LA MIRADA DE CATY
Su humildad minimiza su solidaridad y su inquietud por los pobres del mundo, por los que están sólos o sienten enfermedad:
“No es lo mismo, señores, la herida que sangra en carne propia que el olor de la sangre que deja el eco de un lamento ajeno.
No sabe igual el padrenuestro del que estrena lunes con hambre que la misa del que cada domingo estrena.
No son lo mismo las mañanas solas que auguran regresos que la soledad estéril del que nada espera.
Hay tantos matices entre el sentir del que ama sin medida y el sentir del que mide cuanto ama.
Cuando el amor se acaba no es igual el quebranto del que vive para amar que la ofensa del
que cree merecer ser amado.”
Escritora, poeta y analista de nuestra realidad Caty nos transmite su decepción por los procesos politiqueros que malgastan las ilusiones de los jóvenes y empobrecen a miles y miles de familias para calmar sus ansias de riqueza y poder:
“Como tú, yo también estoy confundida, apabullada por el caos de informaciones miles que vienen, van, se encuentran y desencuentran, mienten, se desmienten y se ahogan engullidas por el mar. También boqueo inmersa en este océano insondable de redes de comunicaciones.
Como tú, yo también voy dando palos de ciego, hablando de cosas que no entiendo, decidiendo sobre asuntos turbios, densos, cuya multitud de intencionalidades ocultas y mensajes subliminares no alcanzo a abarcar. Yo también cargo con la responsabilidad de elegir entre miserables e incompetentes quien ha de llevarnos antes al infierno. Igual que a ti, me abruma la palabra lisonjera, brillante y hueca de quienes pretenden vender falsos paraísos exclusivistas al amparo del sálvese quien pueda.”
Aprieto tu mano con fuerza y se que ya no la soltarás, seguirás ayudando en silencio, acompañando nuestros pasos, iluminando nuestras oscuridades y enseñándonos como maestra buena a luchar, a no perder la esperanza, ignorar el dolor y amar, siempre amar.
La pachamama cuya belleza describiste con pasión y certeza sigue su ciclo implacable, nos llama a completar el camino, habremos aprendido a necesitar bien poco y a desear
sólo el milagro de un nuevo día, a aceptar al que llega y no prejuzgar al distinto, a cambiar la mochila de nuestros deseos por los que entran en el bolsillo del pantalón, a reírnos de nuestros dolores y animar a los que no los entienden, porque como tu bien dices, antes era antes y ahora es ahora:
“Antes, saltaba por los tejados tras fugaces estelas, ahora, arrastro los pies por las aceras y sucumbo a los charcos
Antes, me abrasaba en los parajes helados del invierno, ahora me hielo en la aridez inabarcable de mi estío
Las mariposas que en el estómago aleteaban antes, y el sabor ruinoso que dejan los gusanos ahora.
Ni me acuerdo las veces que habré besado antes, pero colecciono cada beso que me das ahora.”
Latiendo con el Sur
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