Las hermandades y la nueva evangelización
Hoy se pide a las hermandades que estén al servicio de la nueva evangelización. ¿Y qué es eso de la nueva evangelización?, es un concepto acuñado por Pablo VI y empleado por sus sucesores, especialmente el Papa Francisco. No se trata de reinventar el evangelio, sino de limpiar la cultura occidental, enraizada en la fe cristiana, de las adherencias acumuladas a lo largo del tiempo, que la distorsionan y enmascaran.
La nueva evangelización es pues un proceso de transformación y purificación cultural consistente en la identificación operativa de los valores esenciales del Evangelio. Para este ambicioso proceso de transformación cultural no basta con proclamar los valores esenciales para el pleno desarrollo de la naturaleza humana, se requiere la combinación de una serie de factores, entre ellos el conocimiento de la Teología Moral y la Doctrina Social de la Iglesia.
La nueva evangelización, así entendida, afecta también a las hermandades, como parte que son de la Iglesia. Es preciso, por tanto, a partir de su naturaleza y fines, ponerlas al servicio eficaz de la Iglesia en esta nueva corriente de evangelización.
En las hermandades los valores vividos por los hermanos (la Verdad), al ser puestos en práctica conforman una ética personal que acerca al ser del hombre a su deber-ser (el Bien). Como el hombre es naturalmente sociable, esa ética no se vive aisladamente, se desarrolla en las instituciones que construimos juntos, en nuestro caso en las hermandades. Se va generando así en las hermandades una cultura -unos valores básicos compartidos por la mayoría- que las identifica, les da unidad y constituye el supuesto desde el que actúan (la Belleza). Esa cultura, esa manera de entender al hombre en sí y en sus relaciones con los demás, es la base de la nueva evangelización. Se impone, pues, un proceso de análisis y de profundización de los fines de la hermandades, de sus actividades y de su modelo de gestión, a partir de estos principios.
Una última observación sobre el carácter expansivo de esta tarea a realizar desde las hermandades: el modelo que hemos planteado lleva a la consideración de los demás, en primer lugar de los hermanos con los que se comparten modelos éticos, como acreedores de Amor, a quienes hacer partícipes de la Belleza; pero esa consideración excede las posibilidades personales, sólo es posible desde la Caridad, don de Dios. En consecuencia sólo si conseguimos meter Caridad en las hermandades, las haremos partícipes de la Belleza. A partir de aquí se estará en condiciones de expandir esos valores y los consiguientes modelos éticos. Es decir, se estará en condiciones de promover una nueva evangelización.
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