La Iglesia con los mayores
Cada 26 de julio se celebra el día de los abuelos, festividad de San Joaquín y Santa Ana, abuelos maternos de Jesús. Su figura ha sido ampliamente representada en la iconografía religiosa y reivindicada como una forma de recordar a los mayores de la sociedad, su sabiduría, su cariño y su cuidado.
En la Iglesia sevillana se concreta, entre otros, en el proyecto para la tercera edad de la Parroquia Ntra. Sra. de la Candelaria, que lleva más de quince años atendiendo y acompañando a personas mayores solas, impedidas o enfermas. Se trata de un programa de la Cáritas parroquial que cuenta con la colaboración de la Pastoral de la Salud.
“Nuestra asistencia es integral”, asegura María Lanza, miembro del proyecto. Por un lado, se les proporciona la ayuda de auxiliares formadas en los talleres de Cáritas Diocesana que pertenecen a su vez al programa ‘Rueda Solidaria’ de la Fundación Cardenal Spínola. Esta ayuda a domicilio se concreta en la limpieza del hogar y preparación de comida, pero sobre todo se procura acompañar a estas personas en su soledad, escucharlos y compartir vivencias y recuerdos.
Una vez que encuentran asistencia por la Administración Pública o pasan a residir en una residencia, el seguimiento del proyecto de la Candelaria no se detiene, sino que se mantiene a través de llamadas y visitas.
Por otra parte, la asistencia se extiende a los mayores de la feligresía que no necesitan atención domiciliaria. “Celebramos, cada primer martes de mes, un encuentro en el que se ofrece una charla formativa, impartida por personal sanitario. Después compartimos un tiempo de charla, baile y juegos de mesa que siempre nos enriquece”. La atención espiritual se completa con la celebración de la Eucaristía y la participación en los cultos más importantes en tiempos litúrgicos como Adviento o Cuaresma.
“Ellos me evangelizan a mí”
Lanza es religiosa, de las Hijas de Jesús, y a sus 80 años aún sigue ayudando a este colectivo que el papa Francisco incluye en “los descartados”, a los que la Iglesia debe acoger. Después de tantos años en esta tarea, asegura sentirse “contenta”, aunque “creo que siempre se puede hacer más. Éstas son personas sencillas y agradecidas que, con su actitud, su paciencia y su manera de aceptar las cosas, me evangelizan”.
Por este motivo, hace dos llamamientos. El primero a la Administración Pública, denunciando los retrasos y eternos trámites que dificultan la consecución de ayudas necesarias para su cuidado. “Al menos seis personas a las que hemos atendido han muerto estos años esperando que llegara la ayuda a la dependencia, habiéndola solicitado hace más de cinco años”, comenta indignada la coordinadora del proyecto. Por otra parte, con un tono más amable, invita a participar como voluntario en este proyecto –actualmente son tres-, “porque verdaderamente te cambia la vida”.