Inmaculada Concepción de los Venerables
Habiendo celebrado esta semana la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Bienaventurada Virgen María, fiesta de gran arraigo popular en nuestra Archidiócesis, fijamos nuestra mirada en esta bella representación de La que fue concebida sin pecado en el seno de su madre, la Señora Santa Ana.
Se trata de una interesante y delicada pintura realizada sobre mármol por el pintor Lucas Valdés hacia el año 1700 que se encuentra en el lado derecho del presbiterio de la Iglesia del Hospital de los Venerables Sacerdotes, haciendo pareja con otra pintura igualmente sobre mármol que representa a la Virgen con el Niño, obra del pintor italiano Giovanni Battista Salvi, il Sassoferratto.
La pintura de la Inmaculada de Lucas Valdés nos muestra a la Pura y Limpia siguiendo su tradicional iconografía, de pie sobre la luna ante la que aparece la serpiente del Génesis, con las manos juntas en actitud de oración y con la mirada baja, llena de humildad y unción. Coronada por las doce estrellas del Apocalipsis, la Virgen viste túnica blanca y aparece revestida con un manto de un color azul bellísimo, como se representa a la Inmaculada desde que Francisco Pacheco indicara en su “Arte de la Pintura” que así había que pintar a las Inmaculadas, ya que con estos colores se había aparecido Ésta a Santa Beatriz de Silva.
En el ángulo superior a la derecha de la Virgen, aparece tras una nube el Padre Eterno con el Espíritu Santo representado en forma de paloma en su pecho, mirando a María, con los brazos abiertos en actitud de bendecirla y como admirando su obra más perfecta. Equilibrando la composición, a la izquierda de la Inmaculada en el ángulo superior, revolotean dos ángeles envueltos en una nube.
Todas las imágenes que aparecen en la obra se recortan sobre el fondo marmóreo de color rojizo en el que se destaca especialmente el azul de manto de la Inmaculada, y que le confiere un aspecto de gran originalidad.
Lucas Valdés, hijo del genial Juan de Valdés Leal, había nacido en Sevilla en 1661, muriendo en 1725 en Cádiz, siendo un artista más discreto que su padre, al decir de los expertos, pero no exento de una gran personalidad. De entre su prolífica obra destaca sin duda toda la producción en esta Iglesia de los Venerables, en la que siguiendo los modelos de su padre imposibilitado por la enfermedad, realiza en torno a 1685 los murales que decoran los muros de la nave y la bóveda, que presentan un rico e interesante programa iconográfico, así como los murales en el pórtico de entrada de la Iglesia y las dos pinturas del presbiterio que representan a San Fernando ante la Virgen de la Antigua y San Fernando entregando la mezquita al obispo D. Felipe, siendo las obras más destacables los dos lienzos que forman parte del retablo mayor, la Sagrada Cena y la Apoteosis de San Fernando. Por último, en la escalera principal del Hospital se conserva un lienzo de la Presentación del Niño Jesús al templo, realizada en 1699.
Antonio R. Babío, delegado diocesano de Patrimonio Cultural
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