Monseñor Saiz al clero: “La caridad pastoral debe ser la clave determinante de nuestra vida sacerdotal”
Cientos de sacerdotes se han dado cita hoy en la Catedral hispalense para celebrar el día de San Juan de Ávila, patrón del clero secular español.
La Eucaristía ha estado presidida por el arzobispo, monseñor José Ángel Saiz Meneses, y concelebrada por los obispos auxiliares, monseñor Teodoro León y monseñor Ramón Valdivia.
Además, durante la ceremonia se ha homenajeado a los sacerdotes que cumplen este año sus bodas de oro y plata. Concretamente, son cuatro los presbíteros que celebraban el medio siglo de ministerio: dos diocesanos, Manuel Ángel Cano y Sebastián García (jubilado); y dos de la Prelatura del Opus Dei, Antonio Ariza y Juan Carlos Díaz.
Por su parte, celebran sus veinticinco años de ordenación once sacerdotes diocesanos: Francisco de Asís Bustamante, Pablo Gabriel Casas, Miguel Ángel Collado, Ángel Fernando Del Marco, José Manuel Escamilla, Manuel Jesús Galindo, Ignacio Jiménez Sánchez-Dalp, Emilio Morejón, Adrián Sanabria, Jorge Dorado y Manuel Sánchez De Heredia; tres extradiocesanos: Thomas Roy Jerom, Atef Eshak Keryakes y Pedro José Rodríguez; un sacerdote filipense, Miguel Ángel Garzón, CO; y uno del Opus Dei, Jesús Sevilla.
Además, tres diáconos permanentes también han sido homenajeados en sus bodas de planta: Federico Cereceto, Juan Miguel López y Manuel Marín.
San Juan de Ávila, modelo sacerdotal
Por su parte, el arzobispo de Sevilla ha dedicado su homilía a recordar y ensalzar la figura de San Juan de Ávila como “modelo sacerdotal, cuya vida nos inspira en estos tiempos tan difíciles y apasionantes como los suyos”.
Al igual que él, ha señalado, “también a nosotros nos llama el Señor a ser la sal que da sabor, que aporta vigor, fuerza, consistencia, porque la humanidad espera y necesita de esa fuerza y ese sabor para vivir; y esa aportación es precisamente la misión de los discípulos de Jesús. Asimismo, somos llamados a ser la luz del mundo. La luz de Dios brilla en la faz de Cristo y de ella se irradia al corazón de los apóstoles, y por los apóstoles al mundo”.
Monseñor Saiz también ha reconocido en su alocución los desafíos que se presentan ante la evangelización hoy: “En estos tiempos de relativismo y posverdad, mientras seguimos adentrándonos en el nuevo milenio, siendo conscientes de la urgencia de una nueva evangelización, el mensaje y el ejemplo de vida de San Juan de Ávila iluminan los caminos y los métodos que hemos de seguir; y al contemplar el celo apostólico de un auténtico «Maestro de evangelizadores», se reaviva el nuevo ardor evangelizador para anunciar a Jesucristo y seguir edificando la Iglesia”. Por ese motivo, ha pedido “la gracia de reavivar nuestro celo evangelizador, de fundamentar nuestro trabajo pastoral en la fe y la esperanza, más allá de las dificultades, que siempre estarán presentes en el ejercicio del ministerio”. En esta línea, ha instado a los presbíteros a ser generosos en el trabajo pastoral y a realizar “un esfuerzo por salir a su encuentro para anunciarles el Evangelio”.
Más adelante, don José Ángel hecho hincapié en la importancia de vivir la Eucaristía como “centro de nuestra vida sacerdotal”. Al respecto, ha advertido que “las condiciones sociales y culturales que nos toca vivir en el mundo actual son complejas y llenas de cambios. Más que vivir una época de grandes cambios, vivimos un cambio de época, como ha señalado el Papa Francisco. Por otra parte, somos conscientes de la falta de sacerdotes y de que las actividades pastorales son múltiples y casi todas se suelen presentar como urgentes”. Ante este contexto, alertaba, “no es suficiente la buena voluntad de intentar abarcarlo todo con el riesgo de caer en el activismo y con un serio peligro de dispersión que puede dificultar la vida espiritual, la formación e incluso la acción pastoral. Hay que entregarse hasta el extremo, dar la vida como el Señor. Sin embargo, también hemos de discernir y priorizar, buscando siempre la voluntad de Dios, sin descuidar la oración y la formación permanente”.
También ha recordado la vivencia de la pobreza en san Juan de Ávila, lo que debe estimular al clero a fortalecer su “compromiso de amor preferencial a los pobres en el que nos debemos empeñar no solo viviendo con generosidad la donación de los bienes materiales o del propio tiempo; se trata, sobre todo, de la donación de sí mismo, de la propia vida. Por eso, la caridad pastoral debe ser el criterio, la clave determinante de nuestra vida, de nuestras relaciones con los hermanos”.
Monseñor Saiz ha concluido su homilía agradeciendo a Dios “el don del sacerdocio, porque el Señor nos ha elegido a pesar de nuestra pobreza y pequeñez, porque nos llama a vivir en su amistad, en su intimidad, y nos envía para dar un fruto abundante y duradero”.
«Todo ha sido puro amor y misericordia»
Una vez concluido el rito eucarístico, el obispo auxiliar, monseñor Ramón Valdivia, ha presentado a los sacerdotes y diáconos permanentes que celebraban sus bodas de oro y plata. Adrián Sanabria ha hablado en nombre de todos ellos. Este sacerdote desde hace 25 años, ha iniciado su discurso con un agradecimiento a Dios «porque un día nos llamaste por nuestros nombres para ser pobres instrumentos tuyos y perpetuar Tu presencia día a día en la celebración de los sacramentos».
Durante su reflexión, ha recordado a «las personas, comunidades y compañeros que nos han ido ayudando día a día a configurarnos Contigo, a echar las redes en tu nombre y a saber que no estamos solos, que nuestra madre la Iglesia nos arropa y envía». También ha dirigido unas palabras de agradecimiento a sus familiares, especialmente a los padres: «Ellos fueron pesebre donde brotó nuestra vocación e Iglesia doméstica donde maduramos nuestro ‘sí'».
«Gracias Señor por tanto. Gracias porque en tu Madre, la Virgen de los Reyes, encontramos el buen aire que nos ha hecho navegar en tu barca. Señor, ¿cómo podré pagar tanto bien como me has hecho? Alzaré la copa de la salvación e invocaré tu nombre», ha concluido Sanabria.