La Parroquia de la Oliva, de Lebrija, digitaliza su archivo
Mariano Ganfornina, jerezano de raíces lebrijanas, tuvo la inquietud de investigar el origen de su apellido. Para ello se acercó al archivo parroquial de la Oliva de Lebrija y tras años de trabajo fue consciente de la gran riqueza que éste contenía.
Todo comenzó por un interés sobre tu genealogía.
Sí, efectivamente. Empecé a ir a Lebrija en el año 2008, en principio movido por la curiosidad de descubrir de dónde venía, porque en mi familia siempre se había dicho que el apellido era de origen italiano. Yo no me conformé con esta respuesta y quise aplicar el método científico. Entonces me dirigí al Archivo parroquial donde están los documentos más antiguos y después de un par de años de trabajo dedicado a ello, me di cuenta de la riqueza que tienen estos archivos.
No en vano, los primeros registros de bautismo son del año 1509. Esto se debe a que es un archivo que no ha sufrido incidencias ni con la guerra civil, ni con la guerra de la independencia, ni por otras razones…sino que está completo. Y no solo tiene los registros parroquiales, sino también los cuadernos de padrones y otra documentación interesante.
Documentación que no se encuentra en ninguna Administración civil del pueblo.
Exacto, porque en concreto los registros de nacimiento, defunción y matrimonios en el Ayuntamiento de Lebrija empiezan en 1840 (treinta años de la creación del Registro Civil). Hasta entonces, todo se encuentra en la parroquia.
De esa manera, se puede reconstruir la historia de un pueblo.
Sí, porque en ese cúmulo de información no solo genealógica sino de tipo histórica que hay en los archivos parroquiales están también, por ejemplo, los libros de fábrica, que son los libros de la contabilidad de la iglesia.
En ellos se encuentran no solo los grandes acontecimientos, sino cuánto costaba el litro de aceite, por ejemplo. Precisamente de ahí sale mucha información, de todo tipo, también epidemiológica porque, aunque no suele aparecer las causas de defunción en los libros parroquiales, sí hay estadísticamente una información tremenda.
Por su parte, los cuadernos de padrones también aportan muchísima información y se usaban en su momento para saber quién vivía en cada casa y dónde.
En definitiva, es la historia de Lebrija metida entre cuatro paredes.
Estos descubrimientos te animaron a formar un equipo ¿no es así?
Sí, en principio empecé yo solo, pero cuando me planteé la digitalización del archivo y lo hablé con el párroco, decidí formar un equipo siendo consciente que ésta era una tarea que no podía abarcar una persona sola.
En este equipo –con el que trabajo desde hace diez años- lo primero que planteamos fue que el coste que llevara este proceso no iba a correr a cargo de la iglesia, sino que nosotros buscaríamos financiación. Hicimos entonces una campaña de micromecenazgo.
Y gracias a este equipo también habéis reconstruido la antigua geografía lebrijana.
Sí, porque uno de los miembros del equipo es el arquitecto de Dos Hermanas, Juan Antonio Caro, que se dedica a hacer reconstrucciones a partir de planos históricos. Y gracias a los datos tomados tanto de los padrones parroquiales como de los civiles ha logrado dibujar un mapa de la Lebrija de 1750, que de otra manera hubiera sido imposible.