La Iglesia al encuentro del parado
El viernes, 1 de mayo, se celebró el tercer encuentro de la Acción Conjunta contra el Paro, una de las prioridades del plan pastoral para este curso, con la que se trata de situar la preocupación en torno a la lacra del paro en el centro de la acción de los grupos, comunidades y parroquias de la Iglesia en Sevilla. Esta iniciativa diocesana es posible gracias a la implicación de un buen número de instituciones eclesiales. Una de ellas es la Fundación Cardenal Spínola de lucha contra el paro, que lleva adelante desde 1990 diversas líneas de promoción del empleo, con la importante colaboración de un buen número de voluntarios, hombres y mujeres que, desde su realidad de seguidores de Cristo, no se conforman con su vida más o menos estable y siguen una llamada interna a servir a sus hermanos más necesitados. Sebastián Galera, empleado de banca jubilado; Luis Durán, economista y asesor fiscal; y Juan Llimona, ingeniero y consultor de recursos humanos; nos ofrecen el testimonio de la escucha, el asesoramiento y apoyo a las personas que acuden a la Fundación buscando soluciones para su situación de desempleo.
¿Cómo llegaron a la Fundación Cardenal Spínola?
Juan.- A través de un amigo que colaboraba con la Fundación. Me mostré muy interesado como si esperara que algo de esto iba a pasar y, desde ese momento, me entregué de lleno, fue muy sencillo.
Luis.- Soy economista, y desde que estudié la carrera tuve la esperanza de poner lo aprendido al servicio de los demás y de la Iglesia. Cuando un compañero me presentó el proyecto me enamoró desde el primer momento. Era lo que siempre había deseado.
Sebastián.- Yo estaba en la delegación diocesana de Orientación Social. Hablando con don José Robles en 1988 -en otro contexto de crisis-, me hizo partícipe de su preocupación por el paro que veíamos alrededor, y me incorporé enseguida al proyecto. Él se reunió con varias organizaciones y constituimos la Fundación Cardenal Spínola.
¿Es la ayuda al parado la necesidad primaria hoy?
J.- El paro es un problema que sufren dramáticamente muchos de nuestros hermanos que tenemos muy cerca y, como somos cristianos, sentimos que tenemos que decir o hacer algo.
¿Cómo ayudan al parado desde la Fundación?
J.- Desde el área de orientación en la búsqueda de empleo, ofrecemos asesoramiento integral del mercado laboral, impartimos talleres de técnicas de búsqueda de empleo, de redacción de currículum, preparación de entrevistas de trabajo, análisis de capacidades, etc. Acompañamos a más de 200 personas en su búsqueda de empleo.
L.- En el área de apoyo al emprendimiento acompañamos a personas que vienen con cierta inquietud y vemos su capacidad para desarrollar un trabajo autónomo o crear una microempresa; les ayudamos a realizar un plan de negocio o a analizar la viabilidad económica. Si es positivo la Fundación concede unos préstamos para poner en marcha el negocio.
S.- Yo estoy en acogida. Y ahí básicamente ampliamos el curriculum de las personas. De allí pasan a emprendimiento o los canalizamos según sus aptitudes.
¿Qué les aporta a nivel personal y de fe su colaboración con la Fundación?
J.- Muchísimo, porque estar cerca de los que sufren la lacra del paro es una oportunidad inigualable de compartir, de dar la mano a los demás. Si leemos el Evangelio, aquí tenemos el caldo de cultivo donde podemos crecer en la fe cada día.
L.- Para mí es una oportunidad única de poner al servicio lo que Dios me ha dado, lo que me gusta hacer, de disfrutar dando alegrías y apoyo a las personas que lo están pasando mal. Participar en la puesta en marcha de proyectos es una etapa muy bonita y de mucha ilusión, porque la compartimos con ellos que están muy afectados por el tiempo que llevan sin encontrar un camino. Es espectacular que sea la Iglesia la que ha salido al encuentro y poder participar ayudando. La Iglesia no sólo te da el mandamiento de amar, sino la posibilidad de amar.
S.- Intento poner los talentos que Dios me dio al servicio de los demás viviendo muchas veces sus alegrías y sus tristezas. Hay momentos, cuando mandamos a las personas a comedores sociales o economatos, que salgo mal de ánimo. Por eso lo que Dios me dio gratis tengo que ponerlo gratis en manos de los necesitados.
¿Cómo se ayuda a un parado de larga duración y desmotivado?
J.- En la Fundación hay psicólogos con amplia experiencia para poder enfrentar el grave problema de la desmotivación. La persona, cuando se siente comprendida, escuchada y apoyada, tiende de forma natural a salir, a dar lo mejor de sí misma, a renovarse, y vuelve a recobrar la esperanza y la ilusión. Nuestros profesionales les ayudan y acompañan en su búsqueda a encontrar nuevas metas y eso da, generalmente, resultados en un porcentaje altísimo. Es muy difícil que, en los casos que venimos viendo de personas desmotivadas, no renueven el aire de la ilusión. Y esa fórmula de escucha la empleamos todos, sintiendo lo que ellos sienten para poder ayudar.
¿Se van viendo resultados?
J.- De cinco expedientes, tres parados están trabajando. Se ven resultados. Sin embargo nadie puede pedir milagros tal y como está la cosa. Sentimos la impotencia del mercado laboral y también la alegría de verlos moverse y encontrar un trabajo.
S.- Nosotros estamos sembrando. Como Iglesia medimos también los logros en la capacidad de acogida, de identificación y de comunión que tengamos con las personas que sufren este drama y que te dicen: no tengo trabajo pero tengo dignidad. Lo que más necesitaban era la escucha, amarlos, recuperarlos, llorar y alegrarnos con ellos y seguir con ellos cuando la pequeña empresa esté funcionando. Creo que esa es nuestra identidad, la que nos diferencia de una agencia de colocación o consultoría empresarial: somos Iglesia.