La comunidad Onuva, de La Puebla del Río, cumple 50 años
La Comunidad del Anav (Onuva) o Fraternidad de la Madre de Dios, de La Puebla del Río, celebra el cincuenta aniversario de su fundación. Por ese motivo, el arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, presidió el pasado 13 de septiembre una Eucaristía en la que participaron miembros de la comunidad, residentes del Hogar Onuva, voluntarios y sacerdotes cercanos a la fraternidad.
Después de la santa misa, el arzobispo hispalense bendijo las nuevas instalaciones del Hogar Madre de las Gracias, que actualmente acoge a 40 residentes de diferentes nacionalidades, sin hogar y con discapacidad física.
Durante su homilía, don José Ángel citó el salmo 125, “El Señor ha estado grande con nosotros y estamos alegres”. Sobre esta frase del salmista, vertebró su predicación a la asamblea. “Este es el sentimiento que nos embarga en un día como este en el que cumplimos cincuenta años”.
Triple mirada
En su alocución reflexionó también sobre la triple mirada descrita por el papa san Juan Pablo II en la carta apostólica Novo millennio ineunte. “Una mirada de agradecimiento a Dios y a María Santísima por todos los acontecimientos pasados, una mirada al presente con pasión y una mirada de esperanza hacia el futuro”.
“Haced lo que Él os diga”
Monseñor Saiz Meneses se ha referido al pasaje evangélico de las Bodas de Caná, destacando la figura “atenta y servicial” de María. “¿Por qué María capta ese problema que se produce?, porque Ella no está pendiente de sí misma, no se mira a sí misma y no quiere que todo el mundo la contemple; Ella está pendiente de los demás, Ella está atenta a los demás y por eso se da cuenta de la situación y necesidad de aquella familia, es decir, una vida y un corazón abiertos a Dios, al que dio su sí en el momento de la concepción y que comprometió toda su existencia unida a Cristo”.
En definitiva, exhortó a toda la fraternidad “a actuar como si todo dependiera de nosotros, sabiendo que todo depende Dios”.
Nuevas instalaciones
Al término de la Eucarística, el arzobispo hispalense bendijo las nuevas instalaciones del Hogar María de las Gracias. Al respecto, Jesús José Cabrera, uno de los primeros miembros de la comunidad, dijo que se cumplen concretamente cincuenta años de la inspiración mariana que llevó a construir en Puebla del Río esta fraternidad. “Fue el 15 de septiembre de 1974 que nació el proyecto de atención y acogida a los más vulnerables”.
Cabrera subrayó que dentro de la comunidad son conscientes “de que para encontrar a Jesucristo de una manera infalible es necesario acercarse a los pobres; ellos están en nuestro ADN. Este ha sido precisamente nuestro compromiso fundamental”. El Hogar Madre de las Gracias acogió inicialmente a niños en situación de exclusión. “Prácticamente desde que pusimos los pies en Onuva hubo siempre alguien en exclusión con nosotros, forma parte de nuestra historia”. Afirmó que este lugar, “es el último recurso para los que no tienen recursos; la casa de los últimos, los descartados, personas con problemas mentales principalmente, que van desde los 18 hasta los 65 años”.
En este sentido, el espacio recién inaugurado “permitirá resituar a los residentes. En esta nueva fase se les ofrecerá a estos hermanos nuestros las herramientas necesarias para que puedan incorporarse en la medida de sus posibilidades a la sociedad. Es un reto muy grande, lo sabemos, porque hay personas que vienen con mucho deterioro”.
Onuva tiene presencia en El Salvador, con una escuela que atiende a 500 infantes y un parvulario de 100 niños; en Guatemala, una escuela con 200 matriculaciones y un centro de salud mental.
Sobre la red de voluntarios, Jesús José Cabrera afirma que desde el inicio de la fraternidad han existido voluntarios directos e indirectos de la obra.
“Los pobres de Yhavé”
Su nombre original (Anav) proviene del Antiguo Testamento y significa “los pobres de Yhavé”, pero comenzó a llamarse Onuva.
Forma parte de su especial carisma el manifestar la diversidad y complementariedad de las llamadas que constituyen la Iglesia: matrimonios con hijos, solteros consagrados, sacerdotes… Su vida comunitaria está basada en el estilo de ida de las primeras comunidades cristianas, al servicio de los pobres y bajo la guía de la Virgen María.