Archidiócesis de Sevilla

Con motivo del 775 aniversario de la restauración del culto cristiano en Sevilla, la Cátedra de Mariología de la Facultad de Teología San Isidoro, ha dedicado su III Jornada Mariológica a la Virgen María en época fernandina y alfonsí, en un encuentro celebrado el 20 de abril, en el que participaron  como ponentes el sacerdote Álvaro Román, doctor en Teología con especialización en Mariología y profesor de la Facultad; Teresa Laguna, Catedrática de Historia del Arte de la Universidad de Sevilla y Cristina Moya, doctora en Literatura Medieval y profesora titular del Departamento de Literatura Española e Hispanoamericana de la Universidad Hispalense.

La intervención de Román consistió en una exposición sobre la presencia de María en la Edad Media, insistiendo en la categoría de presencia,  “en cuanto que la Virgen no es solo un concepto relativo a la fe o una persona lejana para los creyentes, sino todo lo contrario, una persona viva y gloriosa que se hace encontrar a través de la experiencia por parte de estos de su mediación materna, concepto en el que san Juan Pablo II insistía al decir que la Iglesia no solo cree en dicha mediación, sino que, además, la experimenta”.

Eclosión inmaculista

Desde esta perspectiva, ha planteado cómo en aquella época los fieles se dirigían a la Madre del Señor para recurrir a su intercesión celeste, alabándola, acogiéndose a su misericordia e imitando sus virtudes. “De esto – sostiene Román – el siglo XIII en el que acontece la restauración del culto cristiano en Sevilla, es todo un ejemplo, siendo considerado uno de los siglos dorados de la devoción mariana por muchos autores, en parangón al siglo V, por lo que supuso el Concilio de Éfeso, o el siglo VIII, por el Concilio Niceno II, o el XVII, por la eclosión inmaculista”.

Durante su disertación, el doctor en Teología, hizo un recorrido por los principales temas mariológicos de la época, el de la maternidad divina, el más común entre los teólogos, “por ser considerada el fundamento de todas las gracias y privilegios marianos”. En este sentido, “uno de los temas que florecen en el Medievo es el de la maternidad espiritual de María, el cual acrecentó la devoción mariana. En relación a este comenzó a subrayarse la mediación poderosa de la Madre ante el Hijo, especialmente a partir de la doctrina de san Bernardo de Claraval, uno de los pensadores marianos más influyentes de la historia”.

A su juicio, “también se encuentran bastantes pensadores que reflexionan sobre María como tipo de la Iglesia, destacando en ello Isaac de Stella, cuya doctrina llegó a ser tenida en cuenta y hasta citada por el Concilio Vaticano II para la redacción del capítulo VIII de la Lumen gentium. Uno de los temas mariológicos más interesantes del Medievo fue la doctrina de la inmaculada concepción de la Virgen, superándose en aquel entonces los problemas teológicos que dificultaban su definición dogmática, especialmente gracias al beato Duns Scoto, cuyo concepto de preservación de la culpa original resuena explícitamente en la definición que sobre ella hizo el papa Pío IX”.

Finalmente, la mariología medieval expuesta por el doctor Álvaro Román pasó a concretarse en relación a la efemérides de la restauración del culto cristiano en Sevilla por las intervenciones de las doctoras Teresa Laguna y Cristina Moya, la primera sobre las devociones marianas e imágenes reales en la Catedral de Sevilla, destacando la Virgen de los Reyes, y la segunda sobre la devoción de Alfonso X el Sabio a la Virgen manifiesta en la obra cumbre de la Baja Edad Media, las Cantigas de Santa María.