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LAS CUENTAS CLARAS

Cuentan que en cierta ocasión, no hace demasiados años, alguien llamó a la sede de la Archidiócesis (palacio arzobispal, para entendernos) preguntando por el responsable de la economía diocesana o alguien que pudiera dar información sobre las finanzas de la Iglesia de Sevilla. Puesto al teléfono alguien con capacidad de dar esa información, el comunicante explicó que estaba haciendo una investigación sobre las cuentas de la Iglesia para esclarecer de dónde procedían y en qué se gastaban los ingresos. Se le contestó que estupendo, que dónde quería que le mandase las cuentas. El comunicante se extrañó y preguntó qué cómo era eso de que le iban a mandar las cuentas, y el interlocutor diocesano le explicó amablemente que todos los años se editaba un libro con los números detallados hasta parroquia por parroquia, y que precisamente el último había salido tan sólo hace unos días. El interlocutor declinó el ofrecimiento de recibir un ejemplar de las cuentas y que ya no le interesaba la información. Tal vez la verdad y la transparencia iban a estropear una “apasionante” historia de intrigas y chantajes, digna de esos libros que pululan (ahora parece que ya menos) presentando a la Iglesia poco menos que como un oscuro e inmenso holding dedicado a fastidiar al mundo.

 

Las cuentas claras. Así actúa cada año la Archidiócesis de Sevilla, mucho antes de que se ideara una ley de transparencia para las instituciones, a la que por cierto también se ha adelantado la Conferencia Episcopal realizando una auditoría externa. Céntimo a céntimo, se explica qué se hace con lo que la Iglesia recibe. Y se derriban los falsos mitos de las fortunas de la Iglesia, que, eso sí, sabe extraer de cada uno de esos céntimos todo el bien que se requiere para cumplir los fines que determinó el Señor: anunciar el Evangelio, celebrar los sacramentos, asistir a los empobrecidos.

 

Las cuentas claras quizás no sean tan interesantes como para escribir una novela, pero al menos debemos reconocer que en estos tiempos en los que cada día salta a los titulares de las noticias algún caso de desvío de fondos o de corruptela, es un soplo de aire fresco la claridad con que la Archidiócesis muestra sus cuentas. Ahora que estamos haciendo la declaración de la renta, sabemos que marcar la crucecita en la casilla de la Iglesia es toda una garantía de honradez. Y cada vez que depositamos nuestra ofrenda, pequeña o grande (todas son grandes cuando se hace con generosidad de corazón), sabremos que todo redundará en que la Iglesia pueda realizar su misión, como antes hemos especificado. Ojala que no hiciera falta usar ningún dinero, pero para movernos en este mundo se necesitan los medios indispensables.

 

Aprovecho este post para agradecer de corazón al P. Isaac García Guerrero su labor de tantos años al frente de la Delegación Diocesana de Medios de Comunicación, que ahora ha sido encomendada por el Arzobispo a un servidor. Su voz y su rostro son sobradamente conocidos en la Cope y en Canal Sur entre otros. Han sido muchos los servicios que ha desempeñado para esta Archidiócesis. Sin ir más lejos, esta magnífica página web con sus blogs, o la modernización de los cauces de comunicación diocesanos. ¡Muchas gracias, Isaac!

 

Marcelino Manzano.

(Twitter: @Marce_Manzano)


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