Intervención en la apertura de las V Jornadas Católicos y Vida Pública (17-02-12)

Intervención en la apertura de las V Jornadas Católicos y Vida Pública (17-02-12)

V JORNADAS «CATÓLICOS Y VIDA PÚBLICA» 

Organizadas por la Fundación San Pablo Andalucía CEU

Sevilla, 17 y 18 de febrero 2012

 

1.   Comienzo mi intervención agradeciendo a la Fundación San Pablo CEU Andalucía y a la Asociación Católica de Propagandistas la organización de estas V Jornadas «Católicos y Vida Pública» que hoy inauguramos. La Asociación, que desde su fundación por D. Ángel Herrera lleva en el alma el anhelo de servir a la Iglesia como ella quiere ser servida, al mismo tiempo que recuerda a los católicos españoles su vocación propia y la urgencia de estar presentes como creyentes en la vida pública, procura presentar también a la sociedad los problemas urgentes del momento como es el caso en este año de las violaciones de la libertad religiosa en el mundo que afectan sobre todo a las confesiones cristianas y muy especialmente a la Iglesia católica.

 

2.  Pocos derechos del hombre quedaron tan bien perfilados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos de 10 de diciembre de 1948 como el derecho a la libertad religiosa. Efectivamente en el artículo 18 se declara que ?toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión, y que este derecho incluye la libertad para cambiar de religión o de creencia, así como la libertad de manifestar su religión individual o colectivamente, tanto en público como en privado, por la enseñanza, el culto y la observancia?. Sesenta y cuatro años después este derecho y la Declaración que lo avala son conculcados en muchas partes del mundo fundamentalmente contra los cristianos.

 

3. En un reciente congreso celebrado en la Pontificia Universidad Lateranense de Roma sobre ?Las persecuciones a los cristianos en el siglo XXI? se afirmó que cada cinco minutos se asesina a un cristiano en el mundo por razón de su fe. Cada año 105.000 cristianos son condenados al martirio en el mundo. Estamos ante un verdadero holocausto del que apenas se habla, como se habla muy poco de la persecución desencadenada contra los cristianos en Nigeria, donde el día de Navidad fueron asesinados cuarenta cristianos en una iglesia. Según la Agencia Fides de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos, durante 2011 26 misioneros católicos fueron asesinados en el mundo, siendo América Latina  la región con más muertes, 13 en concreto.

 

4. Corea del Norte encabeza, por décimo año consecutivo, la lista de países que más cruentamente persiguen a los cristianos según un informe elaborado todos los años por la organización alemana Open Doors. En Corea del Norte los cristianos son tratados como enemigos del Estado, y se calcula que entre 50.000 y 70.000 cristianos están internados en campos de trabajo en ese país. Afganistán ocupa el segundo lugar, seguido por Arabia Saudí y Somalia, según dicha lista. La citada organización señala que la situación de los cristianos ha empeorado especialmente en aquellas regiones donde el fundamentalismo islámico ha ganado influencia. Señala además que las transformaciones que se están dando en el norte de África, la llamada primavera árabe, no representa una esperanza en ese sentido, sino todo lo contrario, como demuestra la persecución de los cristianos coptos en Egipto y la constante agitación anticristiana por parte de islamistas radicales. Según estimaciones de Open Doors, cerca de 100 millones de personas en todo el mundo sufren persecución a causa de su fe cristiana, y en muchos países sólo pueden vivir en forma clandestina. Especialmente dolorosa es la situación de los cristianos en Orissa, en la India.

 

5.  Gracias a Dios, ni en Europa ni en España se producen situaciones como las descritas. Pero se dan limitaciones de la libertad religiosa más sibilinas. En los últimos años hemos padecido en España una campaña contra los signos religiosos en escuelas, hospitales y lugares públicos, una contradicción en una sociedad que quiere ser abierta, plural y tolerante. Pero la tolerancia no se construye sobre la previa aniquilación de los signos de la fe, sino sobre su respetuosa aceptación como expresión de las creencias y de la fe religiosa que ha dado vida y sentido a la historia de nuestras comunidades y nuestro pueblo. La todavía vigente asignatura ?Educación para la Ciudadanía?, llamada remodelarse sustancialmente en el próximo curso, ha supuesto también una conculcación de la libertad religiosa, puesto que ha ignorado el derecho de los padres a ser los primeros educadores de los hijos según sus convicciones religiosas y morales. Como supone también una conculcación de la libertad religiosa la reciente prohibición del Gobierno vasco de emitir unos spots publicitarios en la televisión, en los que se anima a los padres a apuntar a sus hijos a la clase de Religión.

 

6. ¿Por qué todo esto? ¿Por qué esta inquina contra el cristianismo y contra la Iglesia, que no se da con otras confesiones religiosas, hasta el punto de poder hablar de cristianofobia? Para preparar esta breve intervención, he vuelto a leer en estos días el capítulo IV de la Historia de la Iglesia del P. Ludwig Hertling, que trata de las causas de las persecuciones en los tres primeros siglos de la Iglesia. El P. Hertling descarta como causa desencadenante razones jurídicas, el derecho penal romano. Descarta además la ley de lesa majestad y la obligación de tributar culto al emperador. Descarta también motivos políticos, es decir, que el imperio romano viera amenazada su existencia  por el crecimiento del número de los cristianos. Rechaza por fin el concepto de sacrilegio. Todas estas causas en algunos casos pudieron coadyuvar, pero la causa fundamental que encuentra el P. Hertling  es el odio a la religión cristiana, la cristianofobia. ?No hay razón alguna para resistirse tanto a admitir este motivo. El amor y el odio desempeñan en la historia de la humanidad un papel muy importante, más importante a veces que los motivos racionales?. Los que en todos los tiempos han perseguido a los cristianos (los hugonotes, los revolucionarios franceses, el nazismo, el comunismo y el islamismo radical de nuestros días), han aducido para justificar su conducta todos los pretextos posibles y más o menos verosímiles, pero en el fondo lo que realmente los movía o mueve  es el odio al cristianismo y a la Iglesia. ?El historiador no ha de cerrar los ojos a estas oscuras facetas del alma humana, empeñándose en buscar siempre una explicación racional?.

 

7. Y cuál es el origen del odio contra los cristianos. Con respecto a los tres primeros siglos del Tertuliano nos habla la hostilidad de los judíos, cuyas sinagogas ?eran semilleros de persecuciones?. Intuimos también la hostilidad de quienes veían sus intereses económicos  amenazados, los sacerdotes y los artesanos que vivían del culto pagano, los adivinos, astrólogos y filósofos. Es imaginable la hostilidad de una sociedad amoral que ve en la vida sencilla, recatada y virtuosa de los cristianos una denuncia implícita de los excesos del paganismo decadente. En este sentido leo un fragmento de uno de los primeros documentos de la literatura cristiana, la carta a Diogneto, que nos describe el estilo de vida de los cristianos: «Los cristianos no se distinguen de los demás ni por su modo de hablar ni por sus costumbres. No habitan ciudades exclusivas, ni hablan una lengua extraña, ni llevan un género de vida aparte de los demás… Se adaptan en vestido, comida y género de vida a los usos y costumbres de cada país… Su conducta, sin embargo, es admirable y?  sorprendente. Habitan en sus propias patrias, pero como forasteros… Toda tierra extraña es para ellos patria, y toda patria tierra extraña… Pasan el tiempo en la tierra, pero tienen su ciudadanía en el cielo… Son pobres y enriquecen a muchos. Carecen de todo y todo les sobra… Están en la carne, pero no viven según la carne?.

 

8.    Es evidente que fuera del cristianismo ninguna otra forma religiosa ha sido perseguida con la saña y el enconamiento con que ha sido perseguido el cristianismo a lo largo de veinte siglos en todas las latitudes geográficas. No faltan quienes afirman que este hecho es un signo de credibilidad, un argumento apologético sobre la verdad del cristianismo. Y no les falta razón, pues como enseña Tertuliano en su Apologeticum, ?En cuanto la Verdad entró en el mundo, con su sola presencia levantó el odio y la hostilidad». Así es en realidad: el esplendor de la verdad encierra para unos una atracción irresistible y para otros, por las más diversas razones, un rechazo ciego y visceral. Así ha sido siempre. Pues bien, sirva este breve apunte de carácter histórico para interpretar el momento actual, pues como dijera Cicerón, ?la historia es maestra de la vida?, y las lecciones del pasado iluminan nuestros pasos y nos ayudan a situarnos adecuadamente ante el presente.  Muchas gracias.

 + Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla

 


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