Las lágrimas de San Pedro
Uno de los cuadros más sorprendentes que hay en el Palacio Arzobispal de Sevilla es el titulado Las lágrimas de San Pedro, de Francisco de Zurbarán (1598-1664). También lo titulan algunos autores como San Pedro ante Cristo atado a la columna (pintado hacia 1640). Como se ve, es ya una obra de plenitud realizada por Zurbarán.
El pasaje presenta el cruce de las miradas de Cristo y de San Pedro, que nos cuenta el evangelio de San Lucas después de las negaciones del apóstol. La intensidad de las miradas resalta en la composición de este cuadro. El mismo fondo oscuro hace que las dos figuras se presenten llenas de sentimientos divinos y humanos: la mirada de Cristo llena de misericordia, y la de San Pedro en una ardiente súplica de perdón. Es un cuadro en que Zurbarán manifiesta su capacidad de pintar el contraste de lo divino y lo humano, en esta escena llena de profundidad religiosa.
Desde un punto de vista artístico, el tema ha sido seguramente tomado del Retablo de la Piedad de Alejo Fernández en la Catedral de Sevilla (pintado hacia 1528), y de la versión que de este tema hace Juan del Castillo hacia 1640. La obra de Zurbarán muestra una mayor intensidad en la mirada suplicante de San Pedro unida a sus manos juntas en actitud implorante, y la perfecta anatomía del cuerpo de Cristo. La pincelada de Zurbarán queda patente en la perfección de los pliegues del sudario del Señor y en la túnica y manto de San Pedro. Esta característica del pintor va a aparecer en todas sus mejores obras, hasta considerarlo el maestro de la pintura de los paños en el siglo XVII de la Escuela Sevillana.
No es extraño que este tema llamara la atención en aquel tiempo de devoción, en que las obras de arte fueron los medios de vivir más intensamente la vida cristiana. Sobre todo, la Pasión de Cristo servía de inspiración a todos los artistas.
Fernando Ga Gutiérrez, S.J.
Delegado Diocesano del Patrimonio Cultural
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