La Pastoral Penitenciaria retoma su labor catequética en medio de las dificultades de la COVID-19
La Delegación diocesana de Pastoral Penitenciaria de la Archidiócesis de Sevilla ha ido retomando paulatinamente las catequesis de Confirmación y los grupos de oración y reflexión en el centro de prisión de Sevilla I.
Pedro Fernández, delegado de Pastoral Penitenciaria ha informado que los privados de libertad que previamente han sido apuntados y autorizados por la Subdirección de Seguridad participan de la Eucaristía sabatina en las distintas unidades, concretamente unos 120 internos, es decir, en torno al 12 %.
En relación a la catequesis, los voluntarios imparten las sesiones antes o después de la Eucaristía, según convenga, “de momento, no tenemos ninguna dificultad en realizar la labor pastoral”. Fernández refirió que, a día de hoy, “los permisos penitenciarios sí están funcionando, así como las comunicaciones normales por cristales. Como en los demás Centros Penitenciarios de España”.
“En cuanto a los contagios de internos no se ha producido ninguno en Sevilla I, aunque sí se ha procedido a desinfectar algún módulo por seguridad. Las medidas de higiene tanto para internos como para funcionarios son estrictas y están funcionando muy bien”. Los voluntarios de la Delegación de Pastoral Penitenciaria están cumpliendo todas las normas de seguridad recomendadas. “Desde el mes de junio que empezamos a entrar, no hemos tenido ningún percance. Todo está funcionando con normalidad”.
Positivos en Sevilla II (Morón)
No han tenido la misma suerte los internos del Centro Penitenciario de Sevilla II (Morón), en dicha unidad está restringido el acceso por el brote de 14 presos que han dado positivo en Covid-19. También se ha cerrado la Unidad de Madres del CIS de Sevilla por el positivo de una de las internas. Por su parte, la Casa de Acogida de Emaús-Esperanza de la Trinidad de la Fundación Prolibertas «ha sido clausurada por diez días debido a que uno de los acogidos de Morón, y del Módulo 15, al llegar allí dio positivo”.
Refiere Pedro Fernández que, ante la nueva situación de descontrol de la pandemia, estudian diversas posibilidades de hacerse presentes ante los presos, mediante el uso de medios audiovisuales y otras técnicas de comunicación a distancia, de modo que no queden desasistidos de la atención religiosa y espiritual».
Visibilizar una realidad dramática
Al respecto “el estado de ánimo de los internos, en el momento presente, es de inseguridad y miedo ante la previsión de que vuelvan a reproducirse las medidas de seguridad y los controles de la primera etapa”.
“Las medidas de seguridad afectan dramáticamente a los presos. Se produce una ruptura casi total con el exterior. Aunque se habilitan algunas medidas de comunicación telefónica y por videollamadas con los familiares”, explica Fernández.
Sin embargo, “no todos los presos tienen la posibilidad de poder conectarse con el exterior, por ejemplo, las personas sin hogar, los que no tienen familia, los extranjeros”. Ante esta situación de indigencia de muchos presos, “la Pastoral Penitenciaria sale al paso proporcionándoles tarjetas telefónicas, transistores y pantallas de televisión, que obtenemos a través de donaciones diversas”.
“Es un colectivo humano de alto riesgo que queda anulado, invisible para el resto de la sociedad. Personas en situación de riesgo que no cuentan para el conjunto social. Las prisiones se convierten en una burbuja hermética, invisible”, reitera.
En esta línea, “Desde la Pastoral Penitenciaria tratamos de visibilizar ante la Iglesia y la sociedad la cruda realidad que vive este sector de personas, quienes hoy ante esta situación, son los más ignorados y olvidados”. Pedro Fernández agradeció el buen servicio que están prestando los voluntarios y encomendó a la población reclusa al amparo de la Virgen María.