LECTURAS DEL XXV DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO (A)
LECTURAS DEL DOMINGO 24 SEPTIEMBRE
Primera lectura
Isaías 55, 6-9.
Mis planes no son vuestros planes
Buscad al Señor mientras se deja encontrar, invocadlo mientras está cerca.
Que el malvado abandone su camino, y el malhechor sus planes; que se convierta al Señor, y él tendrá piedad, a nuestro Dios, que es rico en perdón.
Porque mis planes no son vuestros planes, vuestros caminos no son mis caminos – oráculo del Señor -.
Como dista el cielo de la tierra, así distan mis caminos de los vuestros, y mis planes de vuestros planes.
Salmo
Sal 144, 2-3. 98-9. 17-18
- Cerca está el Señor de los que lo invocan
- Día tras día, te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás. Grande es el Señor, merece toda alabanza, es incalculable su grandeza.
- El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad; el Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas.
- El Señor es justo en todos sus caminos, es bondadoso en todas sus acciones. Cerca está el Señor de los que lo invocan, de los que lo invocan sinceramente.
Segunda lectura
Filipenses 1, 20c-24. 27a.
Para mí la vida es Cristo
Hermanos:
Cristo será glorificado en mi cuerpo, por mi vida o por mí muerte.
Para mí la vida es Cristo, y el morir una ganancia. Pero, si el vivir esta vida mortal me supone trabajo fructífero, no sé qué escoger.
Me encuentro en esta alternativa: por un lado, deseo partir para estar con Cristo, que es con mucho lo mejor; pero, por otro, quedarme en esta vida veo que es más necesario para vosotros.
Lo importante es que vosotros llevéis una vida digna del Evangelio de Cristo.
Evangelio
Mateo 20, 1-16.
¿Vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?
«El reino de los cielos se parece a un propietario que al amanecer salió a contratar jornaleros para su viña. Después de ajustarse con ellos en un denario por jornada, los mandó a la viña.
Salió otra vez a media mañana, vio a otros que estaban en la plaza sin trabajo, y les dijo: “Id también vosotros a mi viña, y os pagaré lo debido”.
Ellos fueron.
Salió de nuevo hacia mediodía y a media tarde e hizo lo mismo. Salió al caer la tarde y encontró a otros, parados, y les dijo: “¿Cómo es que estáis aquí el día entero sin trabajar?”.
Le respondieron: “Nadie nos ha contratado”.
Él les dijo: “Id también vosotros a mi viña”.
Cuando oscureció, el dueño dijo al capataz: “Llama a los jornaleros y págales el jornal, empezando por los últimos y acabando por los primeros”.
Vinieron los del atardecer y recibieron un denario cada uno.
Cuando llegaron los primeros, pensaban que recibirían más, pero ellos también recibieron un denario cada uno. Al recibirlo se pusieron a protestar contra el amo: “Estos últimos han trabajado sólo una hora, y los has tratado igual que a nosotros, que hemos aguantado el peso del día y el bochorno”.
Él replicó a uno de ellos: “Amigo, no te hago ninguna injusticia. ¿No nos ajustamos en un denario? Toma lo tuyo y vete. Quiero darle a este último igual que a ti. ¿Es que no tengo libertad para hacer lo que quiera en mis asuntos? ¿O vas a tener tú envidia porque yo soy bueno?”.
Así, los últimos serán primeros y los primeros, últimos».
Comentario de Álvaro Pereira
Las lecturas de hoy nos enseñan que Dios realiza la salvación que promete, pero él no actúa conforme a las expectativas y los criterios humanos. Dios es soberanamente libre y somos nosotros los que debemos adaptarnos a su lógica, la lógica de la salvación. Así dice el mismo Dios en la conclusión de Isaías 40–55, que hoy se lee como primera lectura: “mis planes no son vuestros planes… cuánto dista el cielo de la tierra… así distan mis planes de vuestros planes”.
Un desconcierto parecido sobreviene a los jornaleros de la parábola, que leemos hoy como evangelio, al ver que su patrono paga a los que han trabajado tan solo una hora lo mismo que a los que han aguantado el peso de la jornada. ¿Acaso Dios no era injusto? El patrono le replica que en realidad los que han trabajado más tienen envidia de los que han trabajado menos y no son capaces de comprender su bondad gratuita que es generosa con quienes habían estado todo el día esperando que alguien los contratara.
Con esta parábola Jesús quería convencer a los escribas y fariseos, que representaban a los llamados a primera hora, de que Dios también tenía un proyecto de salvación para los pecadores, publicanos y gente de mal vivir, llamados a la última. Los primeros debían alegrarse porque Dios era generoso con los últimos. El estudioso J. Jeremias comparó esta parábola con una parecida del Talmud de Jerusalén. En la parábola rabínica, un propietario también paga un jornal igual a un jornalero que ha trabajado menos horas que el resto. Sin embargo, en el Talmud aquel jornalero había producido mucho más que los otros en menos tiempo. Si en la parábola rabínica el jornalero recibe conforme al mérito de su trabajo; en la de Jesús, el jornalero de la última hora solo puede agradecer la bondad del propietario y los otros deben comprender que Dios es inmensamente generoso, especialmente con los que más lo necesitan. ¿Quiénes se creían (nos creemos) para cuestionar la bondad de Dios?
San Pablo, en la segunda lectura, también nos invita a transformar nuestra mentalidad y adoptar los criterios evangélicos: el peor mal, la muerte se transforma en “ganancia” porque él desea con ansia partir de esta vida y estar con Cristo para siempre. Sin embargo, seguirá viviendo y predicando sin descanso porque es lo que el Señor quiere.
Preguntas
- Isaías muestra la distancia entre los planes divinos y los humanos. ¿Te paras a discernir si tus decisiones concuerdan con los planes de Dios?
- San Pablo dice que para él “la vida es Cristo y una ganancia el morir”. ¿Amas así a Cristo?
- Relee la parábola del patrón generoso (Mateo 20,1-16) y compárala con la del padre bueno (Lc 15,11-32), ¿Qué aprendes de Dios con esta comparación?