Archidiócesis de Sevilla

Con motivo del centenario de la fundación de las Misioneras Eucarísticas de Nazaret por San Manuel González, ha comenzado la celebración del Año Jubilar, una de cuyas sedes es la Parroquia de la Estrella de Palomares del Río, donde el Apóstol de la Eucaristía vivó la experiencia del Sagrario abandonado.

La Parroquia de Nuestra Señora de la Estrella es una construcción mudéjar que durante los siglos XVII y XVIII sufrió importantes reformas, de las que podemos destacar las que realiza en 1778 Pedro de Silva. El retablo mayor, costeado por el vecino de Palomares Gonzalo de Baena, fue contratado en 1588 por el retablista y escultor manierista Miguel Adán, siendo transformado en el siglo XVIII, y presenta pinturas de San Estanislao de Kostka, San Antonio de Padua, Santa Rosa de Lima y San Francisco de Paula, todas de dicho siglo, de igual manera que la Virgen de la Estrella, patrona de la localidad, que preside la hornacina central. Del siglo XVI se conserva la pintura que aparece sobre la puerta del Sagrario, el Niño Jesús, así como las del ático, que representan a San Pedro y San Pablo, realizadas por el pintor Vasco Pereira. Conocemos igualmente que el retablo fue dorado por Juan Gómez Couto en 1664.

En la Capilla del Sagrario se encuentra la imagen mariana que presidía originariamente el retablo mayor. Se trata de la Virgen del Rosario, de gran belleza y elegancia, obra igualmente de Miguel Adán de 1588, si bien su policromía actual data del siglo XVIII.

Miguel Adán nació en Pinto (Madrid) en 1532 y fue discípulo de Juan Bautista Vázquez el Viejo, con quien se trasladó a Sevilla junto con Juan de Oviedo, ciudad en la que falleció en 1610. Entre sus obras destacables podemos señalar los relieves del retablo de San Juan Bautista del Convento de las Dueñas, hoy en el Museo de Bellas Artes de Sevilla y las estatuas yacentes de la segunda esposa y de una de las hijas de Hernán Cortés, en el Convento de Madre de Dios de nuestra ciudad, realizadas junto a Juan de Oviedo.

La Virgen del Rosario aparece de pie mientras sostiene con su mano izquierda al Niño Jesús, sentado de perfil sobre un lienzo blanco y vestido con una túnica dorada. Originariamente, la Virgen aparecía acompañada por una imagen de Santo Domingo de Guzmán quien, de rodillas, recogía el rosario que María le entregaba, lo cual explica la postura del brazo derecho de la Virgen, dirigido hacia abajo.

Hoy, el brazo de María señala el Sagrario que se halla a sus pies, como diciéndonos: “Aquí está Jesús Sacramentado, no dejadlo abandonado”. Precisamente, a esta Capilla llegó en 1902 San Manuel González, donde vivió la experiencia del abandono de Jesús Eucaristía, hecho determinante en su vida que le lleva a fundar las Marías de los Sagrarios, las Misioneras Eucarísticas de Nazaret y otras ramas que conforman hoy la Familia Eucarística Reparadora.

Antonio Rodríguez Babío

Delegado diocesano de Patrimonio