‘Misericordiosos, sin imagen corporativa’ (Carlos González Santillana)
Reconozcamos que nos está costando retirar de nuestros soportes de imagen pública (papelería, carteles, webs, etc.) el logo del Año de la Misericordia. Tal vez, incluso, nos provoque un cierto pudor hacerlo. ¿Por miedo a olvidarnos de algo que es fundamental? Nos hemos habituado a verlo en todos nuestros comunicados y ahora nos puede parecer que prescindir de él es dar por concluida una campaña, como tantas otras. ¿Retirado el logo, nos vamos a olvidar de la misericordia?
La verdadera imagen de la Iglesia no es la que estampamos en los vinilos y la que hacemos circular por las redes sociales, sino la que queda grabada en el corazón de una persona que se encuentra con un cristiano. Y esto sí que debe hacernos reflexionar y tomarnos muy en serio nuestra conversión personal, pastoral y misionera.
El deseo de conversión nos hace caminar SIEMPRE ADELANTE, por dos razones: porque Dios nos espera y porque el hermano nos espera. Y así ha titulado nuestro Arzobispo las Orientaciones Pastorales Diocesanas 2016-2021, que nos entregó el pasado 13 de noviembre en la clausura del Jubileo de la Misericordia.
Por eso quiero aprovechar estas líneas para invitar a todas las personas relacionadas con Cáritas (colaboradores, voluntarios, técnicos, miembros de la vida consagrada, diáconos, sacerdotes) a acercarnos a este atractivo e interesante documento, y encontrar en él un instrumento al servicio de la conversión de todos los que formamos parte de la Iglesia en Sevilla. No se trata de hacer una lectura meramente informativa que colme nuestra curiosidad sobre lo que dice; tampoco debemos plantear una lectura vanidosa, buscando qué dice de nosotros, qué dice de Cáritas. Hagamos una lectura responsable: qué espera la Iglesia de mí, de Cáritas, a partir de estas Orientaciones Pastorales, porque a eso debemos responder y no a otra cosa.
Expresa con claridad el Arzobispo que la finalidad de estas Orientaciones Pastorales es animar la renovación misionera de la Iglesia desde nuestra identidad centrada en Cristo y abierta a un diálogo evangelizador con nuestro pueblo. Y esto desde la comunión eclesial.
Analiza el documento nuestra cultura urbana, el peso de la crisis económica, la creciente secularización, nuestra cultura católica, los impactos de la secularización al interior de la Iglesia, la situación del pueblo cristiano y la necesidad de despertar. La conclusión del análisis es que nuestra Archidiócesis está llamada a ser una «comunidad misionera» en unión con toda la Iglesia y que las nuevas tierras de misión, hoy, son el mundo que nos ha tocado vivir, la cultura secularizada, las nuevas generaciones, la construcción de una sociedad más justa y solidaria.
El objetivo general de las orientaciones es responder a la llamada que el Papa Francisco hacía en el nº 25 de Evangelii Gaudium: «que todas las comunidades procuren poner los medios necesarios para avanzar en el camino de una conversión pastoral y misionera». Sin olvidar las palabras con las que el Papa termina la frase: «…conversión pastoral y misionera que no puede dejar las cosas como están». Estamos llamados a vencer la tentación de aburguesarnos, pensando que «bastante hacemos con lo que hacemos».
En las Orientaciones Pastorales se nos ofrecen cinco líneas de trabajo pastoral:
1. Fortalecer el tejido comunitario.
2. Desarrollar la iniciación cristiana y primar la catequesis kerigmática y mistagógica
3. Potenciar el servicio evangelizador de la piedad popular.
4. Cuidar la dimensión social de la evangelización y la opción por los pobres.
5. Avanzar en la conversión misionera de los evangelizadores y en la reforma de las estructuras eclesiales.
En cada una de estas líneas de trabajo se señalan las razones que la justifican, el objetivo específico que se pretende alcanzar, algunas acciones para su desarrollo y los agentes pastorales más directamente involucrados.
A simple vista diríamos que nos afecta la cuarta línea de trabajo, la dimensión social y la opción por los pobres. No olvidemos que nuestras Cáritas parroquiales y los proyectos específicos de Cáritas Diocesana a favor del empleo, las personas sin hogar, migrantes, mayores, etc… son la puerta por la que muchas personas llegan a la Iglesia. Por esa puerta no sólo deben recibir atención caritativa y social, sino que a través de ella deberían conocer el tejido comunitario, la iniciación cristiana, la piedad popular… Los agentes de Cáritas no somos trabajadores sociales, sino evangelizadores desde la acción social; trabajamos para incorporar a los excluidos por la pobreza a la vida de la sociedad y también para que se incorporen a la familia de los hijos de Dios.
Estos objetivos que se nos proponen no deberían llevarnos a calcular cuál puede ser el fruto de nuestro trabajo pastoral y trabajar para alcanzarlos apoyados en nuestros esfuerzos, sino que tendrían que ayudarnos a «sembrar con Esperanza». Uno es el que siembra y otro el que recoge. El que siembra lo hace con la esperanza de que otro recogerá. Sea así entre nosotros, empeñémonos en la siembra generosa y esperanzada de la Palabra que nos salva: Jesucristo.
Estamos en Navidad, tiempo de Esperanza, porque Él ha venido. Que por su Misericordia nos abra las puertas de su Reino. Hagamos de nuestra Cáritas puerta de la Misericordia, pero sin rótulos, sin imagen corporativa, puerta abierta al interior de la casa: la Iglesia.
Carlos González Santillana, párroco de San Carlos Borromeo y delegado episcopal en Cáritas Diocesana de Sevilla.
(Artículo publicado en Boletín informativo, 79 de Cáritas Diocesana de Sevilla).