“La labor que se desarrolla en el Tribunal Metropolitano tiene una orientación pastoral”

“La labor que se desarrolla en el Tribunal Metropolitano tiene una orientación pastoral”

Entrevista a Antonio Mellet, presidente del Tribunal Metropolitano de Sevilla

El pasado lunes se inauguraron las nuevas instalaciones del Tribunal Metropolitano de Sevilla. Una instancia eclesial que, sin obviar su naturaleza jurídica, tiene un claro componente pastoral o de ayuda a los fieles. Su presidente es el sacerdote Antonio Mellet.

¿A qué necesidades responde esta reforma de las instalaciones del Tribunal Metropolitano de Sevilla?

Esta reforma se traduce en una mejor atención a todos los fieles cristianos de nuestra diócesis que acudan al Tribunal solicitando la declaración de nulidad de su matrimonio. Una atención más personalizada, más cercana, y sobre todo una acogida pastoral más adecuada a sus necesidades y circunstancias.

 ¿Se trataba de una instancia quizás algo colapsada?

De ninguna manera pienso que los tribunales interdiocesanos, que antes existían, estuvieses colapsados. Ni tampoco que el Tribunal metropolitano en estos últimos meses está colapsado. No es la palabra que yo utilizaría. Es cierto que existían muchas causas de nulidad y, por falta de medios personales y materiales, a veces las causas se demoraban más de lo deseable. Pero, en todo caso, los tribunales trabajaban a un ritmo muy razonable y adecuado a los medios que teníamos. Por tanto, hablar de colapso en los tribunales creo que no es adecuado o exacto.

¿No hay quizás un desconocimiento en la sociedad acerca de lo que se hace en esta instancia judicial de la Iglesia?

En términos universales, en la Iglesia se cuida mucho que los asuntos de los tribunales eclesiásticos no trasciendan, por aquello de la privacidad y por salvaguardar el honor de las personas. Eso puede dar lugar a que los fieles en general no tengan un conocimiento muy amplio del funcionamiento del tribunal. Ni siquiera de que existen los tribunales en la Iglesia. Creo que poco a poco estamos superando esa desafortunada imagen, y que los fieles van tomando conciencia de que existe el Tribunal Metropolitano y de que está a su servicio.

De hecho, usted suele destacar esa función pastoral y de ayuda a los fieles

No perdamos de vista que todo lo que hace la Iglesia es pastoral, porque todo va dirigido a la salvación de las personas, al anuncio del Evangelio y a ayudar a los fieles a vivir en comunión con Dios de una manera más plena. La labor que se desarrolla en un tribunal tiene una orientación pastoral, aunque sea de naturaleza jurídica. Se ayuda a descubrir si verdaderamente el matrimonio existió, porque existió el vínculo del matrimonio, o no existió ese vínculo y consecuentemente esas personas están libres para contraer matrimonio canónico.

¿Cualquier jurista está preparado para atender los graves problemas de conciencia que pueden traen las personas que llegan a un tribunal eclesiástico?

Yo estoy convencido de que todos los agentes del Tribunal –unas veinticinco personas, entre jueces, defensores del vínculo, notarios y voluntarios con los que contamos- tenemos que tener ese talante de acogida, de saber escuchar, comprender y también ese grado mínimo de empatía para poder entender la profundidad de la conciencia de la persona. Insisto en que es un procedimiento jurídico, pero lo pastoral va más allá de lo jurídico. El juez no puede olvidar que si es sacerdote es pastor. Y he de decir que todos los jueces, antes de empezar a estudiar una causa, lo primero que hacemos es rezar por esas personas.

En esta línea, una de las novedades del tribunal Metropolitano de Sevilla es la Oficina de acogida pastoral y asesoramiento jurídico.

Esta oficina se creó hace apenas cuatro o cinco meses obedeciendo a la recomendación del papa Francisco de que los tribunales fueran lugares en los que se acoja a la persona, y se le ayude a discernir si debe o no dar el paso para presentar la solicitud de declaración de nulidad de su matrimonio. La persona voluntaria que lleva esta oficina recibe al interesado en la nulidad, escucha los posibles motivos y con esos elementos le asesora si habría o no posibilidad de obtener esa nulidad. Además, le encauza acerca de los abogados que pueden atenderle y las tasas económicas.

¿Dada la tipología de los casos que llegan a los tribunales, no cabría acudir a los párrocos como personas quizás más cercanas a los solicitantes?

Por supuesto que sí. Estoy convencido de que la labor de los sacerdotes que tengan el cuidado de almas de las personas es imprescindible. Siempre digo que para dar el paso de solicitar la nulidad del matrimonio, para que moralmente sea lícito ese paso, hay que tener una mínima sospecha de que el matrimonio es nulo. Y eso se obtiene cuando, en conversación, diálogo, discernimiento previo, el párroco te ayuda a descubrirlo. Evidentemente, el párroco no debe crear falsas expectativas, pero si es cierto que la labor del sacerdote en el acompañamiento espiritual es muy importante, porque en el fondo se trata de personas con una herida en su alma.

Dudas que hay en la calle: ¿Es caro solicitar una nulidad matrimonial?

Depende de los ingresos, pero en nuestra Archidiócesis la tasa judicial del tribunal ronda los mil euros. Teniendo en cuenta la media de la economía de los habitantes de Sevilla se considera que no es excesivo. Aparte los honorarios de los abogados, que tienen un techo, una minuta máxima.

¿Hay ayudas por parte de la Iglesia para las personas que carezcan de los ingresos necesarios?

Muchas ayudas. Especialmente nuestro arzobispo está muy interesado en que la cuestión económica no sea un obstáculo para que los fieles que viven una situación irregular o de duda sobre su matrimonio puedan acceder al proceso de nulidad. Hace ya muchos años que existe el instituto jurídico de la reducción de costas, e incluso el patrocinio gratuito. Ambos institutos se aplican con mucha largueza, y cuando las personas reúnen los requisitos que les hacen acreedores de estas ayudas, se les conceden inmediatamente. La cuestión económica no debe ser un obstáculo ni un temor para la persona que acude al Tribunal.

¿Sigue siendo necesario aclarar la diferencia entre nulidad matrimonial y divorcio?

Sí. El divorcio, que solo se puede producir en el ámbito civil, consiste en romper el vínculo del matrimonio. En cambio, la Iglesia, fundamentándose en el derecho natural y, por tanto, en la ley divina, cree en un vínculo entre el hombre y la mujer, válidamente casados, que es indisoluble. Así, cuando alguien acude a la Iglesia no es para ‘divorciarse por la Iglesia’. La Iglesia investiga si el vínculo matrimonial se produjo verdaderamente o si hubo algún obstáculo que en apariencia no se vio pero que impidió que el vínculo surgiera.

¿Cuánto vienen a durar estos procesos?

El Código de Derecho Canónico nos recomienda que un proceso no se alargue más allá de un año. No es una obligación, es una recomendación, y en ello estamos. Pero hay casos excepcionales o en los que surgen dificultades especialmente difíciles de solventar.


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