NAVIDAD, NO SOLSTICIO
Hemos comenzado el tiempo de Adviento, la espera de la Navidad. Una espera que en Sevilla se convertirá en Esperanza cuando nos acerquemos por la Puerta Osario a besar la mano de la Madre de Dios, la llena de Gracia y fuente de esa Esperanza que tanto necesitamos.
En las calles de Sevilla y en nuestros pueblos ya están colocados los adornos navideños. Un prodigio de diseño y de ahorro energético, pero tengo la impresión de que cada vez tienen menos de navideños. Los motivos geométricos nos pueden recordar a las bolas del árbol (importación nórdica muy anterior a Ikea), pero la proliferación en tantos sitios del símbolo de la nieve (bueno, también nieva de vez en cuando en Alanís y Guadalcanal) o la serie de lámparas de araña por Sierpes y Tetuán, no me suenan mucho al nacimiento del Hijo de Dios. Porque esto es lo que se celebra en Navidad, no el solsticio de invierno.
No es que esté en contra de iluminación navideña, algo muy agradable de ver en un paseo vespertino por Sevilla, pero me parece un síntoma. Y aunque ahora lo políticamente correcto sea obviar cualquier referencia cristiana, no debemos ceder nosotros a la corriente negacionista de la Navidad. Por eso, permíteme un llamamiento, ahora que estamos a tiempo: al menos, pon el belén en tu casa. O, mejor dicho, como Ernesto Holgado nos decía acertadamente en la tertulia de “El Espejo de Sevilla” del pasado viernes, pon un nacimiento, que es como por aquí llamamos a esa verdadera catequesis visual. También convenían en ello Isabel Cuenca y Mª Eugenia Sánchez.
Ah, y con su mula, con su buey, por supuesto (ver página 76 y 77 del libro de Benedicto XVI sobre la infancia de Jesús, como nos avisaba Manuel Alcalde: “Ninguna representación del nacimiento renunciará al buey y al asno”. Textual. ¿Pero tanto cuesta de verdad enterarse de lo que dice el Papa sin manipularle? Otro síntoma negacionista).
Y con sus “Reyes” Magos, claro. El personal también se cachondea ahora porque dicen que el Papa sitúa en Huelva, en Tartesos, el origen de los sabios que fueron buscando al Señor. Si nos molestamos en acudir a la página 102, el Papa no da un dato sin más, sino que cita las fuentes bíblicas que hablan de la universalidad de los que pueden encontrar a Cristo (y que enriquecen la redacción del pasaje evangélico de la adoración de los Magos), y que mencionan a Tarsis-Tartesos como el extremo occidental del mundo conocido. En fin, otro síntoma, porque lo que parece interesar es la ridiculización o la reducción a leyenda infantil de un acontecimiento verdaderamente histórico como es el nacimiento de Jesús. Este es el problema, no las luces navideñas de diseño.
Por eso nosotros, los que sí nos tomamos muy en serio el nacimiento de Jesucristo, el Hijo de Dios, nuestra luz y nuestra paz, debemos mostrarlo. Viviendo el Adviento con las recomendaciones que nos hacía el Arzobispo en su carta pastoral del pasado domingo, Que se note qué es lo que vamos a celebrar. No el solsticio de invierno, no. La Navidad: Cristo nace entre nosotros de Santa María Virgen.
Marcelino Manzano.
(Foto: ABC de Sevilla).
