III Domingo de Cuaresma
Destruid este templo, y en tres días lo levantaré
Se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre». Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora». Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron: «¿Qué signos nos muestras para obrar así?». Jesús contestó: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré».
Los judíos replicaron: «Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?». Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y creyeron a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús.
Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba a ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.
San Juan 2, 13-25
Comentario bíblico por Álvaro Pereira
Las primeras lecturas de los domingos de esta Cuaresma (ciclo B) presentan sucesivos momentos de la alianza del Antiguo Testamento. Tras los pactos de Dios con Noé y Abrahán, hoy se nos relata la alianza sancionada por Dios con su pueblo en el Sinaí. El Señor se les ha revelado como un Dios misericordioso y fiel que los ha sacado de Egipto. Él se compromete a acompañar y cuidar de su pueblo. Israel, por su parte, también debe ser fiel a la alianza cumpliendo la Ley que se les da, una Ley perfecta que es descanso del alma, como dice el Salmo responsorial, y cuya síntesis radica en el Decálogo que hoy leemos.
En la segunda lectura, san Pablo enfrenta a los corintios con la paradoja de la fe. Ellos estaban impresionados por la sabiduría y elocuencia de su época. Pablo, en cambio, les muestra que Dios ha querido salvarnos por la locura del anuncio de un Mesías crucificado. El Evangelio invierte los valores sociales: lo débil es fuerte, lo vergonzoso es honroso y lo necio es sabio.
En el Evangelio, la purificación del templo que realizó Jesús es interpretada desde el paralelismo entre el templo de Jerusalén y el cuerpo de Cristo. El templo era el lugar más sagrado de los judíos en el que poder acceder a Dios. En el relato, la “destrucción” y “reconstrucción” del templo “en tres días” son identificados con la muerte y resurrección de Cristo. El evangelista está anunciando así que, a partir de la muerte y resurrección de Cristo, se entra en contacto con Dios ya no por los sacrificios ofrecidos en un lugar sagrado, sino por la relación con una persona: Jesucristo, el Hijo de Dios.
Orar con la Palabra
- Dios ha hecho una alianza con su pueblo y con cada uno de nosotros. Agradece a Dios su alianza, comprométete fielmente con Él y cumple su Ley.
- ¿Qué valores de nuestra sociedad te atraen más? Trata de confrontarnos con la predicación del Mesías crucificado, ¡ese es nuestro verdadero criterio de discernimiento!
- ¿Guardas el respeto indicado al lugar sagrado en el que celebras cada domingo? ¿Reconoces el cuerpo de Cristo (eucarístico y eclesial) como la presencia eminente de Dios en el hoy de nuestra historia?