Archidiócesis de Sevilla

En las últimas décadas están proliferando iniciativas eclesiales con diversos carismas para dar respuestas actuales a las necesidades de la familia, más allá de su vertiente espiritual. A nadie escapa que el entorno no acompaña, y eso se evidencia en la cada vez más variada atención que se presta a las familias desde estos movimientos. Uno de ellos es el Movimiento Familiar Cristiano.

San Juan Pablo II comenzaba la Familiaris Consortio con un punto de partida tan cargado de realismo como preocupante. Afirmaba que la familia sufría en los tiempos modernos, quizás como ninguna otra institución, “la acometida de las transformaciones amplias, profundas y rápidas de la sociedad y de la cultura”. Naturalmente, la Iglesia ha seguido actuando respecto a la familia como se esperaba de ella. A nivel local, en la Archidiócesis de Sevilla se ha extendido una red de centros diocesanos de orientación familiar, los COFs, servicios especializado de atención integral a los problemas familiares en todas sus dimensiones, con la finalidad de ayudar a las familias desde los ámbitos más variados: psicológico, médicos, jurídicos, sociales, moral, etc.

Pero esta atención integral a la institución familiar no es responsabilidad única y exclusiva de las diócesis, que cuentan además con delegaciones específicas desde las que se abordan las cuestiones que atañen a una realidad con tantas vertientes. De hecho, son muchas las congregaciones, instituciones de diversa naturaleza y movimientos laicales orientados de forma total o preferente a las familias. Es el caso de los Cursillos de Cristiandad, los Equipos de Nuestra Señora, el Movimiento de los Focolares, Amor Conyugal o el Movimiento Familiar Cristiano, por citar los movimientos más reconocidos en este ámbito.

153.000 familias en todo el mundo

El Movimiento Familiar Cristiano (MFC) cuenta con un legado de 53 años en España y, de estos, 27 en la Archidiócesis de Sevilla. Su nacimiento es consecuencia de la fusión de los Equipos Pío XII y la Obra Apostólica Familiar, y se definen como una asociación pública de la Iglesia. Como matiza Manuel Bo (presidente diocesano junto a su esposa, Reyes Fernández), se trata de “un movimiento no coyungal y sí familiarista”. Según los últimos datos, el MFC cuenta con 153.600 familias adscritas en 42 países, y una implantación particularmente relevante en México.

La implicación de los miembros del movimiento en sus respectivas parroquias es uno de los ejes de su dimensión evangelizadora. Para este curso, el MFC se ha fijado unos objetivos que redundan en una atención más global y completa a las distintas realidades que se derivan del día a día de la vida familiar. Además de atender la faceta espiritual de sus miembros en los distintos tiempos litúrgicos, desde la delegación hispalense se alude a los puntos de las Orientaciones Pastorales Diocesanas enfocadas de forma preferente a las familias. Además, se han consolidado tres servicios en la dinámica de trabajo del movimiento. Por un lado, el de promoción y medios de comunicación, al que se suman otros dos de evidente marchamo social: el servicio de orientación y solidaridad familiar (SOYSF) y el de infancia y juventud.

Los miembros del Movimiento Familiar Cristiano tienen la posibilidad de participar en los encuentros periódicos que se organizan por sectores: campamentos para niños, encuentros específicos para hijos, novios, retiros conyugales (que se vienen celebrando en España desde hace cincuenta años), jornadas para personas viudas, etc. Como novedad para este curso, se está ultimando la preparación de unos actos dirigidos a personas separadas o que viven solas.

“Movimiento evangelizado y evangelizador de la familia desde la familia”. Este es el lema que alumbra la ingente tarea que se lleva a cabo desde esta iniciativa eclesial que se postula claramente por una vivencia de la fe “con alegría, en comunidad con la Iglesia y su jerarquía”.

Más información en movimientofamiliarcristiano.es