Iglesia en prisión que camina en libertad
El 24 de septiembre se celebra la festividad de Nuestra Señora de la Merced, patrona de las instituciones penitenciarias. Con este motivo, la delegación diocesana de Pastoral Penitenciaria ha programado actividades religiosas y culturales para los días previos a esta fecha.
El programa arranca a las cinco de la tarde del 19 de septiembre con el recital del cantautor Juan Manuel Yagüe en el centro penitenciario de Alcalá de Guadaira. La misa central de estas jornadas tendrá lugar el 22 de septiembre, a las once de la mañana en la iglesia colegial del Divino Salvador. La presidirá el arzobispo, monseñor José Ángel Saiz, y está prevista la participación de capellanes y voluntarios de la Pastoral Penitenciaria, así como representantes de las instituciones penitenciarias de Sevilla.
Esta misa se celebrará también ese día en el interior de los centros penitenciarios (CP). Es el caso de la Eucaristía que comenzará a las cinco de la tarde en el CP Sevilla II, en Morón de la Frontera. Al día siguiente, la Eucaristía se celebrará en el CP Sevilla I, y en esta ocasión será presidida por el obispo auxiliar, monseñor Ramón Valdivia. Esta misa será animada musicalmente por el grupo parroquial de Cazalla de la Sierra.
Finalmente, el día 24 a las once de la mañana, la cita será en el centro penitenciario de Alcalá de Guadaira. La misa la presidirá Miguel Ángel Collado, voluntario de esta pastoral, con la participación musical de Juan Manuel Yagüe.
Noventa voluntarios
La población reclusa en Sevilla asciende a unas 2.700 personas. Para atenderles, la Delegación Diocesana de Pastoral Penitenciaria cuenta con nueve capellanes, entre ellos el delegado diocesano, el religioso trinitario Ángel García, además de tres sacerdotes voluntarios y un diácono permanente. Nada sería posible sin los noventa voluntarios de esta pastoral, que realizan diversas tareas tanto dentro como fuera de los centros penitenciarios.
Para explicar el papel que desempeña la Pastoral Penitenciaria dentro y fuera de las cárceles, Ángel García explica que “el hombre y la mujer somos imagen y semejanza de Dios y estamos llamados a ser libres, pero a veces los errores de la vida, delitos, caídas, llevan a la cárcel”. Y aquí entra la Iglesia, en los cinco centros penitenciarios que hay en el término de la Archidiócesis hispalense, dando cumplimiento a una obra de misericordia. Resume la tarea de los capellanes y voluntarios con un objetivo: “acompañar, visitar al preso”.
Escuchar, acompañar, estar presente
El voluntario de la Pastoral Penitenciaria desarrolla sus tareas en un entorno que conlleva limitaciones, complicaciones derivadas de un contexto nada fácil. Aun así, el delegado diocesano reitera que su cometido parte de un compromiso de escucha, “de estar al lado de esa persona, sin enjuiciarla”. Explica que “el voluntario escucha -reitera-, acompaña, está presente en la Eucaristía todos los sábados. El voluntario es el que de su tiempo se quita para dar la catequesis, para ofrecer la Palabra de Dios a los hombres y mujeres privados de libertad, para ayudarles en la medida de sus posibilidades”. En este punto, y a modo de ejemplo, Ángel García expone el caso de “esos extranjeros que no tienen ni para llamar a sus madres, a su familia… Ahí también está el voluntario, evangelizando en la cárcel”, añade.
El delegado diocesano comparte con el resto de la comunidad diocesana la programación del Día de la Merced, e invita a toda la Iglesia en Sevilla “a que nos acompañéis en esta tarea que no es fácil. Como en la parábola del hijo pródigo -apunta-, el hijo que ha caído no necesita que lo juzguemos y los castiguemos”.
Estar, mostrarse disponible, escuchar, acompañar… El cometido de cuantos colaboran en este sector pastoral se resume en una actitud. “La tarea de toda la Iglesia es tenderles la mano, para que ese hombre o mujer privado de libertad se levante, rehaga su vida y camine. La Pastoral Penitenciaria es Iglesia en prisión que camina en la libertad”, concluye.
Salidas terapéuticas y sensibilización
Pastoral Penitenciaria prepara salidas terapéuticas para los internos o internas que Instituciones Penitenciarias considera que pueden gozar de este permiso. Para ello, organiza en coordinación con parroquias, comunidades religiosas o hermandades, jornadas en las que puedan participar los presos.
Félix Quijada, miembro de la delegación, recuerda que la Iglesia suele facilitar el desplazamiento de internos, funcionarios y voluntarios que los acompañan. En el programa de estas salidas suele haber tiempo para el desayuno, almuerzo y una visita religiosa y cultural. Los últimos destinos han sido la basílica del Gran Poder, el palacio arzobispal o la sede del Consejo General de Hermandades y Cofradías.
Por otro lado, la prevención de las adicciones, especialmente entre la población juvenil, es otra de las tareas que ha asumido la Pastoral Penitenciaria, en coordinación con el Centro de Inserción Social (CIS), Luis de Asua. De esta manera, internos que están en proceso de rehabilitación y próximos a la finalización del cumplimiento de la pena, van al centro educativo que lo ha solicitado y ofrecen un testimonio convincente de las consecuencias que comporta el consumo de estas adicciones.
La experiencia dice que el testimonio de los propios internos impacta de lleno en alumnos que suelen seguir con atención el relato de unas vidas que estuvieron a punto de tomar un camino sin retorno. Con estas iniciativas cobran sentido términos como redención, inclusión o reinserción. La labor de los propios internos, ayudados por los voluntarios de la Pastoral Penitenciaria, adquiere aquí un valor incalculable.