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II Domingo de Pascua

A los ocho días, llegó Jesús

Al anochecer de aquel día, el primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: «Paz a vosotros».  Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.  Jesús repitió: «Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo».  Y, dicho esto, sopló sobre ellos y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo;  a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos».

Tomás, uno de los Doce, llamado el Mellizo, no estaba con ellos cuando vino Jesús. Y los otros discípulos le decían: «Hemos visto al Señor».  Pero él les contestó: «Si no veo en sus manos la señal de los clavos, si no meto el dedo en el agujero de los clavos y no meto la mano en su costado, no lo creo».  A los ocho días, estaban otra vez dentro los discípulos y Tomás con ellos. Llegó Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio y dijo: «Paz a vosotros».  Luego dijo a Tomás: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».  Contestó Tomás: «¡Señor mío y Dios mío!».  Jesús le dijo: «¿Porque me has visto has creído? Bienaventurados los que crean sin haber visto».

Muchos otros signos, que no están escritos en este libro, hizo Jesús a la vista de los discípulos.  Estos han sido escritos para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre.

Evangelio según san Juan 20, 19-31

Comentario bíblico por Antonio J. Guerra

Hch 4,32-35; Sal 117; 1Jn 5,1-6; Jn 20,19-31

El evangelio de Juan nos cuenta la transformación que obra la resurrección de Jesús en el miedo de los discípulos. Encerrados en una casa por el pánico a la muerte, el Señor, el mismo día de su resurrección, se coloca en medio de ellos. Este primer dato es signo de la nueva condición del resucitado: el que ha vencido a la muerte, ya no le puede detener nada.

Jesucristo ofrece a los discípulos tres instrumentos: la paz, la alegría y el dinamismo apostólico. Las primeras palabras que Jesús les comunica son: “PAZ a vosotros”, saludo habitual entre los judíos, pero que en boca del Resucitado adquiere un significado más importante y profundo, porque él en persona ha llevado a cabo la reconciliación entre los hombres y Dios, venciendo al pecado y a la muerte. A continuación les muestra las manos y el costado, la fuente de esta paz: son la manifestación del amor desmedido del Señor. Esto provoca ALEGRÍA en los discípulos: “este es el día en que actuó el Señor” (Sal 117). El triunfo de Señor inaugura para toda la humanidad la gran procesión hacia el Reino de Dios; Cristo ya ha llegado a la gloria del Padre y la Iglesia le sigue con la esperanza de participar también de este triunfo. Por último, Jesús resucitado trae el DINAMISMO para transformar este mundo: el Espíritu Santo, que nos recuerda que es Dios quien lo empieza todo, el que envía a su Hijo con el encargo de enviarnos a nosotros a proclamar con nuestra vida el mensaje de la Paz y el Perdón.

Jesús nos proclamará DICHOSOS porque nos aventuramos a creer este mensaje sin haber visto los signos visibles de su resurrección.

Orar con la Palabra

  1. “Señor, haz de mí un instrumento de tu paz”, ¿en qué medida la paz de Dios se traduce en actos y palabras en mi vida?
  2. La alegría verdadera brota del amor entregado de Jesús que vence realmente al mal y al pecado. ¿el amor de Jesús me invita a entregarme a los demás?
  3. Haced lo que Él os diga”. María nos invita a confiar totalmente en su Hijo.

 


CARTA DOMINICAL

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