La Archidiócesis de Sevilla extrema las medidas de seguridad como consecuencia de la pandemia del coronavirus
La Archidiócesis de Sevilla ha realizado un importante esfuerzo para adaptar su funcionamiento, sus rutinas diarias, a las exigencias de seguridad e higiene que se derivan de la pandemia del coronavirus. Una adaptación que va desde los niveles parroquiales hasta la propia Curia Diocesana, en el Palacio Arzobispal.
Una de las medidas adoptadas por la Archidiócesis durante los estados de alarma decretados por el Gobierno fue la realización de test para conocer la posible infección tanto de los sacerdotes como del personal que trabaja en el Arzobispado. Las pruebas serológicas practicadas dieron como resultado dos sacerdotes que ya habían pasado la enfermedad y se encontraban en perfecto estado de salud. Las sesiones se llevaron a cabo en el Seminario Metropolitano con la colaboración de la Clínica de Fátima y Laboratorios Echevarne. Las personas que presentaron alguna incidencia fueron sometidas a exámenes PCR para descartar cualquier problema médico.
Atención especial en la Casa Sacerdotal
De forma especial, se han aplicado pruebas adicionales a los sacerdotes alojados en la Casa Sacerdotal Santa Clara, medio centenar de presbíteros que reciben una atención médica en la propia residencia. Desgraciadamente, en las primeras semanas del confinamiento hubo que lamentar el fallecimiento del sacerdote Alfredo Corona, que estaba siendo atendido en el Hospital San Juan de Dios.
Todas las cautelas han sido pocas, tanto a nivel diocesano como en pequeñas comunidades. Alberto Benito, ecónomo diocesano, subraya el cuidado que se ha tenido en las parroquias por cumplir las indicaciones expuestas en los sucesivos decretos del Arzobispo, “desde la limitación del aforo hasta las indicaciones en los bancos, la eliminación del agua bendita y los cambios en las celebraciones litúrgicas, pasando por la creación de grupos de voluntarios que servían gel hidroalcohólico a los fieles o les acompañaban hasta el lugar que debían ocupar en la iglesia”.
En el Arzobispado se han extremado las medidas, con la adaptación durante las primeras semanas al teletrabajo. En esos días se adecuó el acceso a las exigencias que planteaba la pandemia, instalando cámaras termográficas, dispensadores de gel en distintos puntos del edificio, pantallas de metacrilato en departamentos de atención al público y procurando mascarillas a todos los trabajadores de la Curia.