Monseñor Saiz a las Pastorales Penitenciarias de Andalucía: “Edificar una comunidad cristiana en la prisión es posible”

Monseñor Saiz a las Pastorales Penitenciarias de Andalucía: “Edificar una comunidad cristiana en la prisión es posible”

El arzobispo de Sevilla, monseñor José Ángel Saiz Meneses, participó recientemente en la Asamblea de la Pastoral Penitenciaria de Andalucía, que este año cumplía su vigésimo primera edición.

La conferencia que ofreció don José Ángel llevaba por título ‘La Pastoral Penitencia en el corazón de la diócesis’ y se centró en la acción de la Iglesia en el ámbito penitenciario, “a favor de las personas que viven, han vivido o se hallan en riesgo de vivir privadas legalmente de libertad”.

En su disertación, el arzobispo aseguró que esta pastoral tiene “como objetivo primordial llevar a estas personas paz y serenidad, la alegría de Cristo resucitado”. Para lograrlo, los miembros y voluntarios deben “estar cerca de estas personas, defender sus derechos y servir de apoyo a los que necesitan reeducación personal o reinserción social”.

Además, insistió en que la Iglesia Católica debe estar en las periferias, siendo las cárceles “un borde del camino”. Asimismo, explicó que “el hermano encarcelado es para nosotros un lugar teológico de encuentro con el Señor, porque donde hay dolor Él está presente para consolar, aliviar y llevar alegría, dentro de las dificultades”. En esta línea, añadió, “Cristo está presente en la prisión. Él mismo fue condenado y estuvo en la cárcel, por eso el servicio al hermano preso es realizado al mismo Cristo y a toda la realidad por la que Él pasó. Por eso el preso, por el hecho de haber pasado Jesús por esa situación, en un lugar preferente en el corazón de Dios y de encuentro con Dios”.

Comunidad cristiana en las cárceles

El arzobispo también indicó que “edificar una comunidad cristiana en los centros penitenciaras es posible»: En primer lugar, «porque en ellas hay personas creyentes y practicantes y también internos que, en estos momentos de especial necesidad, acuden a la Iglesia para nutrirse de la esperanza que nuestra fe ofrece a los que se acogen al Señor. Pero este trabajo no solo ha de dirigirse a las personas que han delinquido, y a las consecuencias del mal causado, sino a luchar por erradicar las causas que lo han originado”. No en vano, continuó, “la Iglesia se preocupa por la persona en toda su integridad” y, por tanto, “la actuación de la Iglesia que, a través de Pastoral Penitenciaria, realiza entre los encarcelados, es lo más parecido a lo que las parroquias son para sus fieles, como un auténtico hogar en el que todos se encuentra como en su casa”.

Para fomentar esta pastoral “en salida” a la vez que se realiza una “función resocializadora”, monseñor Saiz ofreció algunas pautas: por un lado, destacó la importancia del anuncio de la Palabra Dios, “tanto en las celebraciones litúrgicas, como en las catequesis, momentos de oración, encuentros, etc., que se desarrollan a lo largo de la semana”. También aseguró que los sacramentos “son una la ayuda que ofrecen la acción redentora de Cristo, que se encuentra con el hombre y la mujer ofreciendo vida y salvación”. Junto a estos también están “los programas que desarrollan los voluntarios, cursos, talleres y actividades, que ayudan a los internos a dignificar su situación, prepararse para cuando puedan abandonar la prisión y compensar los déficits que puedan tener. También es importante la acogida que en diversos centros se hace a aquellas personas que tienen autorizados permisos de salida y que no tienen una residencia o familia que pueda recibirlos en estos días. Terminadas las condenas, la Iglesia sigue acompañando efectivamente a estar personas, especialmente a las que precisan continuar con un proceso rehabilitador, de capacitación o búsqueda de empleo para reconducir su vida”.

Cristo sufriente en el mundo penitenciario

Más adelante, el arzobispo reflexionaba sobre cómo “la cárcel es un lugar privilegiado del encuentro con Dios, porque donde hay sufrimiento y dolor Él se hace presente de una manera especial. Dios es imparcial, pero siente especial debilidad por los que sufren. Esto nos ha de llamar a los cristianos a optar por estas personas cargadas de dolor. Mirando con los ojos de Dios descubrimos que la exclusión, la pobreza, la marginación, no acontecen de manera casual, sino que, en muchos casos, son resultado de una estructura social injusta, que lleva a que se rompa la solidaridad y la comunión entre los hombres”. En este contexto, continuó, “la Iglesia debe redescubrir que su misión consiste en ser signo e instrumento de la misericordia de Dios”.

Monseñor José Ángel Saiz concluyó su intervención estimulando a los presentes a “tener confianza en Cristo y en Dios. Estar en la gran compañía de los santos y avanzar con ellos puede cambiar el mundo, creando centros en la periferia, para que esa compañía sea realmente visible y así se haga realidad la esperanza de todos”.


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