IGNACIO VALDUÉRTELES

IGNACIO VALDUÉRTELES

¿En qué consiste este proyecto?

De forma muy resumida le diré que queremos ayudar a las empresas a gestionar su responsabilidad social corporativa.

 

¿Y eso cómo se canaliza?

Las empresas muchas veces no pueden, no saben o no tienen capacidad económica para hacer acciones de responsabilidad social. En estos casos, nosotros les planteamos que nos den un euro al día durante un año y, con esa cantidad, les procuramos esa responsabilidad social. No en vano, la llevamos haciendo 457 años. A cambio, les vamos a dar información económica cada tres meses de todo lo que se está haciendo y al final del ejercicio les ofreceremos el informe económico auditado de todo lo que se haya hecho con ese dinero. Por otra parte -y es un dato interesante para las empresas- esa aportación tiene una desgravación del 25 por ciento en el impuesto de sociedades. Se trata, como vemos, de una relación de caridad muy profesionalizada. Con lo que obtengamos pretendemos ayudar a gente que quiere empezar una empresa y no cuenta con ese primer impulso.

 

Pero no sólo ayudarán a proyectos empresariales…

No, no. También tenemos pensado conceder becas al estudio, para seminaristas, etc. Las condiciones que deben reunir los solicitantes de esta modalidad las estamos ultimando estos días. Hablamos de requisitos de capacidad, falta de recursos, aprovechamiento, méritos… Es un esfuerzo muy grande el que estamos haciendo entre todos, y pretendemos que estas becas cumplan correctamente la finalidad para la que han sido instituidas.

 

¿Cómo surge esta iniciativa?, ¿hay algún referente?

Todo surge de una reflexión. Los medios tradicionales de conseguir recursos (tómbolas, loterías, rifas, cenas, etc) ya no dan más de sí. Se siguen manteniendo, por supuesto, pero las necesidades van en aumento y por esos procedimientos no llegamos a todos los sitios donde creemos que hace falta. Creímos que había que ir a otra vía de ingresos, siendo innovadores, como decía San Juan de Ávila. Ya en el siglo XVI, el patrono del clero decía que las hermandades tenían que ser innovadoras en caridad y formación. En ese sentido estamos, por tanto, en la línea de un doctor de la Iglesia. Lo cual, dicho sea de paso, nos da mucha tranquilidad.

 

Estamos hablando de una especie de préstamos al honor, ¿no es así?

Aún no se han dado los primeros créditos, pero sí le puedo adelantar que no se van a conceder alegremente. Junto con el Instituto de Investigación Aplicada a la PYME, una institución que está colaborando con nosotros en este tema, se ha preparado una especie de plan de negocio por el que vemos la viabilidad de cada proyecto empresarial para el que nos solicitan la ayuda. Desgraciadamente no vamos a solucionar el problema del paro, pero las ayudas que podamos dar vendrán avaladas por criterios económicos positivos. Después les haremos un seguimiento.

 

Es algo parecido a lo que se lleva a cabo en la Fundación Cardenal Spínola de lucha contra el paro.

Así es, se trata de algo parecido. El destinatario adquiere con la hermandad una especie de compromiso de devolución de la ayuda cuando el proyecto para el que se concedió sea viable y rentable.

 

¿Podemos hablar ya de las primeras colaboraciones?

Ahora estamos en una primera fase, que consiste en conseguir las empresas que puedan y quieran participar en este proyecto. Una fase que se prolongará hasta el 31 de enero. Nos dirigimos a dos tipos de empresas: de un lado grandes empresas que se han sumado al proyecto y que nos sirven, además, como banderín de enganche; y, por otra parte, igual que las PYMES están tirando de la economía, en nuestro caso están tirando de este proyecto.

 

Hablamos de una hermandad, la de la Soledad de San Lorenzo, con una importante labor social a sus espaldas.

Llevamos adelante lo que, desgraciadamente, llamaríamos labor social ‘clásica’, que nos lleva a implicarnos en el Economato de la Fundación Casco Antiguo, donde se atienden a muchas familias. Aparte tenemos una red de reparto de alimentos desde la propia hermandad, y nos hacemos cargo directamente de algunas necesidades sociales que recibimos directamente en la hermandad. Piense en ayudas para alquileres, alguna cuota de una hipoteca que puede provocar un desahucio o el pago del Impuesto de Bienes Inmuebles. Además, tenemos un convenio con RedMadre por el que apadrinamos, incluso sacramentalmente, a dos niños de cuyos gastos en los dos primeros años de vida nos hacemos cargo. Se trata de un convenio que vamos renovando conforme terminan los dos años de ayudas. Corremos con todo, desde la ropa hasta alimentos, pasando por pañales y todo lo que conlleva sacar adelante a un crío en esas edades tempranas.

 

Imagino que habrán notado la incidencia de la crisis en sectores hasta ahora no tan afectados. Una crisis que habrá llevado a algunos hermanos a plantearse el pago de las cuotas o incluso la papeleta de sitio.

Sí, sí. La semana pasada, sin ir más lejos, presencié la conversación entre la secretaria de la Hermandad y un hermano que llamó diciendo que se daba de baja en la corporación porque no podía pagar las cuotas. Se le dijo que no se preocupara, y se le dispensó del pago de las cuotas durante el tiempo que fuera necesario. Y sigue siendo hermano, naturalmente, hasta ahí podíamos llegar.

 

¿Se han planteado algún reto con esta iniciativa?

Cuantificado económicamente, no. Se trata de un camino nuevo que hemos emprendido, y partimos de unos objetivos hasta ahora modestos. Dependiendo de las colaboraciones que encontremos en empresas y particulares, podremos acometer más peticiones de ayuda.

 

Publicado en ARCHISEVILLA DIGITAL nº 44.

 


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