Orden de San Clemente, una espiritualidad al servicio de la vida contemplativa y el necesitado
In Deo speravit, en Dios confiamos. Este lema, que diversas fuentes atribuyen a Fernando III, define el carisma y servicio a la Iglesia de la Orden de Caballeros de San Clemente y San Fernando, una institución cuyo origen espiritual encontramos en los caballeros fernandinos que intervinieron en la recuperación del reino de Sevilla para la fe cristiana.
El 23 de noviembre, festividad de San Clemente y aniversario de la entrada de las tropas castellanas en la ciudad, las naves de la Catedral volverán a acoger un rito secular que cuenta con la participación de los miembros de la Orden. Las limitaciones derivadas de la pandemia del coronavirus no impedirán que los hábitos y capas blancas con la cruz flordelisada -símbolo de “pureza de corazón, sencillez, obediencia y humildad”- se den, un año más, cita con la historia y el legado de fe de aquellos gentilhombres.
‘Lugares de paz y oración’
Entonces como ahora, los caballeros y damas de la Orden asumen como propia la protección de los monasterios de vida contemplativa, una encomienda que les lleva a poner en práctica diversas iniciativas benéficas. Una de ellas es la venta de unas carpetas exclusivas con láminas realizadas por destacados pintores de Sevilla, denominadas ‘Lugares de paz y oración’, cuya recaudación se destina al sostenimiento de los monasterios. Este año se cumplen ocho ediciones de una campaña que se está saldando con éxito y que en esta ocasión está dedicada al monasterio de Santa María de Jesús, comunidad clarisa de la calle Águilas, que celebra el quinto centenario de su fundación. La pintora Lola Montero es la autora de las tres láminas de esta octava edición, que tiene una tirada limitada de 250 carpetas. Además, la Orden de San Clemente colabora con la formación de las religiosas, financiando diez becas dirigidas a monjas de clausura.
La Orden es una singularidad de la Iglesia en Sevilla, y su presidente regidor es Antonio Mª González-Pacheco y Vázquez. Las decisiones se toman en consejo de gobierno y el Gran Maestre es el Arzobispo de Sevilla. La sede oficial es la Parroquia del Sagrario de la Catedral, y se dan cita en la casa capitular ubicada en unas dependencias anexas al monasterio de Santa Paula.
Su regidor subraya la simbiosis entre la razón de ser de la Orden, su origen espiritual casi ocho siglos atrás, y los retos que se derivan del momento actual: “Hay que estar con los tiempos, responder a lo que la Iglesia y la sociedad demandan hoy, conservando nuestra espiritualidad y dirigiendo nuestras iniciativas allí donde mejor servicio podemos prestar”, apunta, al tiempo que recuerda un consejo que guía el día a día de los miembros de la Orden: “La piedad tiene que estar acompañada de la misericordia”.
