Modificaciones en la Tercera edición del Misal Romano (I). Cambios en la consagración del Cáliz
Uno de los cambios de la Tercera edición del Misal Romano afecta a la traducción de las Palabras del Señor sobre el Cáliz para consagrarlo. En vez de “que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados” ahora el sacerdote dirá “que será derramada por vosotros y por muchos para el perdón de los pecados”. Al respecto, hay que señalar que esta traducción es más fiel al latín (“et pro multis”) del Missale Romanum y al griego, tal como está en los Evangelios (Mt 26, 28; Mc 14, 24). En esta línea, Luis Rueda, Delegado diocesano de Liturgia, apunta que en ediciones anteriores “se traducía el sentido” mientras que ahora es más literal. Así, la traducción anterior era más libre, expresaba el sentido teológico de la expresión. “En vez de traducir palabra por palabra, se tradujo lo que éstas significan para la fe de la Iglesia”.
Por otra parte, es significativo añadir que fueron el papa Benedicto XVI y la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos quienes mandaron a las Conferencias Episcopales que se tradujeran los textos más literalmente. Esto afecta a la traducción de la Sagrada Escritura, con el nuevo Leccionario, y a la traducción de los textos del Misal. “Teniendo en cuenta la historia de la Iglesia –explica Rueda- llevamos muy poco tiempo celebrando la Misa en lengua vulgar. Por tanto, había que revisar la traducción primera que se hizo hace cuarenta años”. De este modo, han sido las mismas Congregación para la fe y Congregación del Culto Divino las que han aprobado esta nueva fórmula sacramental, como ya se hiciera después del Concilio Vaticano II, cuando se modificaron las fórmulas de la Confirmación y de la Unción de los enfermos.
Por último, es destacable que la Iglesia siempre manifiesta la misma y única fe. En palabras de Luis Rueda, “ya sea la expresión anterior (“por todos los hombre”) o la expresión actual (“por muchos”), ambas expresan la fe perenne de la Iglesia sobre la redención y la salvación”. Y continúa: “la Iglesia confiesa en su fe que Dios quiere que todos los hombres se salven (cf. 1 Tm 2, 3-4) y que Cristo murió por todos los hombres ofreciendo su vida como sacrificio en la Cruz; por nuestra parte, esta salvación no es automática, sino que cada persona la ha de acoger libremente, viviendo en la fe conforme a la voluntad divina”.