Inmaculada Concepción, Parroquia de San Sebastián, Alcalá de Guadaíra.
Celebramos la semana próxima la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, por lo que presentamos hoy en nuestra sección esta imagen vinculada al nuevo beato Agustín Alcalá y Henke, beatificado el pasado 18 de noviembre en la Catedral junto con otros 19 mártires del siglo XX de nuestra Archidiócesis.
El beato Agustín Alcalá y Henke, natural de Alcalá de Guadaira donde nació en 1892, fue hermano mayor de la Hermandad Sacramental de esta Parroquia de San Sebastián y se destacó por su devoción eucarística, su amor a la Inmaculada y su caridad para con los pobres y necesitados. Igualmente ocupó el cargo de presidente de la Asociación de Exportadores de Aceitunas Sevillanas, donde sobresalió por su trato a los trabajadores, procurando que el salario que percibieran les permitiera vivir con dignidad. Precisamente esta entidad decide en el año 1941 sufragar los costes de la reedificación de la Capilla Sacramental destruida en la guerra, así como costear el retablo, desaparecido el primitivo obra del retablista Manuel García de Santiago fechado en 1777, y la nueva imagen de la Inmaculada Concepción para que sustituyera a la anterior, una obra magnífica atribuida con mucho fundamento a Pedro Duque Cornejo por su parecido con la Inmaculada del Convento del Santo Ángel de Sevilla, y que provenía parece ser de un convento situado en la calle Bustos Tavera de la capital; todas estas obras se realizan en memoria de Agustín Alcalá, asesinado el 17 de julio de 1936, que será enterrado en esta Capilla.
Así, la nueva escultura se encarga al escultor Sebastián Santos Rojas (Higuera de la Sierra, 1895- Sevilla, 1977) quien, siguiendo la iconografía tradicional de esta devoción mariana, realiza una obra de elevada calidad y unción, que destaca por su gran tamaño. Presenta a la Inmaculada Concepción con las manos unidas en gesto de oración y recogimiento, de pie sobre una nube cuajada de cabezas de ángeles que se remata en su parte inferior por la luna con las puntas hacia abajo, mientras se disponen a ambos lados flanqueando a la Virgen dos ángeles de cuerpo entero que sostienen un espejo y una azucena. El tratamiento del manto confiere gran movimiento al conjunto, que presenta influencias de los escultores de la escuela sevillana, mientras que en el bello rostro de la Purísima podemos reconocer ecos de Alonso Cano entre otros.
La presencia de los restos mortales del mártir alcalareño a los pies del retablo que contiene el Sagrario y esta imagen de la Inmaculada, nos habla del testimonio que como cristianos estamos llamados a dar en nuestra vida cotidiana, testimonio que se alimenta del ejemplo sublime de la entrega de Cristo por amor a todos nosotros, patente en la Eucaristía presente en el Sagrario, así como en la protección amorosa y el auxilio de la Madre de Dios y Madre nuestra, la Reina de los mártires.
Antonio Rodríguez Babío
Delegado diocesano de Patrimono Cultural
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