna Sabiduría encarnada. Contemplamos su realidad humana, su cuerpo real, su conocimiento, su voluntad, su amor, su sensibilidad. Contemplamos su realidad personal divina, como el Hijo de Dios. Contemplamos al Hijo, que es apertura a la comunicación del Padre, eternamente engendrado, que todo lo recibe del Padre. Nosotros, sólo podremos vivir nuestra filiación y desarrollar nuestra personalidad de hijos de Dios en apertura al Padre y al Hijo. Contemplamos al Espíritu Santo, que posee la misma divinidad del Padre y del Hijo, y que, por lo tanto, es infinito, omnipotente, y sobre todo, es amor.

El Espíritu Santo es como el fruto del amor recíproco del Padre y del Hijo. Él guía al creyente hacia la verdad y el bien, y mueve el cosmos y la Historia hacia la plena recapitulación final. Bajo su luz, el creyente avanza en el conocimiento de Cristo y del Padre, y por su impulso es capaz de ser ante el mundo testigo de la Verdad. El fundamento de la vida y de la espiritualidad cristiana es la realidad de que Padre, Hijo y Espíritu Santo han querido constituirse en principio de vida nueva para nosotros. Por eso, todos los elementos que componen nuestra vida han de estar referidos a esta relación personal. Que la gracia de Nuestro Señor Jesucristo, el amor del Padre y la comunión del Espíritu Santo nos ayuden a penetrar en este misterio de amor y a dejar que transforme nuestra existencia.

Nuestra Señora de la Soledad es hija de Dios Padre, madre de Dios Hijo, y Esposa del Espíritu Santo. Ella camina con nosotros y nos lleva de la mano, y nos enseña a vivir esa relación con las tres Personas divinas. Ella es verdaderamente Madre de Dios porque es la Madre del Hijo eterno de Dios hecho hombre. Es realmente madre nuestra porque Jesús antes de morir en la cruz, le encargó una nueva misión: ser la madre de todos los creyentes, por eso colaboró con su Hijo en la obra de la redención desde el principio hasta el final. Nosotros también tenemos una misión en la vida, en el mundo, en la Iglesia. Nuestra Señora de la Soledad nos enseña a llevar a cabo nuestra misión con confianza. Hoy, con la Coronación Canónica, hacemos el firme propósito de que reine en nuestros corazones, en nuestros hogares, en Cantillana, nuestra Villa.

Hoy pedimos especialmente a Nuestra Señora de la Soledad que ayude y proteja a todos los cantillaneros y a los fieles de toda la archidiócesis, para que permanezcamos unidos a Cristo y demos frutos de amor. Ayúdanos a mostrar tu amor y piedad de Madre especialmente a los que sufren, a los marginados, a los indefensos, a los más necesitados. Ayúdanos a defender la vida humana desde la concepción hasta la muerte natural, a servir a los más pobres, los enfermos, los ancianos que están solos; a los niños y jóvenes desfavorecidos, a los que sufren en medio de situaciones familiares rotas; a los inmigrantes, a las personas que no tienen trabajo. Enséñanos, Madre, a trabajar por una sociedad más justa y fraterna, danos fuerza para trabajar por la paz, para construir un mundo en paz. Enséñanos a mantenernos firmes cuando llegue el momento de la cruz, y danos la fuerza para no caer en el desánimo cuando el sufrimiento y la oscuridad se hagan presentes en el camino.

Queridos hermanos: hoy tiene lugar aquí un acontecimiento histórico: la Coronación Canónica Nuestra Señora de la Soledad. Una corona para la Madre que tanto amamos y veneramos. Coronar una imagen de María significa aceptarla como Reina de cielos y tierra, y acogerla en nuestro corazón como Reina y Madre. Contemplad su imagen. Ella conoce vuestras penas y problemas, vuestro dolor; ella os entiende, os escucha y os espera. Ella sabe más que nadie de piedad y misericordia. Cuando estéis cansados y agobiados, acudid a ella, que os reconfortará; en los momentos de soledad, de crisis, de oscuridad, acudid a ella, que sabe más que nadie de amparo y de consuelo; y cuando estéis alegres y felices, acudid también a ella, para reforzar aún más la esperanza y la alegría.

En este día de fiesta damos gracias al Señor por el don de nuestra Madre, y queremos seguir caminando de su mano y bajo su protección; damos gracias a María Santísima, que nos enseña a confiar en Dios y a seguir el camino que conduce a Jesús. Todos nos encomendamos a su protección: “María Soledad, Patrona de Cantillana, en tu misterio de dolor el pueblo entero te aclama. Por ser tu Reina y Madre del Redentor, tus hijos te acompañamos. Madre mía en tu dolor y en tu Pasión”. Nuestra Señora de la Soledad, ruega por nosotros.


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