Monseñor Asenjo invita a “rasgarnos el corazón” esta Cuaresma
El Arzobispo de Sevilla, monseñor Juan josé Asenjo, presidió ayer la Eucaristía e imposición de las cenizas en la Catedral hispalense, concretamente en el Altar Mayor, por el inicio de la Cuaresma.
Al respecto, monseñor Asenjo recordó ante casi dos centenares de fieles que “en este tiempo santo nos preparamos para celebrar el Misterio Pascual, corazón de nuestra fe”.
Durante su homilía también explicó, apoyándose en las Lecturas, que “el profeta Joel nos transmite de parte de Dios este mensaje: «Rasgad los corazones y no las vestiduras». Muchos de nosotros estamos siempre dispuestos a «rasgarnos las vestiduras» ante un escándalo, los pecados o la corrupción de los demás, hoy tan frecuente. Pocos, sin embargo, -apuntó- parecemos dispuestos a rasgar el propio «corazón», nuestra conciencia y nuestras más recónditas intenciones, dejando que el Señor nos transforme, renueve y convierta”. En esta línea instó a vivir una verdadera conversión de corazón: “No se trata, pues, de un aderezo o de una transformación somera y superficial, sino de penetrar desde la verdad en lo más secreto de nuestro mundo interior, con la cirugía de la sinceridad, para descubrir nuestras miserias, claudicaciones e infidelidades; el egoísmo, la envidia, la impureza, la insolidaridad, la tibieza y la resistencia sorda a la gracia de Dios, es decir, la triste realidad del pecado en nosotros, que probablemente no es fruto de la maldad, pero sí de la cobardía y la debilidad”.
El Arzobispo también destacó que la Cuaresma tiene que ser, ante todo, “un encuentro personal con Jesucristo, abandonando un cristianismo sociológico, ligado a razones de tipo sentimental, familiar, cultural, o costumbrista” y para logarlo hizo hincapié en las tres prácticas fundamentales de este tiempo litúrgico: la limosna, la oración y el ayuno. Al respecto, señaló que “son indicaciones preciosas para responder a la invitación de retornar a Dios con todo el corazón”. Además, don Juan José denunció “la hipocresía religiosa, la cosmética y la apariencia del que busca su propia gloria haciendo penitencia o dando limosna con ostentación”, recordando que “Jesús alaba a quienes lo hacen con humildad y sencillez, sabiendo que el Señor que ve en lo secreto se lo recompensará”.
Finalmente, se refirió al mensaje de Cuaresma del Papa en el que invita a vivir este momento desde la caridad: “Nos dice que la fe, que es encuentro con Dios en Jesucristo, debe suscitar en nosotros el amor y la apertura al otro, ya que la fe actúa por caridad”. Y concluyó pidiendo que “ninguno de nosotros sea sordo a esta llamada, que nos viene también del austero rito, tan simple y al mismo tiempo tan sugerente, de la imposición de la ceniza”.