Monseñor Asenjo, hijo adoptivo de Sevilla

Monseñor Asenjo, hijo adoptivo de Sevilla

La ciudad de Sevilla honrará el próximo miércoles a 28 personas e instituciones en una gala que se celebrará en el Palacio de Congresos y Exposiciones. De esta forma, el Ayuntamiento rendirá un merecido homenaje a quienes, desde sus respectivos ámbitos, han trabajado por y para Sevilla y los sevillanos. Uno de ellos es el Arzobispo, monseñor Juan José Asenjo, seguntino de nacimiento, que recibirá el título de hijo adoptivo de una ciudad a la que llegó en enero de 2009 y que, como él mismo se ha encargado de reiterar, ha quedado marcada con un sello indeleble en su corazón.

En la exposición de motivos que avala la decisión del consistorio hispalense se recuerda que “próximamente finalizará su episcopado en nuestra ciudad como consecuencia de su jubilación a los 75 años”, y se subraya que ha destacado por “una incesante labor para la mejora de la Archidiócesis y de permanente colaboración con las administraciones y entidades de la ciudad para el desarrollo de proyectos sociales en las zonas más desfavorecidas y para la protección del patrimonio”. Esto bastaría por sí solo para explicar una distinción que se suma a las que ya ha recibido, entre ellas la de su Sigüenza natal. Pero el alcalde, Juan Espadas, va más allá y reconoce que “tanto en lo personal como en lo institucional, ha sido un honor coincidir en estos años como alcalde con don Juan José Asenjo”. Añade que ha tenido la oportunidad de conocer de cerca a “una persona excepcional, comprometida, cercana y solidaria, siempre preocupado por los problemas de la ciudad y dispuesto a colaborar con la administración pública en temas de carácter social o de protección del patrimonio”. El edil valora que monseñor Asenjo haya “sabido conquistar poco a poco hasta el alma de esta ciudad, algo que no es sencillo pero que ha logrado con la humildad y con el buen talante que le caracterizan”.

Una iniciativa de Cáritas

La iniciativa para la concesión de este título ha sido de Cáritas Diocesana, y su director es Mariano Pérez de Ayala, que destaca de entre los méritos que le hacen merecedor del título de hijo adoptivo “su impulso a la acción caritativa y social de la Iglesia en Sevilla, no solo por lo que se refiere a Caritas, sino también en hermandades, movimientos y comunidades”. Afirma, además, que de esta acción se ha beneficiado toda la ciudad “sin distinción de ideología o creencias” y tiene un recuerdo puntual para todo lo que supuso la celebración del Año de la Misericordia y la creación del Centro Diocesano de Empleo, “testimonio significativo del compromiso de la Iglesia con el mundo del trabajo», añade.

“Un hombre bueno”

Naturalmente, esta concesión se ha hecho sentir en el ámbito de las hermandades. Francisco Vélez, presidente del Consejo General de Hermandades y Cofradías de Sevilla, es directo a la hora de calificar al prelado como “un hombre bueno”. En declaraciones a los medios de comunicación, recuerda la llegada de monseñor Asenjo a Sevilla en 2009: “Desde aquel momento, poco a poco, hemos ido descubriendo los dones que el Señor le ha otorgado: afabilidad, sencillez, humildad, laboriosidad, responsabilidad, paciencia y un largo etcétera. Sin embargo, por encima de todas esas virtudes que acabo de enumerar, quiero destacar que don Juan José es un ejemplo de vivencia cristiana, un hombre de fe, de oración, de confiada y plena entrega a Dios”. Le agradece su acogida, afecto y “comprensión ilimitada”, al tiempo que destaca cómo “ha sabido descubrir el tesoro de religiosidad popular que guardan las hermandades de Sevilla, de las que –añade- siempre se ha preocupado para que cada día vayan creciendo en amor, conocimiento y caridad hacia Dios y todas las personas, contribuyendo de este modo y de forma decisiva a la edificación del Reino”. “Si ya era uno de nosotros, ahora lo será de pleno derecho y con todo merecimiento”, concluye.

Este iba a ser ‘el año del Gran Poder’. Sin embargo, la pandemia del coronavirus ha trastocado también el amplio programa de cultos, pastoral y celebrativo que había preparado la corporación de la plaza de San Lorenzo en colaboración con la Archidiócesis y algunas parroquias de la periferia sevillana. Su hermano mayor, Félix Ríos, califica como “justa y merecida” la distinción del consistorio. De esta forma se reconoce a su juicio “tanto su excelente labor pastoral, patrimonial, organizativa, etc, como el cariño demostrado a esta ciudad”, una Sevilla que Rios califica como “tan complicada a veces”. El hermano mayor, que acaba de conocer la prórroga del año jubilar concedido a la Hermandad del Gran Poder, le agradece “su permanente disponibilidad y claridad, atendiendo cualquier consulta o petición, ya fuera en sentido positivo o negativo, pero siempre –matiza- razonadamente y sin rodeos”. Esto último, la claridad con la que el Arzobispo se ha dirigido a las hermandades, es el aspecto que Félix Ríos subraya en este momento en el que va tocando a su fin el episcopado de monseñor Asenjo en Sevilla: “Particularmente quiero resaltar la claridad con la que siempre se ha manifestado en relación con la religiosidad popular, valorándola como tesoro de la Iglesia, al tiempo que no duda en señalar los aspectos de mejora, que los hay como en cualquier otro ámbito”. Concluye su mensaje destacando la anunciada decisión del Arzobispo de permanecer en Sevilla tras su jubilación: “Creo que es el mejor refrendo de esa condición de hijo adoptivo que Sevilla que ahora se le concede”.

“Tender una mano a quien lo necesita”

Unas de las parroquias que iba a recibir la visita del Señor del Gran Poder son las de la Blanca Paloma y la Candelaria. Su párroco es Francisco Ortiz, que valora la especial sensibilidad del prelado hacia la realidad que se vive en sus feligresías, “en lo que supone en la atención a los más desfavorecidos de nuestra ciudad y de cómo hacer presente a la Iglesia y la buena noticia del evangelio en medio de los más pobres”. Preguntado por su relación personal con el homenajeado, Ortiz afirma que “en el momento en que decidimos venir a estos barrios, encontramos el apoyo incondicional del señor Arzobispo, no solo en que viniéramos, sino en un apoyo directo a nuestra acción pastoral aquí en Tres Barrios”.

El párroco valora también el esfuerzo del Arzobispo a la hora de buscar los recursos necesarios para llevar a cabo las innumerables iniciativas emprendidas estos años en una zona tan necesitada: “Proyectos que no eran viables económicamente y que él no ha dudado en ayudarnos en buscar los recursos”, subraya. “Pienso que si alguien se merece el título de hijo adoptivo de Sevilla es nuestro Arzobispo, ya que ha sabido entregarse a la diócesis en todos los ámbitos, pero especialmente a los más desfavorecidos, no ha dudado nunca en tender una mano a quien lo necesita, sin buscar aplausos ni reconocimientos”, concluye.

“Ha cambiado las lanzas por cañas sin alterar el ademán”

A nadie escapa la trascendencia mediática de un Arzobispo en Sevilla. Y don Juan José no ha sido menos. Desde que llegara a Sevilla en 2009, sus declaraciones y actividades han sido seguidas de cerca por los medios de comunicación de la ciudad, y un ejemplo de ello son las dos principales cabeceras de Sevilla, el director de ABC, Álvaro Ybarra, abunda en el “carácter probablemente opuesto a la supuesta forma de ser de los sevillanos” que tanto se le ha asignado. “Sin embargo –afirma- su humildad, su paciencia y sobre todo su autenticidad, se han sabido ganar la admiración de cuantos le han ido conociendo”. En la misma línea, señala que monseñor “ha cambiado las lanzas por cañas sin alterar el ademán, siendo como es y anteponiendo la fe en Cristo por encima de todas las cosas”.

Desde el Grupo Joly, José Antonio Carrizosa, director de Diario de Sevilla, apunta que don Juan José “está recogiendo en estos meses en los que ya se ve cercana su despedida como arzobispo de Sevilla el cariño y el reconocimiento no sólo de la Iglesia que ha sabido dirigir con humildad y eficacia, sino también de toda la sociedad sevillana, incluso de la que podría estar más alejada de la religión”. Reconoce que “no lo tuvo fácil” y que en sus primeros años tuvo que sortear “obstáculos que posiblemente ni imaginaba cuando le tocó gestionar el legado de don Carlos Amigo”. En su opinión, lo hizo “sin estridencias y ganándose día a día el respeto de los que lo rodeaban”. Finalmente, afirma que en su trabajo al frente de Diario de Sevilla “siempre he encontrado en él un enorme respeto por la información y palabras de ánimo para la labor que desarrollamos los periodistas”. “Don Juan José va a dejar huella en Sevilla y el título de hijo adoptivo –concluye- va a reforzar el vínculo con la ciudad que ya para siempre va a ser la suya”.

“Hombre recto, sin dobleces, con las ideas claras”

Este repaso a la ciudad quedaría incompleto si pasáramos por alto la vinculación del Arzobispo con las instituciones más representativas del ámbito cultural. Ismael Yebra, médico de profesión, dirige la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, y cuestionado por los medios de comunicación diocesanos recuerda sus primeros encuentros con el entonces recién llegado: “Le entendí desde el primer momento que hablé con él”, resume. “Inmediatamente me di cuenta de que era un hombre recto, sin dobleces, con las ideas claras, un poco en guardia por ciertos tratos injustos recibidos, aunque sin mostrar el más mínimo indicio de rencor”. Compara su llegada a Sevilla con la de Santa Teresa, “cuando vino a nuestra ciudad para fundar y fue recibida como algunos sevillanos suelen hacer: a lo florentino”, y apunta que “no era nadie para darle consejos, pero le dije que acabaría ganándose a una ciudad en la que habitaban muchos niños de más de cincuenta años que se sentían felices en su arcadia y recelaban de todo recién llegado”.

“No era fácil la plaza y al toro le habían puesto banderillas negras”, añade Yebra antes de afirmar que “el tiempo fue poniendo poco a poco las cosas en su sitio y demostró que una regañina a tiempo viene bien. La casa –subraya- andaba un poco revuelta y hacía falta un brazo fuerte al que poder asirse”. La salud del Arzobispo se ha resentido en los últimos años, cuestión que no pasa por alto este médico: “Como los esfuerzos se pagan y se disfrutan, su salud se fue resquebrajando, pero no su mente”.

Sevilla ha terminado reconociendo la labor de un hombre trabajador, honesto y bueno que, como resume Ismael Yebra, “ha llevado su cruz con la dignidad que caracteriza a los héroes”. La ciudad ha acabado siendo agradecida y dejándose querer. Sevillano nacido en Sigüenza, don Juan José lo es ya de pleno derecho, con los papeles en regla.

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