Archidiócesis de Sevilla

Desde que el Papa Francisco anunció el Año de la Misericordia se está escribiendo, hablando, organizando eventos…y sobre todo invitaciones a gestos concretos para hacer efectivo todo ese regalo grande que es la misericordia de Dios con nosotros y lo que Él quiere que vivamos.

Hoy me quiero fijar en la  palabra «misericordia», que aunque ciertamente la tenía incorporada en mi vocabulario  y en mi vida, pero ahora cada vez que me encuentro con ella bien rezando  un salmo o con la palabra de Dios, o cualquier otro escrito, me resuena muy distinto, se llena de  contenido y de vivencias.

El otro día, leyendo un artículo de teología, me encantó conocer el sentido bíblico de esta palabra  en arameo. Tres  palabras con una riqueza de contenido que expresa muy bien lo que es la misericordia de Dios. Os lo comparto para quienes como yo no lo conocía.

Hen / hanan significa inclinarse, mirar con amor.

El sustantivo hen deriva del verbo hanan, que significa inclinarse. Y expresa un amor personal y gratuito,  y un sincero deseo de prestar ayuda y protección eficaz. El mismo verbo hanan expresa también la idea de mirar con amor: Fijar los ojos en alguien con gran cariño y, al mismo tiempo, con singular complacencia.

 Hesed expresa fidelidad y lealtad

El hesed bíblico,  implica amor entrañable, comprensión, servicialidad, respeto mutuo, confianza y fidelidad. Sólo así será testimonio del Reino de Dios. El hesed no es sólo un sentimiento, es también, y sobre todo, acción, bondad activa, comportamiento eficaz.

Rahamin es las entrañas de una madre

Éste sea quizás el significado más conocido: el carácter ‘entrañable’, ‘maternal’ y hasta ‘femenino’ del amor misericordioso de Dios. Isaías nos dice aludiendo a Dios.

¡Pues aunque ella, la madre, se olvide, yo no te olvidaré!” (Is. 49, 14-15).

Las tres palabras –hen, hesed, rahamim-, y por este mismo orden, se encuentran  en el salmo 50,

«Inclínate sobre mí, Señor, por tu gran fidelidad, 

por tu inmensa ternura borra mi culpa”

En el Mensaje del Papa para la Cuaresma 2016 nos dice: «la misericordia de Dios transforma el corazón del ser humano haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia”.

Que podamos sentir  la misericordia de Dios como ese amor incondicional y gratuito que abraza con especial intensidad nuestras debilidades y carencias. Y cuando recemos que nos dejemos mirar amorosamente por Dios, su mirada nos salvará y nos convertirá a ser misericordioso como Él.