“Padre y hermano, como San José”. Carta pastoral por el Día del Seminario 2021

“Padre y hermano, como San José”. Carta pastoral por el Día del Seminario 2021

Queridos hermanos y hermanas:

Os saludo en este tiempo santo de la Cuaresma. En la situación que vivimos provocada por la pandemia debemos, como creyentes, caminar al encuentro de Aquel que carga con los sufrimientos de toda la humanidad en el árbol santo de la Cruz, como prueba de su amor hasta el extremo por cada uno de nosotros.

Os escribo con ocasión de la celebración del Día del Seminario, que tradicionalmente se ha celebrado en la solemnidad de san José y que desde hace unos años se traslada al domingo más próximo, este año el 21 de marzo.

El lema elegido esta vez es “Padre y hermano como san José”, y nos brinda la oportunidad de valorar la vocación sacerdotal a imagen de san José. El Seminario es un Nazaret privilegiado destinado a fortalecer y educar el don recibido, en el que se integra la belleza divina de la vocación como manifestación enorme del cuidado de Dios por su Iglesia.

El Papa Francisco ha dedicado este año a san José recordando los 150 años de su declaración como Patrono de la Iglesia universal. Como también enseñara san Juan Pablo II en su exhortación sobre san José, redemptoris custos: “Al igual que cuidó amorosamente a María y se dedicó con gozoso empeño a la educación de Jesucristo, también custodia y protege su cuerpo místico, la Iglesia. San José cuidó de la Sagrada Familia en el hogar de Nazaret, ese lugar oculto en el que nuestro Salvador, estando sujeto a José y María, fue «creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres» (Lc 2, 52). Cada seminario, a semejanza del hogar de Nazaret, quiere ser ese lugar donde se cuide y haga crecer el don de Dios”.

San José, como padre encargado de la educación de su hijo, fue “el primer formador” del Seminario. Un padre amado, un padre en la ternura, en la obediencia y en la acogida; un padre de valentía creativa, un trabajador, siempre en la sombra. Con estas palabras el Papa Francisco describe a san José de una manera tierna y conmovedora en la carta patris corde, que os invito a leer y meditar.

Por ello, aquel que cuidó y forjó las manos y la persona de Jesús es también padre de los seminaristas, de aquellos que han recibido la llamada a configurar su vida con Cristo en el sacerdocio. Así, el sacerdote es llamado a cuidar a cada hombre como un hermano en el que Dios se hace presente. Y el Seminario es un motivo de esperanza, siendo una escuela en la que por medio de la vida diaria aprenden el amor de Dios por cada hombre aquellos que serán los futuros servidores de nuestra Archidiócesis.

Quisiera hacer una llamada concreta a las familias, para que sean escuela en la que puedan los jóvenes escuchar la voz de Dios que sigue llamando. Pienso de un modo particular en aquellos adolescentes que en medio de su crecimiento y maduración descubren de manera incipiente que el Señor les está invitando a seguirlo más de cerca. Para ellos, el Seminario Menor tiene las puertas abiertas como propuesta de formación hacia el ministerio sacerdotal. Desde su creación, ha dado numerosos frutos en tantos jóvenes que hoy son sacerdotes entregados y generosos que a imagen del Buen Pastor y de san José cuidan con misericordia y ternura de todos.

También las parroquias deben ser lugares en los que, por medio de la celebración de los sacramentos, la catequesis, la oración y el acompañamiento a los jóvenes puedan surgir vocaciones al sacerdocio. No hay un encuentro vocacional que haya nacido y crezca sin un encuentro constante con Dios que habla directamente al corazón de cada hombre. “Estar con Él” (Mc 3, 14) es aprender a mirar, ejercitarse en escuchar y en conocer, como piezas fundamentales de la vida de un sacerdote. La acción pastoral del ministerio de los sacerdotes debe estar sostenida en la oración por las vocaciones. En este sentido, nuestro Seminario cuenta con una amplia red de oración en la que los seminaristas elevan oraciones por todos aquellos que necesitan de la intercesión ante Dios, y además son numerosos los grupos de fieles que oran asiduamente por las vocaciones sacerdotales.

Así, el cuidado de las vocaciones a imagen de san José es tarea que encomiendo a todos: familias, sacerdotes y seminaristas, monjas contemplativas y religiosos de nuestra Archidiócesis de Sevilla. Por último, os rogaría que, atendiendo a las necesidades en la formación de nuestros seminaristas, fuerais generosos en la colecta destinada para este fin. Sin duda, son momentos difíciles para todos, pero sólo podemos garantizar una formación seria que cuide las vocaciones sacerdotales si todos nos sentimos implicados en ella.

En la Santísima Virgen del Buen Aire y en san José pongo la intención mayor por las vocaciones sacerdotales, contando con la intercesión de san Leandro y san Isidoro, san Manuel González, santa Ángela de la Cruz y santa Purísima de la Cruz, el beato cardenal Spínola y el venerable Fernando de Contreras. Para todos, mi saludo fraterno y mi bendición.

Afmo. en el Señor.

+ Juan José Asenjo Pelegrina

Arzobispo de Sevilla


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