La Catedral de Sevilla acogerá la Misa Crismal, el Martes Santo a las once de la mañana

La Catedral de Sevilla acogerá la Misa Crismal, el Martes Santo a las once de la mañana

La Catedral hispalense acogerá el próximo 30 de marzo, Martes Santo, a las once de la mañana, la Misa Crismal, presidida por el Arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo.

“Una Eucaristía de una gran hondura sacerdotal, donde los presbíteros del clero estrecharán la comunión con el Señor como partícipes del único sacerdocio de Jesucristo y miembros de un único presbiterio”.  Así lo ha expresado monseñor Asenjo, en una carta que ha escrito a los sacerdotes y religiosos de la Archidiócesis con motivo de esta celebración.

“La Misa Crismal es una de las ceremonias más bellas y de más rico simbolismo de todo el año litúrgico. Como sabéis, su lugar propio es la mañana de Jueves Santo. En nuestro caso, para facilitar vuestra asistencia, la celebramos en la mañana del Martes Santo. Yo os invito con mucho interés a acudir a esta celebración. Todos sabemos el bien que nos hacen los encuentros arciprestales y de Vicaría, y muy especialmente este encuentro de la Misa Crismal y la fiesta de san Juan de Ávila, aunque no hayamos podido celebrarla en este año a causa de la pandemia, pues reverdecen nuestra ilusión sacerdotal y nos recuerdan las fechas entrañables de nuestra ordenación”.

En este sentido, “por razones de aforo y por respeto a las medidas establecidas por las autoridades civiles y sanitarias, este año no podrán participar los laicos y las religiosas en gran número”, por tanto, el Arzobispo de Sevilla ruega que recen por los sacerdotes, “para que seamos siempre fieles, hombres de vida interior y pastores abnegados, que pidan con nosotros al Dueño de la mies que nos conceda muchas, generosas y santas vocaciones”.

A continuación, reproducimos íntegramente la carta:

A los sacerdotes y religiosos
sacerdotes de la Archidiócesis

Queridos hermanos y amigos:

El próximo día 30 de marzo, Martes Santo, a las once de la mañana tendremos en la Catedral la Santa Misa Crismal. En esta Eucaristía, de una gran hondura sacerdotal, los presbíteros estrecharemos nuestra comunión con el Señor y entre nosotros como partícipes del único sacerdocio de Jesucristo y miembros de un único presbiterio. En ella encomendaremos a la piedad y misericordia de Dios el eterno descanso de los sacerdotes fallecidos durante el año y recordaremos con afecto a los sacerdotes ancianos y enfermos. En nombre propio y en nombre de los fieles de la Archidiócesis, públicamente os daré las gracias por vuestra fidelidad humilde, por vuestro trabajo abnegado, por vuestro cansancio en los difíciles momentos vividos a lo largo de este año marcado por el dolor de nuestro pueblo como consecuencia de la pandemia y su ausencia de los templos y de los lugares de culto, por vuestra generosidad silenciosa y por vuestros sufrimientos. Y juntos también daremos gracias a Dios por el bien inmenso que el ministerio sacerdotal hace a nuestras comunidades, no siempre reconocido socialmente.

La Misa Crismal es una de las ceremonias más bellas y de más rico simbolismo de todo el año litúrgico. Como sabéis, su lugar propio es la mañana de Jueves Santo. En nuestro caso, para facilitar vuestra asistencia, la celebramos en la mañana del Martes Santo. Yo os invito con mucho interés a acudir a esta celebración. Todos sabemos el bien que nos hacen los encuentros arciprestales y de Vicaría, y muy especialmente este encuentro de la Misa Crismal y la fiesta de san Juan de Ávila, aunque no hayamos podido celebrarla en este año a causa de la pandemia, pues reverdecen nuestra ilusión sacerdotal y nos recuerdan las fechas entrañables de nuestra ordenación.

En la Misa Crismal, renovaremos nuestras promesas sacerdotales y nuestro sí incondicional a Cristo. Os preguntaré de nuevo si estáis dispuestos a permanecer como fieles dispensadores de los misterios de Dios en la celebración de la Eucaristía y en las demás acciones litúrgicas, y a desempeñar fielmente el ministerio de la predicación. En esta Eucaristía bendeciremos los santos óleos y consagraremos el santo crisma. Con él, serán ungidos los nuevos cristianos y serán signados los que reciban la confirmación. Con él se ungen también las manos de los nuevos presbíteros. Con el óleo de los catecúmenos serán ungidos los que van a recibir el bautismo, y con el de los enfermos el Señor fortalecerá a los que sufren en su cuerpo o en su espíritu.

A lo largo de la Semana Santa vamos a revivir de manera muy especial los acontecimientos redentores, la Pasión, Muerte y Resurrección del Señor. Será una Semana Santa distinta, hacia dentro, pues no podremos disfrutar de la belleza de nuestras imágenes en sus Estaciones de Penitencia. Por ello, preparémonos a vivirlos con autenticidad y hondura espiritual. Vivamos con intensidad la Pascua, es decir, el paso del Señor de este mundo al Padre, que es al mismo tiempo el paso del Señor junto a nosotros para humanizarnos, santificarnos y ofrecernos los frutos de su Pasión. Quiera Dios que quien resucita glorioso en la Pascua florida, resucite también en nuestros corazones y en nuestras vidas. Sólo así experimentaremos la verdadera alegría de la Pascua. Este es mi deseo para todos vosotros, la vivencia de un Triduo Pascual verdaderamente santo.

Este año no podremos celebrar comunitariamente el sacramento de la Penitencia por razones sanitarias. Estoy seguro de que todos nos preparemos para vivir el Triduo Pascual con una buena confesión, que también debemos facilitar a nuestros fieles, pues es el sacramento de la paz, de la alegría y del encuentro con Dios, manantial de fidelidad y de santidad. Os invito también a que en estos días busquemos espacios largos para el silencio y la oración, agradeciendo al Señor su inmolación voluntaria por nosotros, la institución de la Eucaristía y el regalo de su Bendita Madre.

Por razones de aforo y por respecto a las medidas establecidas por las autoridades civiles y sanitarias, este año no podrán participar los laicos y las religiosas en gran número. Pedidles que recen por nosotros, para que seamos siempre fieles, hombres de vida interior y pastores abnegados, que pidan con nosotros al Dueño de la mies que nos conceda muchas, generosas y santas vocaciones.

Antes de concluir, quiero recordaros que la Misa Crismal es una expresión bellísima de la comunión de la Iglesia. En ella se cumple lo que dice el salmo 133: qué hermoso es ver a los hermanos unidos. A todos os espero el próximo Martes Santo en nuestra Catedral.

Un abrazo fraterno y cordial y la bendición de vuestro afmo. en el Señor, para vosotros y vuestras familias.

+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla


CARTA DOMINICAL

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