Martes Santo
En condiciones normales, hoy Martes Santo, tendríamos que haber tenido en la catedral la Misa Crismal con la consagración de los santos óleos. Es una ceremonia anual muy hermosa y llena de simbolismo, a la que acuden todos los sacerdotes de la Archidiócesis. En ella se recuerda la institución del sacramento del orden y los sacerdotes renuevan sus compromisos sacerdotales. Por razones obvias, este año no podemos celebrarla. La posponemos a la fiesta de Jesucristo Sumo y Eterno Sacerdote el próximo 4 de junio, si Dios lo permite.
Finalizada la homilía, los acólitos presentan al obispo las ánforas llenas de aceite, que evocan a sus destinatarios, a vosotros, el Pueblo santo de Dios por el que los sacerdotes nos desvivimos, al que debemos servir con pasión y entrega incondicional. Contienen el aceite para los enfermos y los catecúmenos y el crisma para los nuevos cristianos, para los confirmandos y para la ordenación de los nuevos presbíteros. A todos los rincones de la Diócesis llegará el óleo santo para curar, liberar, sanar y santificar a nuestros hermanos con el viento huracanado del Espíritu.
En esta jornada eminentemente sacerdotal, quiero dirigir un ruego muy sentido a los consagrados y los laicos: rezad por los sacerdotes y seminaristas; pedid al Señor sacerdotes santos y seminaristas generosos. Pedid también al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies. Rezad también por la Iglesia en esta hora difícil y doliente. Pedid por los sacerdotes para que vivamos fiel y santamente la hermosísima vocación que el Señor nos ha regalado en su Iglesia y respondamos con fidelidad y entusiasmo a la especial predilección que el Señor ha tenido con nosotros al llamarnos a su intimidad y al elegirnos como amigos y colaboradores de su ministerio de salvación.
+ Juan José Asenjo Pelegrina
Arzobispo de Sevilla
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