La Custodia de la Parroquia de Santa María la Mayor de Pilas (II)
Continuamos con la descripción de la Custodia de la Parroquia de Santa María la Mayor de Pilas, obra de los talleres de Ysaura, del año 1885.
El tercer cuerpo está presidido por San Juan Bautista con el Cordero, sosteniendo una cruz con la inscripción “ECCE AGNUS DEI” (Jn 1, 36), el cual aparece aquí para señalar a Cristo presente en la Eucaristía, y para subrayar que Jesús es el verdadero cordero pascual que sí quita el pecado del mundo. Las esquinas aparecen ocupadas por las imágenes de Ajimélec, el rey David, Abraham y Melquisedec, prefiguraciones eucarísticas del Antiguo Testamento. Así, el libro del Génesis muestra al rey de Salén y sacerdote del Dios Altísimo, Melquisedec, que sale al encuentro de Abraham y le bendice entregándole pan y vino (Gn 14, 17-20). En el salmo 110, 4 Melquisedec aparece como paradigma de la dignidad sacerdotal del Mesías, y el capítulo 7 de la Carta a los Hebreos establece un paralelismo entre Melquisedec y Jesús, presentándolo como único sumo y eterno sacerdote. Abrahán además protagoniza otra de las escenas veterotestamentarias prefiguración de la Eucaristía, el sacrificio de su hijo Isaac (Gen 22, 1-18), que el autor de la carta a los Hebreos lee en clave pascual (Heb 11, 17-19), presentando el sacrificio de Isaac como figura de la resurrección de Cristo. Por su parte, el primer libro de Samuel narra cómo el sacerdote Ajimélec entregó a David el pan consagrado cuando huía de Saúl (1 Sam 21, 1-7). La cubierta de este cuerpo aparece decorada por uvas, hojas de parra y espigas de trigo, apareciendo en el centro una flor de la que cuelga una campana.
El conjunto queda coronado por la figura de la Fe, imprescindible para reconocer la presencia real de Cristo en la Eucaristía, y que aparece en su tradicional iconografía con los ojos tapados, el cáliz en su mano derecha y una cruz en la izquierda.
La custodia de Pilas presenta por tanto un programa iconográfico de exaltación del misterio de la Eucaristía, alrededor de la cual se disponen varios santos y figuras de la Sagrada Escritura, entre los que sobresale María, Mujer Eucarística, como la llamó San Juan Pablo II, y primer sagrario de la historia. Junto a Ella, la presencia de las figuras del Antiguo Testamento significa el cumplimiento de las promesas en Cristo, mientras que los Evangelistas y los Santos Padres subrayan la importancia de la Revelación, a través de la cual nos ha llegado el mandato de la Eucaristía. San Juan Bautista aparece cumpliendo su misión de señalarnos que el Pan de la Eucaristía es realmente Cristo, el Cordero pascual cuyo sacrificio nos ha conseguido el perdón de los pecados. La Fe en lo alto de la custodia nos recuerda que la Eucaristía es misterio de fe, la cual nos permite creer que el Pan y el Vino son realmente el Cuerpo y la Sangre de Cristo.
Antonio Rodríguez Babío
Delegado diocesano de Patrimonio
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