Mons. Saiz: «Alberto y Ascen siguen presentes en nuestra memoria personal y colectiva»
Hoy lunes, 30 de enero, se cumplen veinticinco años del asesinato en Sevilla del matrimonio formado por Alberto Jiménez Becerril y Ascensión Ortiz a manos de la banda terrorista ETA. Un atentado que se recuerda cada año con un breve acto de homenaje en el lugar del atentado, junto al que fue su domicilio en la calle Don Remondo, y la celebración de la Eucaristía en la Catedral de Sevilla.
La Misa ha sido presidida por el arzobispo, monseñor José Ángel Saiz. En su homilía, ha afirmado que la de hoy era una celebración «teñida de dolor, pero también de consuelo y esperanza. Dolor por las vidas humanas truncadas de manera criminal y absolutamente injusta; dolor por unas familias cruelmente golpeadas y heridas para siempre al perder dos seres queridos de este modo; dolor por una sociedad agredida; dolor por la manifestación terrible y desconcertante de la violencia con unas consecuencias tan alarmantes para nuestra vida personal, para nuestra vida social y para nuestra convivencia pacífica». «Hoy rezamos de nuevo con todo el corazón, con toda el alma, por Alberto y Ascen, personas llenas de nobleza y generosidad, de talento y de futuro, que siguen presentes en nuestra memoria personal y colectiva», ha añadido.
Más adelante, monseñor Saiz ha aludido al Libro de Job para señalar que «no es extraño que cuando una tragedia como esta nos golpea en lo más profundo del corazón, nos rebelemos de alguna manera y nos preguntemos el porqué». Al respecto, ha afirmado que «la culpa no es de Dios, ni tampoco nuestra, ni de tantas buenas personas como hay en el mundo. La culpa -ha apuntado- es de los que causan dolor y sufrimiento a los demás, haciendo un mal uso de la libertad». «La violencia terrorista no ha podido hundirnos en el desaliento o la desesperanza ni a nivel personal ni como sociedad. Hemos de seguir trabajando por la paz y el bien común, hemos de seguir luchando por la justicia. En los momentos de profundo dolor y a pesar de la oscuridad que provoca el sufrimiento sin límite, es preciso seguir adelante, ofrecer nuestra oración y encontrar palabras de consuelo y solidaridad para con las familias», ha destacado.
El arzobispo de Sevilla ha concluido su homilía haciendo hincapié en la esperanza. Así, ha recordado que «en los momentos de dolor, aunque el dolor sea tan fuerte, hemos de dar paso también a la esperanza. La esperanza firme de que no se trata de una separación definitiva, sino del traspaso a la casa del Padre, donde un día también nosotros llegaremos y nos encontraremos con nuestros seres queridos. La certeza del amor de Dios, que nos acompaña en la vida y en la muerte, nos ayuda a esperar con confianza la gloria del cielo para ellos. Que este amor de Dios, Buen Pastor, sea fuente de esperanza para nosotros».
Texto íntegro de la homilía