Los frescos de la Parroquia de Santa Teresa (II)
La obra más sobresaliente del conjunto es el fresco que ocupa todo el presbiterio. Representa la Transverberación de Santa Teresa, con un estilo definido por el catedrático D. Antonio de la Banda como constructivista, casi cubista en el tratamiento de los paños, todo ello con un colorido rico, que no duda dicho profesor en calificar como fauvista.
En la parte superior aparece el triángulo, símbolo de la Trinidad, con la inscripción “SANCTA TRINITAS UNUS DEUS”, a cuyos lados salen las manos de Cristo que parecen acoger la escena inferior en la que Santa Teresa con la mirada hacia lo alto, recibe en su corazón el dardo que le envía un ángel que aparece a su izquierda entre rayos y estrellas. Toda la escena aparece envuelta de una luz dorada que nos introduce en la divinidad. La composición de triángulos concéntricos da profundidad al espacio del presbiterio, consiguiendo además plenamente el autor así el efecto descendente de la luz divina. El grupo de la santa y el ángel se encuentra delimitado inferiormente por una filacteria con los versos teresianos “VIVO SIN VIVIR EN MI Y TAN ALTA VIDA ESPERO QUE MUERO PORQUE NO MUERO” y tres cabezas de angelitos que representan las virtudes teologales, mientras que a cada lado se sitúan dos parejas de ángeles con los versos “CANTARÉ ETERNAMENTE / LAS MARAVILLAS DEL SEÑOR” (Sal. 89,2).
Como base de toda esta escena, se muestran cuatro espadañas sobre el muro de un convento, ante el cual sucede una procesión de monjas con hábito carmelita, con la mirada dirigida a la escena central y las manos unidas en actitud de oración.
En las paredes laterales del presbiterio, entre una exuberante decoración de palmas, flores y estrellas, aparecen sendos ángeles con alegorías eucarísticas: el de la nave del Evangelio, aparece entre espigas de trigo, mientras que el correspondiente a la nave de la Epístola se muestra tras una vid con racimos. Ambos alzan filacterias con los primeros versos del Pange Lingua y del Tantum Ergo respectivamente.
Sin duda una de las composiciones más personales del autor es la que se encuentra en de la Capilla del Sagrario. En el nivel más bajo del testero frontal aparece una decoración de espigas, vides con racimos de uvas y estrellas sobre fondo dorado rodeando el Sagrario. Sobre éste, en un segundo nivel Juan Miguel desarrolla la escena de la Anunciación, en la que la Virgen, sentada, escucha atenta el saludo del ángel Gabriel, quien sostiene entre sus manos una filacteria con los primeros versos del Ave María. Cabezas de querubines cierran la escena formando un arco sobre las figuras, coronando todo el conjunto el Espíritu Santo (Lc 1, 35).
Estas pinturas de la Parroquia de Santa Teresa pueden ser consideradas como una de las principales obras del siglo XX en nuestra Archidiócesis, por su originalidad formal y su colorido, así como por su riqueza simbólica y la gran espiritualidad que desprenden.
Antonio Rodríguez Babío
Delegado diocesano de Patrimonio
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