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ORA ET LABORA

San Benito Abad es el patrón de Europa, por sobradas razones. Por escoger una, digamos que al ser el fundador del monacato occidental con su regla para la vida religiosa en comunidad, halló la felicísima fórmula de “Ora et labora” y propició que los monasterios se convirtieran en la reserva de la cultura de Europa.

 

Y San Benito Abad es patrón de Europa… y de Castilblanco de los Arroyos, que también es Europa, y una parte bien bonita, que nuestra Sierra Norte, cuando el año es lluvioso, viste la dehesa de forma tan hermosa que no tiene nada que envidiar a los bosques de Alemania. Pero esta devoción trasciende Castilblanco y llega a los pueblos de la comarca, donde hasta hay hermandades filiales que peregrinan en romería en el día de su fiesta, el 11 de julio: Cantillana que es la más antigua, Brenes y Tocina. Y aunque no tengan hermandades establecidas, por todos los pueblos de la sierra hay una gran devoción a San Benito Abad. En Castilblanco han traído a San Benito desde su ermita de forma extraordinaria con motivo del Año de la Fe. Rogamos al santo patrón para que interceda por tantas familias afectadas por la crisis económica.

 

Pero a mí me da que San Benito ya nos ha dado la pista para que no volvamos a caer en este abismo que se ha llevado por delante casas, empresas, ilusiones y hasta muchas vidas. Nos la ha dado en esa felicísima fórmula a a que hacía mención: “Ora et labora”. Lo que San Benito, iluminado por el Espíritu Santo, ideó para que sus monjes elevaran sus almas a Dios sin desprenderse de esta tierra que hay que redimir para que sea el Reino de Dios, para nosotros también es una fórmula estupenda. ¿Se trata de rezar trabajando o de trabajar rezando (para que el que tenga la fortuna de contar con un puesto de trabajo)? Sí y no. Se trata de que no expulsemos a Dios de la economía, de trata de que construir una economía desde la moral, se trata de que el ser humano sea el centro, y no el mercado por sí mismo.

 

Ya lo avisaba el Beato Juan Pablo II en la magnífica exhortación apostólica “Ecclesia in Europa” mucho antes de que barruntásemos estas apreturas, cuando todo era bonanza y muchos reían cuando reivindicábamos la expresa mención de la fe cristiana en los preámbulos de la constitución europea. Si se expulsa a Dios de la vida de los hombres, se oscurece la esperanza y hay campo libre para ideologías relativistas. En mi opinión, detrás de cada decisión estratégica financiera, detrás de cada decisión de acumular más y más, hay una ideología que no tiene en cuenta qué pasará con quien se verá abocado al paro o al desahucio. Una ideología atea, muy relacionada con el empeño en hacer desaparecer cualquier signo religioso externo en la sociedad. Quizás un crucifijo recuerda a quienes toman estas decisiones el sufrimiento de los afectados y prefieren que los guardemos. Lo ha dicho después Benedicto XVI en su encíclica “Deus charitas est” con unas frases contundentes: “la economía y las finanzas, al ser instrumentos, pueden ser mal utilizados cuando quien los gestiona tiene sólo referencias egoístas.”  No son malos en sí los instrumentos económicos: los vuelve perniciosos un mal uso de ellos, un uso sin conciencia moral, sin responsabilidad personal, creyendo absurdo el concepto de pecado porque no se quiere creer en el Dios de la vida, creador de todos los bienes.

 

El benedictino “ora et labora” nos recuerda que toda decisión económica tiene consecuencias morales. La fe en Jesucristo, el hombre nuevo, transforma nuestra mirada de la realidad haciéndola fraternal y universal. Si anunciamos a Jesucristo y los cristianos nos hacemos presencia visible en el mundo, es posible un orden nuevo de las cosas. Y los cristianos podemos y debemos reclamar nuestra carta de ciudadanía, que no es actual sino tan antigua como Europa misma, pues Europa nació y creció cristiana.

Desde su rinconcito de la Sierra Norte, San Benito nos da la receta anti-crisis. No cerrar el corazón a Dios, sin el cual la política y la economía se convierten en algo opresivo y deshumanizado. Citando de nuevo a Benedicto XVI: “El desarrollo necesita cristianos con los brazos levantados hacia Dios en oración, cristianos conscientes de que el amor lleno de verdad, caritas in veritate, del que procede el auténtico desarrollo, no es el resultado de nuestro esfuerzo sino un don. Por ello, también en los momentos más difíciles y complejos, además de actuar con sensatez, hemos de volvernos ante todo a su amor.” Ora et labora.

 

Marcelino Manzano.

(Twitter: @Marce_Manzano)

 

Foto: retabloceramico.net.


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