Monseñor Asenjo concede la medalla Pro Ecclesia Hispalense a Diego Gómez, de la Parroquia Nuestra Señora de las Nieves
El Arzobispo de Sevilla, monseñor Juan José Asenjo, concedió la medalla Pro Ecclesia Hispalense a Diego Gómez, por su constante servicio a la Parroquia de Nuestra Señora de las Nieves, de La Rinconada.
Diego nació en Los Molares el 7 de diciembre de 1934, es padre de tres hijos y abuelo de cinco nietos. Sus familiares lo describen como “un hombre servicial y siempre presto para transmitir la fe e inculcar valores».
Durante la ceremonia de entrega de la medalla, celebrada el pasado viernes 12 de marzo, el homenajeado dio gracias a Dios y al Arzobispo de Sevilla por tan distinción. “Te doy gracias, Señor, por la vida que me regalas cada día”.
Diego Gómez siempre ha estado al servicio de la Parroquia Nuestra Señora de las Nieves, a disposición de los sacerdotes: Rafael Escalante Avilés, Manuel Ruiz, José María Gutiérrez, Aurelio Gordillo, Florencio Bernal, Ramón Herrero, Marco Antonio Rubio y, ahora, con el actual párroco, Enrique Barrera.
Entre las tareas desarrolladas por Diego destaca su servicio como sacristán, fundador de Cáritas parroquial, acólito instituido y miembro de la pastoral de la salud, acompañante en los cursos prematrimoniales y fundador de la Hoja Parroquial. Diego ha sido también pregonero de la Semana Santa rinconera.
El párroco de Nuestra Señora de las Nieves lo describe como “un hombre de fe auténtica, servicial dentro del templo y fuera de él. En el pueblo lo quieren mucho porque ha sido muy entregado, siempre confiado en la Divina Providencia, un cristiano auténtico. Un hombre de Dios”, refiere Enrique Barrera.
La Parroquia Nuestra Señora de las Nieves agradece el buen servicio que Diego presta a diario, «lo describen como un hombre de iglesia entregado al servicio de los demás «.
Sobre la medalla
La medalla pro Ecclesia Hispalense es una copia de un pectoral de bronce de gran interés arqueológico encontrado en las inmediaciones de Itálica, que debió pertenecer a un obispo de la época visigótica, en los tiempos en que rigieron sucesivamente la Archidiócesis los santos Arzobispos Leandro e Isidoro.
El medallón, en bronce, presenta en su anverso grabado en sencilla silueta el Salvator Mundi, según la iconografía de la época, con el cáliz eucarístico y el anagrama griego IHS –iota, eta, sigma-, primeras letras del nombre de Jesús. En el reverso se representa el crismón, anagrama también griego de Cristo.
Este medallón es, junto con el sarcófago paleocristiano de Écija, la antigua sede Astigitana, el testimonio más antiguo de la Archidiócesis, y por ello se ha elegido como símbolo en la medalla que se entrega a aquellas personas que se han distinguido por sus buenos servicios a la Archidiócesis.