Mesa redonda sobre las Obras de Misericordia vividas en familia: “Vivir con la enfermedad te ensancha el alma”
‘Las Obras de Misericordia vividas en la familia’, así se titulaba la mesa redonda organizada por la Delegación de Familia y Vida y la Pastoral de la Salud en la tercera jornada de conferencias de la I Semana de la Familia de la Archidiócesis de Sevilla.
Manuel Sánchez Heredia, Delegado diocesano de Pastoral de la Salud moderó este coloquio en el que participaron seis personas: una enfermera, un voluntario de la citada Pastoral, un matrimonio, una joven que explicó cómo era vivir con un enfermo mental y una colaboradora de la Pastoral de Familia y Vida que participa en el Proyecto Raquel. Se trató de una charla amena y distendida en la que los ponentes expusieron sus testimonios vitales, algo que emocionó al público no en pocas ocasiones.
Sánchez Heredia aseguró que prácticamente todas las Obras de Misericordia se practican en la familia cuando surge la enfermedad que “vuelve vulnerable al paciente y condiciona la vida familiar”.
Testimonios
Comenzó la disertación una enfermera, quien explicó su experiencia con pacientes desde hacía 30 años. Además, narró su propia enfermedad y qué había supuesto para ella tener a dos enfermos en su propia casa: sus padres. “La familia es fundamental para la vida del enfermo, es una pieza clave sentirse querido y acompañado”, reconoció. También destacó la importancia de vivir esta experiencia para los niños que “asumen responsabilidades y se enriquecen”.
En la mesa redonda le siguió un agente de Pastoral de la Salud que, además, dirige un centro de día para personas mayores y ofrece ayuda a domicilio. “Hay que priorizar –instó-, prestar atención a los demás”. “No podemos abandonar a nuestros mayores en geriátricos”, criticó.
Por su parte, María José y Alejandro, un matrimonio perteneciente a los equipos de Nuestra Señora, conmovió a la sala relatando el caso de su hija pequeña, Loreto. Con sólo tres le detectaron una leucemia lo que supuso “un duro golpe para la familia”. “Es una experiencia que pone a prueba el matrimonio y a la familia, que se convierte en un gran apoyo. Pero la que te da más fuerza es tu hija, la que sufre la enfermedad”, asegura Alejandro. Reconocen que la cadena de oración que comenzó a raíz de la enfermedad de su hija les “dio paz y tranquilidad”. Aprovecharon su alocución para animar a los asistentes a donar médula y “ser ángeles de otras personas”. En su sufrimiento no dudaron de Dios porque “la enfermedad de Loreto nos ha dado esperanza y nos ha hecho ejercitar la Misericordia del Padre”.
Otro testimonio que emocionó a la audiencia fue el de Nieves, que explicó cómo era vivir desde la fe con una enferma mental. “Vivir con la enfermedad te ensancha el alma”, mantiene. Y es que su hermana lleva años luchando contra un trastorno de la personalidad. “Es duro –reconoce-, porque la ves sufrir y sufres con ella, pero lo importante es formarse e informarse”. También destacó la importancia de vivir la enfermedad en comunidad y del amor, “que todo lo comprende”.
Para cerrar la mesa redonda intervino una ginecóloga y colaboradora en la Delegación de Familia y Vida, que presentó un síndrome desconocido por muchos: el síndrome postaborto. Para ello explicó el Proyecto Raquel, una experiencia que surgió hace veinte años en Estados Unidos y que ya se ha expandido por todo el mundo. Se trata de una red compuesta por psicólogos, psiquiatras, sacerdotes y acompañantes que funcionan a nivel diocesano. Su principal objetivo es “sanar y reconciliar” a las mujeres que hayan sido víctimas de un aborto provocado. “El Proyecto Raquel es una Obra de Misericordia: sana a la madre, sana a toda la familia y a la propia sociedad”, señala.
Con estos testimonios llegó a su fin la tercera jornada de la I Semana de la Familia en la Archidiócesis de Sevilla. Esta tarde, mons. Mario Iceta, Obispo de Bilbao y presidente de la Subcomisión Episcopal para la familia y defensa de la vida expondrá unas conclusiones sobre el Sínodo de la Familia. Será a las ocho de la tarde en el salón de actos de la Fundación Cajasol (plaza San Francisco, s/n).