No presionen más al Arzobispo
Hace unos días, mi querido y admirado amigo, el periodista Carlos Navarro Antolín, en el Diario de Sevilla escribía un artículo que llevaba por título “No presionen más al Arzobispo” y, espero que no te importe Carlos que utilice para titular esta contribución al blog Iglesia y Ecología tu frase de titular. Me hizo pensar el artículo. Pienso cada día en D. Juan José Asenjo y su labor en estos tiempos que ya he denominado, evocando al novelista, ya extinto, José Luís Martín Santos, tiempo de silencio, un tiempo de tinieblas.
La labor de nuestro Arzobispo en estos tiempos, con sombras y dudas, con incertidumbres, con esperanza y peligrosas desesperanzas, es insustituible. Misa, oración y dialogo continuo con cientos de personas facilitando fe, esperanza y amor son labores necesarias de un santo en tiempos muy difíciles. Ha habido sufrimiento, y todavía hay, por fallecimientos, por pérdida de trabajo, por distanciamiento de seres queridos. Hay mucha incertidumbre de futuro.
Por ello la oración de Don Juan José Asenjo es necesaria. Creemos en nuestra fe y sabemos su valor, el valor de la oración. En un post anterior invitaba a los católicos a que rezaran, a modo de medicina espiritual colectiva, tres veces al día un Padrenuestro y un Avemaría, oraciones preciadas del Papa Francisco, a las que ha dedicado sendos libros. Lo sigo manteniendo y también recuerdo a los seglares de Sevilla el inmenso poder del Santo Rosario a nivel personal y colectivo.
No sabemos que nos deparará lo que los políticos denominan la nueva normalidad, pero a mí por lo menos me asusta el mundo que nos vamos a encontrar y cómo vamos a responder. ¿Qué matriz ambiental tendremos a nivel local y global? ¿Será una matriz donde predomine a biofilia sobre la necrofilia? Para ello la labor de D. Juan José Asenjo está siendo y será primordial.
No presionen más al Arzobispo, decía Carlos Navarro Antolín. Desde su serenidad beatífica, D. Juan José reza, trabaja de forma incansable, habla con miles de personas, del mundo consagrado y no consagrado, con monasterios de clausura, con parroquias, familias, sacerdotes, asociaciones, Hermandades y Cofradías, y residencias de ancianos, un mundo que hemos descubierto olvidado y descuidado antes y quizás durante la pandemia, llevando su ayuda de Padre a un amplio colectivo, pidiendo su continua oración que esto acabe pronto.
No presionen al Arzobispo. Recuerdo aquí la soledad de Jesús en el Monte de los Olivos, cargando con el mundo y su futuro necesitado de resurrección. Don Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla no está solo a distancia acompañado por las miles de personas que piensan y rezan por su labor y sus intenciones. Pero en estos tiempos si estamos un poco solos a veces, aunque sintamos los creyentes la presencia de Dios inspirador, pero somos humanos. Decía Carlos Navarro Antolín que nuestro Arzobispo recibía muchas llamadas pidiendo la apertura de los centros y los cultos. Eso es presión para un Pastor que tiene que velar por sus ovejas y también cumplir con el orden establecido. Según parece en tiempos próximos se van a relajar las extremas medidas tomadas y nuestras Iglesias volverán a abrir sus puertas. Veremos cómo es ese tiempo.
En un post anterior decía que quizás nuestra propia Iglesia tiene que plantearse cosas para el futuro. No sé cuanto tiempo se mantendrá la denominada distancia social. Quizás nuestros actos religiosos ya no sean lo mismo. Quizás ya nos demos la paz en la Santa Misa con una sonrisa. Quizás ya sea historia compartir con nuestros seres queridos el agua bendita, qué tierna costumbre. Quizás perdamos algunas cuestiones relativas a nuestra piedad popular, tan querida en Andalucía, como besar imágenes y reliquias de forma colectiva o privada. No sé que nos traerá la nueva realidad. Pero de los que si estoy seguro es de la victoria de la fe, la esperanza y la caridad. El triunfo de la oración y de la ayuda colectiva para el Bien Común. Y de los que estoy seguro es de la necesidad de la oración de Don Juan José Asenjo, Arzobispo de Sevilla. Recordémoslo y también recemos por él y sus intenciones.
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