La Administración diocesana replantea la gestión económica con soluciones imaginativas y prioridades en el gasto
El pasado 1 de abril dio comienzo el plazo para presentar las declaraciones de la renta correspondientes al ejercicio de 2019. Paralelamente, la Iglesia en España retomó su campaña de sensibilización con la que informa de la labor que desempeña en la sociedad al tiempo que pide la colaboración de los españoles por medio de la ya famosa casilla en la declaración. Por otro lado, los sevillanos, un año más, han demostrado su sensibilidad hacia una Iglesia que estos días de confinamiento se sigue mostrando como una referencia de primer nivel en la atención a los sectores más afectados por la pandemia del coronavirus.
Los españoles están con la Iglesia. Este es uno de los titulares que resume la subida de las aportaciones de los contribuyentes españoles a la Iglesia por medio del Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas (IRPF). Según informó la Conferencia Episcopal, la contribución a la Iglesia Católica por esta vía alcanzó el pasado año una cifra récord: 284,4 millones de euros o, lo que es lo mismo, uno de cada tres contribuyentes marcaron la equis en la casilla del 0,7 % a favor de la Iglesia.
Aumenta la aportación de los sevillanos
Esta tendencia se hizo sentir también en Sevilla. Los datos ofrecidos por el Ministerio de Hacienda revelan un ligero aumento de la aportación de los sevillanos. Concretamente, 329.322 declaraciones contaron el pasado año con la equis en la casilla de la Iglesia, lo que supone un aumento 8.600 declaraciones respecto al ejercicio anterior. Eso se traduce en 10.888.359 euros (un millón más que en 2017), si bien, como es sabido, no toda esa cantidad revierte directamente en la Archidiócesis, ya que una parte de destina a diócesis más necesitadas a través del Fondo Común Interdiocesano. Como suele afirmar monseñor Asenjo, estamos hablando de una diócesis solidaria. Alberto Benito, ecónomo diocesano, valoró muy positivamente este dato, en la medida que se traduce en una alta percepción de la acción de la Iglesia en la sociedad sevillana: “Resumiéndolo mucho, la Iglesia es fiable, y los ciudadanos perciben su aportación para que la sociedad sea mejor”, afirmó.
Por cierto, el Arzobispo comienza su carta pastoral de esta semana con un aviso para navegantes que deja poco espacio a la duda: “Defraudar a Hacienda es un comportamiento moralmente rechazable. Hacer la declaración de la renta en conciencia y con veracidad es obligación de todo ciudadano. Para los cristianos –añade- es un deber religioso”.
“Un esfuerzo de creatividad económica”
La Archidiócesis mira ya al futuro, como no puede ser de otra manera teniendo en cuenta las consecuencias que se van a desprender del actual estado de alarma. La ausencia hasta ahora de colectas, una de las principales partidas de ingresos de las parroquias, tendrá sus consecuencias, y de hecho ya se trabaja en las alternativas. Entre ellas, Benito subraya la conveniencia y los beneficios de suscribir cuotas a favor de la parroquia o la Archidiócesis. Unas cuotas que tienen importantes deducciones fiscales: “De cada 150 euros que se donen, el Estado devuelve 112,5 cuando se realiza la declaración”, explica el ecónomo.
El cierre al público de la Catedral es otro aspecto del que se derivan consecuencias económicas. Buena parte de los tres millones de euros que el Cabildo entregó a la Archidiócesis se han destinado a las reformas y restauraciones en templos, y esta partida se verá seriamente afectada para el próximo ejercicio, un escenario para el que la Archidiócesis busca otras opciones. El ecónomo insiste en que “hay que ser imaginativos”. “La Archidiócesis está reformulando sus cuentas y haciendo un esfuerzo de creatividad económica”, añade. Al respecto, subraya que “al igual que toda la Iglesia, no ya en España sino en el mundo, y que todas las personas y entidades, nuestra Iglesia diocesana tendrá que ajustarse a lo que tenemos”. Alberto Benito parte de un criterio básico en la economía de la Archidiócesis: “Es simple, gastar lo que tienes. Por tanto –apunta- tendremos que ajustar nuestro presupuesto a lo que tenemos”. Eso comporta un nuevo discernimiento, establecer prioridades, ver las “necesidades perentorias” a las que hay que hacer frente, aunque subraya que “siempre se ha tenido claro”.
Todo apunta a que el nuevo escenario socioeconómico demandará opciones del gasto basadas en la austeridad así como un compromiso serio de los católicos con su Iglesia. Monseñor Asenjo, en la referida carta pastoral, ha vuelto a llamar a la conciencia de los sevillanos para que sean parte activa en el trabajo que la Iglesia realiza a favor de quienes tanto lo necesitan (“los pobres que están siendo ya legión”, afirma). Y eso pasa, inevitablemente, por un esfuerzo de todos, por sentirnos partícipes y asumir nuestra condición de católicos, miembros de una Iglesia, conscientes de nuestra responsabilidad.
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