Mons. Asenjo: «No consintamos que nada ni nadie melle la unidad de nuestro presbiterio»

Mons. Asenjo: «No consintamos que nada ni nadie melle la unidad de nuestro presbiterio»

El arzobispo de Sevilla ha hecho esta mañana un llamamiento a la unidad del presbiterio, “nuestra fraternidad cordial y sin fisuras, aunque nuestras sensibilidades y acentos sean distintos. «No consintamos –ha añadido- que nada ni nadie melle la unidad de nuestro presbiterio”. Este mensaje forma parte de la homilía que ha pronunciado en el curso de la Misa Crismal que se ha celebrado en el Altar del Jubileo de la Catedral  ante unas 800 personas, la mitad de ellos sacerdotes, diáconos y seminaristas. Anteriormente, el clero se ha reunido en la parroquia del Sagrario, donde ha tenido lugar la celebración penitencial. El cardenal arzobispo emérito de Sevilla, mons. Carlos Amigo, ha concelebrado la Eucaristía.

 

Llamamiento a la fraternidad sacerdotal

En su homilía, el arzobispo ha subrayado la necesidad de que los sacerdotes se preocupen unos de otros, y de que se fortalezca “la inserción y la ayuda mutua en el arciprestazgo, la búsqueda discreta de los que se aíslan, el acompañamiento cálido de los más débiles, de los que dudan, de los que yacen al borde del camino, como consecuencia del desánimo o del sufrimiento en el alma o en el cuerpo”.

Mons. Asenjo Pelegrina ha afirmado que “pocas celebraciones litúrgicas tienen un simbolismo tan rico y un significado tan hondo como la Misa Crismal”. En ella se ha consagrado el santo crisma, bendecido el óleo de los catecúmenos y de los enfermos, y “confesado a Jesucristo como sumo y eterno sacerdote, profeta y rey”. En esta línea, se ha dirigido al clero señalando que Jesucristo “debe ser nuestra única pasión, el centro de nuestros pensamientos”. “Sin Cristo, nuestro ser y nuestro ministerio se desvanece y carece de consistencia”, ha añadido.

Ha hecho también un llamamiento a la lucha contra el derrotismo y la desesperanza: “A pesar de la secularización que reseca las raíces cristianas de Europa; a pesar del desfondamiento moral que penetra por todas las rendijas de la vida social; a pesar del alejamiento y del nihilismo de una parte notable de nuestra juventud; a pesar de la crisis pavorosa del  matrimonio y de la familia; a pesar de las dificultades que el laicismo militante nos pueda crear en un futuro inmediato; a pesar del dolor y la impotencia que sentimos para salir al paso del sufrimiento y la pobreza de tantos hermanos nuestros excluidos inicuamente de la sociedad del bienestar, para el sacerdote amigo de Jesús también éste es un tiempo de gracia, de poner la mano en el arado con decisión y sin titubeos, de remar mar adentro y de echar las redes en el nombre del Señor”.

 

Renovación de promesas sacerdotales

En relación con la renovación de las promesas sacerdotales, mons. Asenjo ha recordado que “renovamos en esta mañana nuestro compromiso de vivir con finura y delicadeza el celibato apostólico por el reino de los cielos, a pesar del ambiente erotizado que ensalza y banaliza la sexualidad, un sinsentido para algunos, un imposible para otros, algo posible, sin embargo, con la ayuda de Dios, para quien está enamorado de Jesucristo y de su hermosísima misión en la Iglesia”. Además ha hecho hincapié en una vida sacerdotal con austeridad y modestia, “algo no fácil cuando nos rodean tantos reclamos hedonistas, pero que nosotros vivimos como signo de nuestro amor solidario a los pobres, sin sucumbir ante los ídolos del dinero y de los bienes materiales, en esta civilización de la abundancia, que genera la miseria del Tercer Mundo”.

“Renovamos nuestra renuncia a ser señores de nuestra propia vida para ponerla al servicio de los fieles, obedeciendo a la Iglesia tanto en el plano doctrinal como disciplinar, especialmente en la administración de los sacramentos de la Eucaristía y del perdón; obedeciendo también al obispo, aunque esto parezca incomprensible a los ojos de un mundo esencialmente individualista, en el que prima el afán por la realización personal. Porque somos los amigos de Jesús, renovamos nuestro compromiso de orar siempre sin desfallecer como una exigencia de nuestra amistad con el Señor, cultivando con especial asiduidad la oración apostólica. Porque somos los amigos de Jesús renovamos nuestro compromiso de amar gratuitamente, con entrañas de madre y corazón de padre, a nuestros fieles, particularmente a los  pobres y a los que sufren”, ha afirmado.

Renovamos nuestra renuncia a ser señores de nuestra propia vida para ponerla al servicio de los fieles, obedeciendo a la Iglesia tanto en el plano doctrinal como disciplinar

 

Recuerdo a los sacerdotes fallecidos este año y ruego por las vocaciones

Ha tenido también unas palabras de recuerdo hacia los sacerdotes enfermos y ancianos, los misioneros diocesanos y, de forma especial, hacia los once sacerdotes diocesanos, tres religiosos y un diácono fallecidos desde el último Martes Santo. Ha recordado igualmente que el próximo 28 de junio serán ordenados sacerdotes siete diáconos del Seminario Mayor de Sevilla.

La homilía ha concluido con un llamamiento a la oración por las vocaciones: “Os pido una vez más, queridos hermanos sacerdotes, que os empeñéis con todas vuestras fuerzas en la pastoral de las vocaciones. Que miréis como algo propio y muy querido a nuestros Seminarios”.

TEXTO ÍNTEGRO de la homilía en este enlace.

 


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